La memoria en bicicleta


Necesitamos una memoria en bicicleta, no en auto europeo o americano; una memoria en bicicleta, como quien dice en zapatillas, no con traje y corbata ni con oropeles del estado.

Necesitamos una memoria en bicicleta que nos hable de cómo nos hicimos fuertes, como superamos la década infame del treinta, cómo superamos el golpe gorila del cincuenta y cinco y cómo en veinte años inventamos nuevos sindicatos, nuevos proyectos políticos, nuevas fuerzas populares para renovar y sostener una tradición revolucionaria que nos viene de San Martín y Belgrano, de Monteagudo y Tupac Amarú, de Tupac Katari y de Juan Chalimin, aquel que se levantó contra el imperio español y su cabeza está enterrada en la Plaza Central de La Rioja.

Tantos años de monumentos y medallas, de sentencias y homenajes han puesto en duda el sentido principal de la memoria: que los pueblos sepan por qué han luchado, que los pueblos sepan que tuvieron fuerzas tan enormes que del otro lado gestaron un genocidio.  Pero ya basta de hablar del genocidio, ya basta de hablar de la picana eléctrica y nuestros muertos.

Una memoria en bicicleta para recuperar la historia de las Ligas Agrarias y de los sindicatos clasistas de Córdoba y el cinturón industrial de Rosario, de las y los estudiantes que tomaban facultades para defender conquistas y que sabían meter una molotov por la ventana del autito policía para que no agreda a los manifestantes.

Una memoria en bicicleta para saber más del Ejército Revolucionario del Pueblo y del Partido Comunista, de las Juventudes Peronistas y de Montoneros, de los Sacerdotes del Tercer Mundo  y de Tucumán Arde, de todas y de cada una de las insurgencias que no entran en un Excel ni en un video.  Hay una memoria que no cabe en los archivos del Estado, ni de este ni de ninguno, porque básicamente eran fuerzas subversivas que no querían ningún monumento sino poner todo cabeza abajo, dado vuelta

Que la tortilla se vuelva que los pobres coman pan y los ricos mierda mierda

En la Argentina se han logrado conquistas extraordinarias en el terreno de la memoria, hay sitios y reconocimientos por todo el país, pero no ha sido gratis, el Estado ha exigido que al hablar de la memoria se borre la historia de las revoluciones y lentamente una pátina gris va cubriendo la memoria con el gris de los burócratas que llenan planillas y repiten el mismo discurso como un mantra aburrido.

Cuando la mayoría del Consejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires, entonces en manos del Peronismo y sus aliados, decidió disolver el Instituto Espacio para la Memoria y entregar los sitios de la ciudad al gobierno de Macri se dijo que no había ningún peligro porque la memoria era en la Argentina una política de estado. (pueden consultar dos notas sobre aquel episodio que hoy pretenden que sea olvido y no memoria de una claudicación  https://cronicasdelnuevosiglo.com/2014/05/09/la-lucha-continua-declaracion-de-los-organismos-de-ddhh-del-iem-ante-la-decision-conjunta-del-pro-y-el-fpv-de-disolverlo/

Nunca sabremos si eran ilusiones verdaderas o mentiras vergonzantes, pero así actuaron. (https://cronicasdelnuevosiglo.com/2014/05/27/ante-la-disolucion-del-instituto-espacio-para-la-memoria-el-consejo-directivo-en-su-ultima-reunion-repudio-tal-acto-de-desmemoria-y-se-comprometio-a-continuar-la-lucha-con-las-mismas-convi/

Durante la pandemia la memoria pasó a estado virtual, el Estado que administra los sitios los puso en cuarentena, todavía no han salido de ese estado.

La memoria en bicicleta convoca a blandir la memoria como una espada, con filo antifascista y sentido revolucionario.  La derecha nunca aceptó su responsabilidad en el genocidio y no habrá sitio de memoria por prolijo que sea que la convenza.   No queremos una memoria para todos, queremos una memoria para los que quieren pelear por el mismo sueño de Moreno y Santucho, de Agustín Tosco y el Chacho Peñaloza, de John William y Cooke y el padre Múgica.

La memoria de una revolución derrotada antes de que pueda desplegarse no puede ser tranquila y ceremoniosa, debe ser insolente y audaz, como la Vicky Walsh al gritar ustedes no me matan nosotros elegimos morir o como la Teresa Israel que cantaba la canción del principito en el centro clandestino para dar animo a sus compañeras.

La memoria en bicicleta tiene que contar de las huelgas victoriosas en la Patagonia y en el gran Chaco, del Cordobazo y del Rodrigazo, de los que vencieron la tortura y humillaron los asesinos, de las que daban vuelta a la plaza pero también de los que en la Plaza puteaban a Alfonsín cuando las felices pascuas y a Menem cuando el indulto.

La memoria en bicicleta tiene que tener más puteada que buenos modales, porque para vencer a un enemigo tan cruel se necesita mucha firmeza, convicción, un amor que de tanto amor a los que sufren se transforma en el sagrado odio a los explotadores y los torturadores.

Vengan, vamos en bicicleta, más de una vez los hemos vencido y si vencimos una vez es posible volver a vencer.   Somos la Liga, hasta que la dignidad se haga costumbre

Un comentario sobre “La memoria en bicicleta

  1. Maravillosa diatriba hacia lo cómodes. No hay lugar para el ocio infecundo. Si para reflexiones cómo esta que nos las merecemos porque fuimos y somos y seremos parte de esos relatos, esas vidas y esos actos y esas organizaciones del pueblo. Adelante sin olvidar HISTORIA.

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