Pergeñado a espaldas de quienes sosteníamos el ámbito que fuera creado por la voluntad del Legislador en 2002 , como resultado de las luchas populares contra el menemismo y su intento de demoler la Esma para construir un Monumento a la Reconciliación Nacional que coronara la impunidad.
Presentado con argumentos falaces que agravian más a quienes los crearon y a quienes los aceptaron mansamente que a quienes se pretende difamar, el Instituto Espacio para la Memoria ha sido disuelto por la voluntad de una mayoría de los legisladores y la decisión del Poder Ejecutivo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como expresión de la continuidad de la lucha entre el olvido y la impunidad, contra la memoria y la justicia. Se ha dado forma y vida a un acuerdo sin principios entre el Gobierno Nacional y el Gobierno Local que se unieron para liquidar una experiencia de gestión de la Memoria que excedía los límites de lo Estatal y garantizaba el respeto a las tradiciones de lucha y los acuerdos gestados durante décadas por quienes lucharon contra el olvido y forman parte de esa formidable fuerza social que derrotó la Impunidad con que siempre pretendieron los genocidas.
La eterna ilusión de que “hubo historia, ya no la hay”, la misma que pretende congelar el presente apropiándose de un pasado que por definición solo pertenece a la Memoria del Pueblo y a nadie más; aparece como sustrato de una decisión tan reprochable que pocos se hacen cargo de ella y con argumentos lamentables.
Han llevado la democracia representativa al máximo de la formalidad: ya no es que el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes, es mucho más que eso: los legisladores se negaron al deber que ellos tienen a escuchar otras voces (justamente la de quienes hemos gestionado por casi ocho años el IEM, sin que hasta ahora ni uno solo de ellos haya presentado una queja formal sobre nuestro desempeño) y deliberar al menos por unas horas.
Para que fuera posible aprobarlo, debieron actuar como si la historia de la lucha por la Memoria no existiera; como si nosotros, representantes de una parte de los organismos de derechos humanos que la Ley del año 2002 y su modificatoria del 2006, contemplaba taxativamente, no existiéramos, no tuviéramos voz ni pensamiento.
Algunos de nosotros, sobrevivientes del Terrorismo de Estado que estuvimos por cierto tiempo desaparecidos, hemos vuelto a ser silenciados, invisibilizados, desconocidos en nuestras convicciones, conductas y posturas.
Para hacer desaparecer al Instituto Espacio para la Memoria fue necesario primero votar que los representantes del Consejo Directivo presentes en la sesión legislativa donde –sin tratamiento en comisiones ni debate previo- debía aprobarse su disolución, no tenían derecho a hablar ni a presentar siquiera los documentos de este Consejo Directivo.
Hace muchos años, en condiciones históricas muy distintas, un intelectual de fuste como Miguel de Unamuno espetó a quienes lo expulsaban de su cátedra. “…Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha…».
Algo similar podríamos decir ahora: tienen la fuerza suficiente para clausurar una experiencia plural y democrática, pero no tienen ni la razón ni el derecho que solo da la legitimidad de las causas populares, nunca el oportunismo del acuerdo espurio.
El silencio al que nos condenaron, la trama de mentiras difundidas por los medios de comunicación hegemónicos era y sigue siendo imprescindible para ellos porque el IEM demostró, en apenas 8 años de vida, que la articulación entre la sociedad civil y el Estado puede gestionar en forma eficaz, autónoma y plural, ejecutando verdaderas políticas públicas de Memoria que perdurarán por años, cual ha sido nuestro último acto institucional: publicar el libro “Fotos sacadas en y desde la Esma” para que la gesta épica de Víctor Basterra, uno de nuestros consejeros, siga convocando rebeldías y sueños de justicia como le pedía aquel compañero de la ESMA: “si sobrevives, que no se la lleven de arriba”.
El libro condensa el balance de trabajo de nuestro Instituto Espacio para la Memoria: el cuidado de los sitios puestos bajo nuestra gestión, la recuperación de la Memoria de la resistencia al Terrorismo de Estado, siempre respetando la pluralidad de las culturas políticas y las tradiciones que fueron victimizadas. Ese ha sido nuestro “pecado “, insoportable para quienes no vacilaron en arrasar un Consejo Directivo que contaba con el protagonismo de la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora, nuestra entrañable Marta Vásquez, del Servicio de Paz y Justicia encabezado por quien llegó al Nobel de la Paz desde la lucha contra la represión de la dictadura, de los compañeros y compañeras de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la organización más antigua del continente en el terreno de la lucha por los derechos humanos, de los miembros de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, histórica entidad, plural y consecuente, de los y las familiares de las víctimas agrupadas en Hermanos, de los compañeros del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos que vienen peleando desde los primeros días de la dictadura junto a compañeros y compañeras que solo con nombrarlos alcanza para valorar su presencia: Stella Calloni, Ana María Careaga, Víctor Basterra, Alcira Argumedo, Lita Stantic o Beinusz Szmucler.
Desde hoy, el Instituto Espacio para la Memoria no existe más y vanos serán los intentos confusionistas que pretenden su reemplazo por un Consejo Asesor del Gobierno de la Ciudad que ha demostrado total desinterés y descompromiso con la causa que nos convoca y compromete.
La clausula transitoria número seis de la Ley Disolutoria, que transfiere nuestra representación en el Ente que gestiona la ex Esma a dicho Gobierno es una afrenta a la lucha histórica y una confirmación del carácter regresivo de la disolución del Instituto Espacio para la Memoria.
A los que no les importa nada de la memoria e hicieron todo lo posible para encorsetar nuestra acción se los premia con la participación en la mesa de decisiones sobre el predio de la ex Esma y los que se cansaron de mentir con el falaz argumento que el IEM “respondía a Macri” son justamente aquellos que los llevan a dicho ámbito de decisiones.
Quien quiera ver la verdad tiene en este hecho el hilo conductor de toda la trama de mentiras con que se tejió la infamia, nadie puede alegar ahora ingenuidad o ignorancia.
En las nuevas condiciones los integrantes del Consejo Directivo del Instituto Espacio para la Memoria nos comprometemos a continuar la lucha que hemos sostenido desde siempre y que en estos años hizo del IEM “nuestra casa”: un espacio colectivo, plural y respetuoso, del que también formaban parte los trabajadores y un sinnúmero de organismos de derechos humanos, organizaciones y fuerzas populares del que estamos y estaremos orgullosos por siempre y nos alienta a proponernos nuevas batallas para que los ideales de los treinta mil compañeros detenidos-desaparecidos no sean banalizados ni bastardeados, sino respetados en profundidad, al levantarlos como bandera invencible de futuras luchas por la Verdad, toda la verdad, la Memoria, toda la memoria y por la Justicia, toda la justicia. La lucha continua.