Lo que me reveló el Negro Cepeda sobre mis conversaciones con Alicia López.


Dicen, que en algunos días de aquel octubre y noviembre de 1976, en los calabozos de la Cuarta (un centro clándestino al interior de una seccional de la Policía Provincial que funcionaba «normalmente» justo frente a la Escuela primaria López y Planes en la esquina de Bv. Zavalla y Tucumán, o sea a la vuelta de mi casa) mantuvimos, digo, largas conversaciones con Alicia López.

Pero no recuerdo aquello de lo que hablamos, solo algunos indicios de lo que si recuerda Graciela Rosello de sus conversaciones con Alicia López, en el mismo lugar.

Dicen que Alicia López murió en el patio de la seccional de Policía que funcionaba como un centro clándestino en alguna de sus celdas,  la que daba al patio, yo estuve unos cuarenta o cincuenta días porque no recuerdo bien.  Ni los días ni la muerte de Alicia López.

Otros dicen que Alicia no murió allí sino que se la llevo un oficial del Ejercito Argentino, Nicolas Correa, jefe de Inteligencia del Area 212 con jurisdicción en la Capital santafecina, pero no lo pudimos saber porque Correa murió en el 2007, tres años antes del juicio sobre Alicia López protegido por Jorge Obeid y Carlos Reutemann que lo habían llevado a funciones de gobierno en el area de Seguridad en sus respectivos mandatos.

De Alicia solo recordaba la sombra de una mujer cayendo en el trayecto que iba de las «tumbas» donde ella estaba hasta el miserable baño donde cada tanto y a desgano nos llevaban para limpiarnos un poco vez por vez.

Pero no recordaba su voz ni sus palabras.

¿De qué hablaban a travez del agujero que estaba en lo alto de la pared entre las dos celdas dos presos políticos, uno de la Juventud Comunista y ella de la Juventud Peronista, uno estudiante a desgano de Matemáticas y la otra Profesora de Literatura y maestra rural, uno descendiente de judios habitantes del Imperio Ruso convulsionado por la Revolución Bolchevique y ella descendiente directa del mismisimo Brigadier General Estanisalao López, el mismo que apoyó a Artigas y protegió a San Martín en su retorno de la Campaña Libertadora a Chile y Perú cuando la oligarquía porteña, o sea Macri, Pinedo y la Vidal, mandaron apresarlo por desobedecer sus ordenes y liberar medio continente?

Al Negro Cepeda lo quiero por muchas cosas.

El había pasado por la Perla, en Córdoba, y también había estado en La Cuarta; como yo se había salvado por una cadena de casualidades que nunca terminamos de explicar del todo y la primera vez que lo vi fue en el majestuoso Salón de la Corte Suprema de la Nación cuando logramos que Víctor Brusa deje de ser Juez Federal.

Me conmovió su figura, su firmeza, su convicción y sobre todo, estamos hablando de 1999, su reivindicación de la militancia Montonera cuando lo habitual era que muchos compañeros alegaran un pasado de «inocencia» o de «compromiso social».

Que feliz estaba yo cuando el Mono dijo que era de la Juventud Guevarista del Ejercito Revolucionario del Pueblo y el Negro de la OPMM o sea de la Organización Política Militar Montonera.

Si para quebrar nuestra identidad nos habían perseguido y encarcelado, la reivindicación de nuestra militancia era prueba de su fracaso profundo, aunque entonces y ahora parezca lo contrario.

Luego, fuimos juntos a la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de la Nación y a cuanto espacio nos permitiera decir que Victor Brusa era un torturador y que en la Cuarta de Santa Fe había funcionado un Centro Clándestino.

Y su testimonio en el Juicio del 2009, cuando explicó que como Oficial de Logistica de Montoneros se dedicaba a la organización popular y por eso había fundado escuelas y cooperativas agrarias en el centro de la provincia de Santa Fe

 

https://cronicasdelnuevosiglo.com/2010/01/12/un-oficial-montonero-de-logistica/

 

Le debo mucho al Negro Cepeda.

De aquellas batallas libradas juntos, y juntos a tantos otros que temo olvidar de alguno pero todos recuerdan a cada uno de los que testimoniaron contra Brusa y su banda, empezando por Silvia Suppo a la que mataron en Rafaela en el 2010, poco antes del juicio por Alicia y un año despues del de Brusa.

Y de los «balances» que obligatoriamente tenían que ser con cerveza y pizza y que podían prolongarse por horas ya que todos sentíamos el placer de volver a estar juntos y el secreto temor de no volver a encontrarnos.

Pero todavía el Negro haría algo fantastico por mi.

En el 2011 presenté en Santa Fe mi libro «Y si hubiera un cielo» con la Dra. Tessio en el panel, era vicegobernadora por entonces, y los familiares de Alicia López en el publico.  Entonces volví a explicar que yo sabía que había estado con Alicia López pero no recordaba lo conversado y fue el Negro Cepeda el que aclaró el asunto.

Contó que en La Perla había compartido encierro con una familiar del Roby Santucho con la que hablaban mucho y que ella lo quería reclutar para el ERP así como, explicó sabio el Negro, Alicia debe haber querido sumarte a Montoneros.

Y ya, enigma resuelto.

Una de las hijas de Alicia me contó que a su mamá le gustaba mucho Borges, la poesía de Borges, como a mi.

Claro que no todo Borges, pero si el que escribió “Yo sé (todos saben) que la derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece, pero también se imaginar que ese juego…descubrirá algún día el arte divino de destejer el tiempo o, como dijo Pietro Damiano, de modificar el pasado” (1)

El Negro tiene esa dignidad que el vencedor no conoce, ni imagina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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