Al Negro lo conocí en junio de 1999, cuando logramos arrinconarlo al entonces Juez Federal de la Nación Víctor Hermes Brusa en un jury de destitución que había empezado por nuestras denuncias de torturas en la Cuarta pero terminó echándolo de la sagrada Justicia Argentina por su “inapropiada” conducta de navegante que dejó abandonado a su suerte, y tuvo mucha para salvarse, a un nadador que había antes atropellado con su lancha.
Pero de cómo la denuncia por torturas trocó en problemas de navegación amerita otra historia que contaremos en otra ocasión.
Lo que primero me impactó del Negro no fue su estampa, grandote, sólido, seguro de sí mismo, ya canoso, sino que en la Audiencia asumió con orgullo su condición militante de la Juventud Peronista y la Organización Política Militar Montoneros.
Bueno, no recuerdo bien si lo dijo así, Organización Política Militar Montoneros, pero si que dijo la palabra Montoneros que por entonces era tan maldita y casi prohibida como Ejército Revolucionario del Pueblo o lucha armada.
Yo no se si fue la primera vez, pero seguro que una de las primeras en que en una audiencia de testimonios de ex presos políticos desaparecidos luego detenidos clandestinamente, torturados las más de las veces, y luego aparecidos en ese circuito santafecino infame que empezaba con el Curro y el grupo de tareas secuestrándote para llevarte a la Cuarta, a lo mejor a la Casita, seguro que después a la Guardia y finalmente Coronda para los masculinos y Devoto para las femeninas, cada uno asumió orgullosamente su historia, las chicas dijeron que eran la Jotape, yo de la Fede, el Negro de Montoneros y el Mono del Erp.
Aunque al Negro no lo levantaron en Santa Fe sino en la escuela rural que había fundado luego de dejar de militar en la Organización Política Militar, por el centro de la provincia, más cerca de Rafaela que de Santa Fe.
Cuándo testimonió en el juicio oral, volvió a sentir la angustia de que los milicos golpearan a los chicos que dormían en el colegio como internados la noche que cayó la patota y se lo llevaron.
Fue el único momento en que lagrimeó o eso me pareció a mi.
El humanismo revolucionario, decía Aníbal Ponce es infinitamente superior al mejor del mejor de los humanismos burgueses, pero qué humanismo burgués ni ocho cuartos, si esta banda de asesinos había eliminado sistemática y rigurosamente hasta la más mínima partícula de lo que ellos llamaban debilidad femenina, inaceptable en un guerrero contrainsurgente.
Algo así también dijo el Rubén de Reconquista, sentado frente al tribunal como si fuera un personaje importante, justo él que hace rato no consigue trabajo ni comida buena ni mala ni casi nada; lo miraba al Presidente del Tribunal y Brusa lo miraba a él con una cara de asombro que ni la condena podría superar: el día que la Alicia cumplió años, contó él, se lo festejamos con el Mono, el Alcides y el José, cantando despacito para que no nos escuchen los guardias, porque fíjese Ud. que esta gente no tiene nada de humanismo, dijo el Rubén venciendo la dificultad para hablar que le dejó aquel ataque de presión que casi se lo lleva puesto, en una lección de humanismo proletario que bien podría haber considerado Ponce para ese libro que el Comandante Guevara llevaba en su morral de guerrillero heroico asesinado en la quebrada del Yuro aquel maldito día de octubre del 67 poquito antes que toda esta historia estuviera por comenzar.
El Negro pasó por La Perla.
Bueno, más que pasó estuvo y vaya si estuvo.
Dijo el Negro que comparada con La Perla, la Cuarta era un centro clandestino de cuarta, o sea que La Perla era una de las perlas del sistema del Terrorismo de Estado, uno de los lugares donde se juntaba la perversión con la sofisticación, la tecnología con la brutalidad más absoluta, el odio ideológico con el cumplimiento rigoroso de los manuales de tortura que los milicos argentinos habían copiado de los yanquis de Vietnam, de los Franceses de Argelia y hasta de los Españoles de la Inquisición.
El Negro estaba relatando minuciosamente todo eso cuándo uno de los represores abogados de los represores le volvió a preguntar a qué organización pertenecía y fue entonces y no antes, ahora me acuerdo bien, que él le dijo que pertenecía a la Organización Montoneros, y me acuerdo bien que le dijo que pertenecía en tiempo presente y no que había pertenecido en tiempo pasado con lo que se iluminaron los ojitos del represor abogado de los represores y amagó repreguntar.
El fiscal se asustó y quiso oponerse a la pregunta porque el juicio era contra Brusa y no contra el Negro, dijo, o sea que no estaba en discusión qué era el Negro sino lo que habían hecho el Juez Torturador y sus amigos del grupo de Tareas, de la Cuarta, de la Guardia y el Área Militar, pero el Negro hizo un gesto de dejen que pregunte y entonces comenzó el interrogatorio.
¿Qué función tenía Ud. en Montoneros?
Y la protesta de nuevo del fiscal y la respuesta tranquila del Negro Oficial, Oficial Montonero, señor abogado.
¿Y qué tareas tenía asignada como Oficial Montonero?
Repreguntó exultante el represor abogado de los represores, el mismo que el primer día del juicio se volvió loco con la foto de Alicia que metimos en la sala y se cagó de bronca cuando le ganamos esa primer batalla que si no jurídica, y la Alicia se quedó todo el juicio con nosotros; así que cuándo el Rubén contó su cumpleaños, ella pareció asentir.
Oficial de Logística dijo el Negro y la escena parecía a contramano, como si todo al revés: los fiscales y algunos de los querellantes miraban espantados y los represores abogados de los represores y los mismos represores alentaban la esperanza que no se sabe que secretos morbosos se revelarían en esa sesión que hicieran parecer menos graves sus propios delitos.
¿Y qué hace un oficial montonero de logística?
Insistió casi en un susurro, de la emoción, el represor abogado de los represores.
Y el Negro contestó imperturbable que las tareas de la logística hacen a las condiciones en que una fuerza libra la batalla señalada y que cómo el confiaba en la fuerza popular sus tareas logísticas habían sido fundar la escuela de donde lo secuestraron, una cooperativa agraria que todavía funciona y siguió enumerando todas las tareas de organización popular que había cumplido antes, durante y después de su paso por la estructura de la Organización Política Militar.
A esa lista debería sumarle su testimonio ya que su lección de poder popular podría figurar en los manuales de educación política de las nuevas generaciones militantes para espanto del pobre represor abogado de los represores que pensaba atrapar -otra vez- al Oficial Montonero como en aquel secuestro del Grupo de Tareas sin percibir que con su pobre pensamiento represor jamás podrá comprender las razones de una generación de luchar por la vida, no importa qué, en procura de algo tan intangible para él como un sueño de esos a los que él nunca podrá asomarse.
Y se sabe que a un sueño no se lo puede matar ni desaparecer, como hicieron con Alicia y los otros treinta mil porque es de una materia inasible para la picana y los grilletes.
Que de sueños se hizo el lazo que armaron los sobrevivientes de la Cuarta para atrapar algunos de los represores y sentarlos frente a una historia que los condena y se inscribe en otra historia, la historia grande que está por comenzar, doscientos años vista de lo anunciado en aquel Mayo insurgente.
Gracias José por esta instantánea (realidad ficcionada) de mi viejo. Seguramente para la historia universal pasará desapercibida pero para mí, para mis hermanos, nuestros hijitos y los que vengan es fragmento de una preciada brújula que vamos construyendo con retazos de historias y que nos guía. Gracias.
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Tu viejo no pasará desapercibido en la historia; cuando el país sea libre de verdad y justo y solidario; cuando no haya razones para rebelarse contra un poder que será del pueblo de verdad; el Negro será parte de los que cambiaron la historia…….y de mis relatos este es de los menos ficcionados que escribí jaja…..abrazos
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