El primero de mayo remite a la tradición de lucha de las y los trabajadores de todo el mundo. Nació como una jornada de luchas por la conquista de las ocho horas de trabajo retribuidas con un sueldo digno, conquista que todavía aguarda ser reconocida para cientos de millones en el mundo y también en la Argentina. Si en ocho horas de trabajo se ganara lo suficiente para bien vivir otro sería el mundo y otra la Argentina.
Fue la Internacional Socialista, conocida como Primera Internacional, quien convocó a la jornada internacional que también se cumplió en la Argentina, al menos en Buenos Aires, Rosario, Bahía Blanca y Chivilcoy donde los grupos obreros ya organizados convergían con los primeros nucleos socialistas y anarquistas que ya tenían unos años.
Podría decirse sin temor a equivocarse que fue el nacimiento de la lucha moderna por los derechos humanos (antes habían existido las luchas contra la opresión nacional de los pueblos originarios, la lucha de los pueblos del interior contra el doble colonialismo, el porteño y el inglés pero ninguna de ellas había logrado un carácter tan nítido de clase, de diferencia social): una acción colectiva para conquistar un derecho que ya era una necesidad humana y que el gobierno se negaba a reconocer.
Los trabajadores han sido, y siguen siendo, la fuerza social más comprometida con la lucha por la conquista de los derechos humanos en la Argentina. Pocos dicen que la primer huelga general obrera se realizó en 1902 contra la sanción de la primer ley de represión obrera, la famosa ley de residencia o 4144. Tomen nota los débiles de espíritu: la primer huelga general no fue por un vaso de té o cinco minutos para ir al baño sino una huelga política contra un acto de negación de la democracia que la Organización nacional había enarbolado como razón del nuevo país.
Y si recorremos la historia de las grandes batallas obreras, todas fueron causa y fundamento de nuevos derechos conquistados: las de la Patagonia Rebelde, las del Chaco Santafesino contra la Forestal, el emporio inglés, en el puerto rosarino, en los inquilinatos de San Telmo y la Boca hasta llegar a las huelgas salvajes de la década del 30, todas sometidas por el Ejercito, el 17 de Octubre, el Cordobazo y la historia reciente.
No perdemos de vista que la batalla más importante contra el macrismo la libraron las y los trabajadores en aquel diciembre de 2017 en donde resistieron de pie las balas, los gases y los palos en la cabeza. No fue una acción de escritorio lo que cambió la historia en la Argentina sino aquella jornada heroica por la cual todavía hay compañeros presos como Sebastián Romero.
La paradoja es que la lucha obrera consiguió recuperar algunos de los derechos civiles e individuales que el macrismo había conculcado (la intervención de la Afi, los cambios en los protocolos del Min de Seguridad nacional, el debilitamiento del lawfare por el costado de los políticos, no así de los jueces y comunicadores, etc. etc) pero no tuvo casi efecto sobre los derechos sociales. La historia se repite, no es la primera vez que se convoca a los trabajadores para derrotar un proyecto autoritario y cuasi fascista pero luego se desconocen sus derechos laborales y sociales.
La situación de los trabajadores en la Argentina es trágica: solo un tercio de ellos, o algo menos están inscriptos y gozan de leyes y sindicatos, en ellos la perdida del salario real es notoria pero mucho menor que la que perdieron los desocupados y trabajadores precarios. La distancia entre ricos y pobres, el índice gini, no para de crecer y cada vez más el hambre y la miseria rotunda campea por los barrios populares. No se trata de intervenciones puntuales, subsidios, programas o lo que sea, sino de cambiar la matriz de la distribución de la riqueza. No es la pobreza el enemigo sino los ricos, son ellos los que se engullen la riqueza nacional generando un cuadro de privaciones que ya es dantesco. Piensen en les niñes, en los que no comen, en los que no tienen ni aula ni zoom, en los que deambulan por las calles o al interior de las villas porque el supuesto núcleo familiar del que muchos hablan es toda fantasía. Si hay hasta talleres textiles de esclavos en los barrios de Flores, Floresta y Mataderos aunque tenemos defensoras de infancia, ministerios de mujeres y hasta secretaría de derechos humanos. Los hechos por un lado, las palabras por otra.
Derechos humanos y primero de mayo, buena ocasión para discutir que cosa son los derechos humanos, si lo que figura en el texto de los papeles del Estado o lo que el pueblo accede en su vida cotidiana, ejerce, goza, desea, lucha, conquista. Somos la liga en este primero de mayo luchamos por todos los derechos para todos.