El aporte de Diego Maradona a la lucha revolucionaria de Nuestra América.


In memorian de Cacho y Pablo, mis queridos hermanos que amaban al Diego tanto como yo

«Si alguien roba comida y después da la vida, qué hacer» Silvio Rodríguez. Playa Girón

La política, como el fútbol, es instantánea. Exige tomar decisiones en segundos y jugarse.  No existe la posibilidad de dejar pasar el momento y luego ver.  La muerte de Maradona ha mostrado diversas reacciones que ponen a prueba los enfoques teóricos y las estrategias de largo plazo: los dirigentes de los procesos políticos trasformadores de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia valoraron el aporte inconmensurable de Diego a la Revolución Socialista del Siglo XXI, igual que nosotros y buena  parte del movimiento popular latinoamericano que lo llora como uno propio, como si de verdad Diego se hubiera enfrentado a las mafias financieras de la Fifa, como si de verdad hubiera sido amigo y confidente de Fidel y la conducción de la revolución Cubana, de Hugo Chávez y la conducción revolucionaria de Venezuela, de Evo y de Lula; como si de verdad hubiera encabezado el tren que fue a Mar del Plata a gritar ALCA RAJO y derrotar al imperialismo en la Cumbre de los Pueblos; como si de verdad hubiera llorado a Fidel en su muerte, hubiera viajado a las elecciones de 2019 para elegir a Maduro presidente y de verdad hubiera enarbolado la bandera bolivariana, la gorrita cubana y el Che en su piel.

Parecía que nadie debería poder des ubicarse ante el deceso, los revolucionarios del mundo lo homenajean,  la derecha lo ataca furiosa; sin embargo hay sectores de la militancia que han caído en  la confusión paralizante a partir de un enfoque teórico equivocado.  ¿Por qué no ven lo que si ven los cubanos, los venezolanos, los revolucionarios de todo el mundo? Porque en vez de mirar lo real miran un libro, un papel, un dogma muy posmoderno y burgués.

En la falsa lectura de lo real en la vida y la lucha de Diego Maradona  intervienen al menos dos problemas teóricos que intentaré resaltar (ya que resolver me llevaría el libro que no tengo tiempo ni cabeza para escribir): la fuerza del posmodernismo en el movimiento feminista

El posmodernismo ha sido el modo en que el Imperio triunfante sobre el Socialismo Soviético pretendió disciplinar el pensamiento crítico: con su consecuencia fragmentadora de la realidad, busca perpetuar en la mirada fragmentada, la fragmentación que ya logró del sujeto social y del sujeto político.  Una de las consecuencias del posmodernismo en el pensamiento popular es que ya  no se construyen Movimientos Políticos Impugnadores del Orden Burgués sino movimientos sociales que cuestionan un aspecto, por más importante que sea o pretenda ser, de la realidad social.  El comunismo se define justamente como lo contrario: el movimiento de integración y cuestionamiento sistémico del capitalismo como sistema de explotación y dominación, cuyo componente patriarcal es constitutivo y por lo tanto inescindible de su naturaleza.  Solo una mirada posmoderna y antimarxista puede pretender fragmentar al Diego y adjudicarles características buenas y malas, como la Iglesia Católica con el cuerpo y el alma.  Valga como referencia a lo que llamaba Carlos Marx “comunismo”: «El Comunismo no es un estado que debe implantarse,un ideal al que haya que sujetarse la realidad.Nosotros llamamos Comunismoal Movimiento real (wirkliche Bewegung)que anula y supera el estado de cosas actual»(Engels&Marx, Die deutsche Ideologie, 1845-1846)

La segunda cuestión es la incomprensión absoluta del proceso de “revolución moral” en términos gramscianos, que requiere un proceso de revolución real.  Fue el amauta José Carlos Mariátegui quien hace unos cien años recuperó el mito para el pensamiento crítico.  La conciencia política de los pueblos se moviliza por medio de mitos que simbolizan y encarnan las ideas políticas principales de una época.  Fidel es el gran mito revolucionario del siglo XX, y no solo para Nuestra América, encarnó luego del debacle soviético el sueño eterno de la Revolución jamás derrotada.  En un país donde la revolución sigue siendo una promesa, el Diego encarnó -como mito popular- el antimperialismo consecuente. 

El Diego Mito es inseparable de Fidel el Mito, de Chávez el Mito y de Evo el Mito.  Reducirlo a una pelota de futbol o a sus adicciones, taras machistas y burguesas u otras es desconocer cómo funciona el mito. Y como sin el mito no hay conciencia política. 

Aguante el Diego, eterno pasajero del tren del No al Alca, del apoyo a Chávez  y Maduro, del abrazo con las Madres de Plaza de Mayo.  Diego el mito es tan nuestro como el Che o Evita.

Pd.   Hace unos veinte años, cuando dedicaba todas mis horas a la educación popular, escribí algunos textos de difusión del pensamiento de Gramsci y Mariátegui que pueden resultar útiles, también uno sobre el futbol y el neoliberalismo.

Les dejo aquí los enlaces:

Gramsci y la formación política de los revolucionarios – Crónicas del Nuevo Siglo (cronicasdelnuevosiglo.com)

Mariátegui y los comunistas argentinos – Crónicas del Nuevo Siglo (cronicasdelnuevosiglo.com)

Una mirada al dominio dictatorial sobre la sociedad en un punto impensado: el futbol y los clubes de barrio – Crónicas del Nuevo Siglo (cronicasdelnuevosiglo.com)

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