En esta semana hemos tenido eventos de importancia, aunque no en un sentido constructivo y de avance. Todo lo contrario.
Comencemos por la impunidad de los hechos del terrorismo de Estado que sufrimos en el Cono Sur en el período que duró entre el golpe pinochetista de 1973 y el fin de la dictadura de Galtieri. Los juicios fueron una conquista de una larga lucha que tuvo que derrotar la autoimpunidad decretada por la dictadura, el Felices Pascuas y las leyes de impunidad de Alfonsín de 1987, el Indulto de Menem y el largo periodo de impunidad dura hasta finales del siglo XX. Fueron los fuegos de diciembre del 2001 los que pusieron fin a ese período y explican el ciclo de juicios que duran ya quince años. Algunas de nuestras denuncias vienen de 1977, por ejemplo, la del Negrito Avellaneda y la mía contra el ex juez Brusa. No era este el tipo de juicios que eran necesarios. Carlos Slepoy, el gran abogado argentino exiliado en Madrid, igual que el Marino Andrea D Amor proponían juzgar el terrorismo como el Plan se había ejecutado: en cuatro o cinco grandes juicios por región militar. Mega juicios por el delito de Genocidio. Una especie de Nuremberg a la Argentina. Que quede constancia. Esa era nuestra propuesta que fue desoída y rechazada por el gobierno de Kirchner y la Corte de Lorenzetti. Por el contrario se hicieron cientos de juicios interminables, mal instruidos que nunca llegaron a cuestionar ni al poder económico ni a la Embajada de los EEUU, el gran responsable del Genocidio.
El resultado es muy contradictorio. Una gran victoria contra la impunidad dura y de los jefes militares, pero ahora muchos de ellos en sus casas amparados en una demora programada por la Cortes Suprema para que al no ratificar las sentencias los criminales puedan alegar presunción de inocencia. Somos los más perjudicados con esta maniobra: los asesinos de nuestro Floreal Avellaneda condenados en el 2009 siguen gozando de la presunción de inocencia.
Todos estos problemas estaban al final del 2015, pero fueron agravados por el macrismo y la Corte de Rosenkrantz. Es más, ni siquiera convocaban al espacio estatal que debe velar por los juicios, la hoy famosa Comisión Interpoderes formada en el 2008 por exigencia de los organismos.
Luego de cuatro años de ningunear todo, Rosenkrantz convoca a la Comisión Interpoderes en lo que para nosotros era una clara maniobra de encubrimiento de sus responsabilidades pero también instalando un escenario que se podría haber aprovechado para hacer visibles las deudas del Estado Argentino que exceden largamente a la Corte Suprema, abarcan a todo el sistema de Justicia, incluyendo a los Juzgados de Instrucción que hace años que no investigan nada, reciclan la información que les dimos, pero también el Poder Ejecutivo que no ha recompuesto nada de lo que el macrismo destruyó y el Poder Legislativo que sigue mudo sordo y ciego ante los juicios, sin poner en marcha la comisión de investigación de los crímenes del poder económico.
Hubo diferentes posturas. Algunos fueron otros no. Algunos por una razón otras por otras. Las nuestras son contundentes: “la memoria, la verdad y la justicia son bandera del movimiento popular” y “no aceptamos que se pretenda utilizar por la derecha golpista (Rosenkrantz)”, pero a la vez señala que no convalida la decisión del oficialismo “de frustrar» la comisión Interpoderes exigida por cuatro años desde las víctimas, los familiares y los organismos de derechos humanos. Para ellos, la ausencia de los representantes de todos los poderes frustró el espíritu del encuentro. “El lugar para reclamar es justamente esta comisión Interpoderes que unos y otros nos siguen negando”
La reunión se frustró el jueves, algunos celebran, otros no; pero lo real es que el proceso de impunidad para los terroristas de Estado sigue firme como antes y que el espacio de los movimientos de ddhh sumó un desacuerdo más y una frustración nueva.
Como dijimos en nuestra declaración del jueves: Compartimos algunas caracterizaciones sobre la Corte y reafirmamos que si el oficialismo se dispusiera a producir una reforma judicial radical, cambiando la Corte Suprema, el Código Penal y promoviendo nuevos jueces, probos y democráticos, contará con nuestro apoyo. Se debe comenzar por indultar a todos los presos políticos y abrir un proceso de revisión de las causas judiciales fraudulentas. Hace años que es imprescindible una Reforma de la Constitución Nacional. No es con palabras que se conquista la democracia, se necesitan hechos.
No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.
Juicio y Castigo a Todos los culpables de los crímenes de Estado, desde la Masacre de Ezeiza en 1973 hasta Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y Facundo Astudillo Castro.
La impunidad, las palabras y las cosas

Me emociona ver la foto del Negrito Avellaneda, siempre me emociona!
Milite con sus padres y con el, en el Barrio de Munro hasta después de la muerte de Perón.
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