Buenos Aires, 23 de marzo de 2018
Querida Alicia
Hace un tiempo que no hablaba contigo, ni siquiera te escribo.
Dice mi psiquiatra que es porque estoy mejor pero yo pienso que es porque estoy más loco; solo un loco puede olvidar los días vividos en La Cuarta, en aquel octubre/noviembre de 1976, hace unos cuarenta y dos años, o sea, ayer.
Empiezo por decirte que tus hijos y nietos están muy bien, se acuerdan mucho de ti y son muy cariñosos y generosos con nosotros, aquellos que vivimos los últimos días junto a ti en aquel agujero de horrores y dignidad.
Hace unos días estuve en Reconquista con Alejandro, Raúl y otros compañeros que estaban también en aquellos días por La Cuarta y nos acordamos mucho de ti, de las conversaciones y hasta de una celebración silenciosa, pero no menos cálida que Raúl le espetó a Brusa con aquellas palabras tan justas….”porque nosotros somos humanos, no como usted…..
También están bien las chicas y los muchachos del EMPA que desde el 2015 lleva tu nombre en nuestra Santa Fe, tan pacata y conservadora en sus clases altas y tan cariñosa y combativa en sus sectores populares.
Al fin, luego de tantos y tantos años de exigirlo, pedirlo, rogarlo, en voz alta y en susurros, en los estrados judiciales y en las oficinas burocráticas de los burócratas de la democracia, la Cuarta dejará de ser un centro de detención y exterminio, un agujero de encierro para los jóvenes revolucionarios de ayer y para los jóvenes pobres de este siglo, tan formal en eso de declarar derechos que nadie cumple, ni piensa cumplir.
Mañana, dicen que el gobierno provincial comenzará el proceso de desalojar la maldita policía santafesina para comenzar un proyecto de memoria y “fomento de los derechos humanos”
Si nos llamaron a participar?
No, para nada.
El mismo Estado que una vez nos secuestró, torturó y mató ahora decide por cuenta propia el destino y el modo de transformar la Cuarta.
Qué si me enojo y descalificó?
No, para nada.
La Cuarta, como lo prometimos en sus puertas cerradas hace como veinte años, será un espacio para recordar, para recordarte, para recrear tus poemas y tus diarios, para que vuelvan a hablar contigo aquellos pobres campesinos del norte que siguen más o menos como cuando a vos te arrancaron de ellos.
Mañana no puedo ir porque hay que ir a la Plaza de Mayo para cerrar el paso a los negacionistas y constructores de la impunidad, pero te prometo que pronto iremos por allí, miraremos y te cuento.
Con el afecto de siempre
Con la misma voluntad revolucionaria de siempre
Tu amigo para siempre
José Ernesto