Un poema para los huesos de Pedrito



A Marco y Rosa

dignos sobrevivientes

del naugragio

 

 

Dicen que debajo de esa bandera,

dentro de ese pequeño cajón,

están los huesos de Pedro.

 

Dicen

que su hija menor,

que creció sin conocer la  historia

tomó la bandera de su padre

y la puso sobre la caja de madera

donde reposan

los huesos  de Pedro.

 

Dicen

que cuando lo atraparon

manoteó su 38 y opuso resistencia

 cumpliendo con aquel grito

 de una tarde de nieve,

cerca de la Plaza Roja,

doce años antes de aquel instante

 

Entonces,

 gritó seremos como el Che

o al menos

como el Che quiere

que seamos, señalé.

 

Dicen

que lo mataron

a los veinticuatro días:

o sea el 29 de marzo  de  1984.

Así  escribieron los militares guatemaltecos

tan prolijos como todo

militar latinoamericano

en eso de asesinar.

 

Dicen y dicen


porque yo no lo vi más

desde aquella tarde de nieve

 

No lo vi

cuando cruzaba fronteras

con nombre falso

y  bigote recortado

 

No lo vi

cuando entró

a su Guatemala

y se  puso  a pelear

justo cuando aquí

caían dictadores y volaban

Allendes por el cielo

 

No lo vi

cuando volvió

a cambiar de nombre tantas veces

que ni él se acordaba quien era.

 

Pero ahora recuerdo

que aquel 29 de marzo de 1984

yo estaba en Villa Constitución,

celebrando que un día el pueblo

se puso el uniforme de pueblo

y salió a la calle.

 

Pero ahora recuerdo

que aquel 29 de marzo de 1984

me tomé un par de vinos

con el Tito,  el Carlos y el Tato

que eran buenos

en eso de ponerle al pueblo

uniforme de pueblo,

y salir a pasear con las banderas

en alto.

 

Banderas como esas

que la niña de Guatemala,

criada en el país de los gringos,

dobló con amor

para poner sobre la caja

de los huesos de su padre.

 

Mi amigo guatemalteco

perdido en la noche,

 que recuerda mi  culpa de estar vivo

y no ser, como vos,

un puñado de huesos

dentro de una caja

bajo una bandera

 

2 comentarios sobre “Un poema para los huesos de Pedrito

  1. Ay José Ernesto, tenes la sensibilidad para llegar al corazón de quién te lee. Si vos vieras visto como quitó de mis manos la bandera esa que decis que dobló con cariño para ponerla en el feretrito de su padre. Te cuento algo, yo daría cualquier cosa porque esos huesitos fueran los de mi hermano Emil, quién cumplió 30 años de estar detenido desaparecido por los gorilas de verde oliva de este país, y que ahora han vuelto al poder por el voto de una parte de este pueblo ingranto y desmemoriado. A Pedrito lo protegen sus padres, ahora tiene una tumba con nombre y apellido, pero faltan 45,000 tumbas que esperan a nuestro seres queridos para cobijarlos aunque sea en un cementerio.

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  2. Querido José, solo puedo decirte que seguimos siendo compañeros, y amigos, porque a esos los escogemos. Te quiero eternamente, aunque no creo en lo eterno…

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