En su pagina web, telam.com.ar, la agencia oficial informa que en la entrevista de la presidenta de la Nación con el presidente de los EE.UU. “manifestó a Obama la importancia de que los dos países avances en la cooperación en temas como “intercambio científico, tema nuclear y terrorismo”.
La lucha contra el “terrorismo” es para el gobierno de los EE.UU. el modo de nombrar sus acciones ilegales de contrainsurgencia: el asesinato de los comandantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Raúl Reyes y Alfonso Cano, destinados a sabotear los esfuerzos del movimiento popular por darle una solución política al conflicto armado colombiano; el asesinato de sus antiguos aliados Bin Laden y el errático Muammar Kadaffi, cuando ya no les servían para sus planes y podían alguna vez revelar secretos del financiamiento de Al Qaeda; los intentos golpistas frustrados en Venezuela y Ecuador y el exitoso contra el presidente constitucional Zelaya de la hermana República de Honduras, el mantenimiento de la nefasta Cárcel de Guantánamo y las otras Cárceles Clandestinas tan parecidas a nuestros 524 Centros Clandestinos de Detención Torturas y Exterminio registrados por el propio Estado nacional en distintas instancias (CoNaDep, Secretaría de Derechos Humanos y ahora los Juicios Orales contra los genocidas).
Desde setiembre de 2001, el stablishmente imperial yanqui, recubrió su estrategia de dominación mundial que busca, casi desesperadamente, impedir que los efectos de la crisis general del capitalismo mundial afecten sus posiciones hegemónicas, especialmente en lo que ellos consideran su “patio trasero”, nuestra América Latina, tan poco dispuesta a seguir sumisa y obediente como ellos pretenden, con la máscara de la lucha contra el “terrorismo”, so pretexto del atentado a las Torres, las supuestas “armas químicas” de Irak, o el supuesto plan bélico nuclear de Irán. El despliegue de sus fuerzas armadas por todo el mundo, en Bases Militares formales, como las que tiene esparcidas por toda Colombia o supuestas misiones humanitarias como la autorizada por el gobernador del Chaco en el aeropuerto de Resistencia es solo la punta del iceberg de un fenomenal plan de contrainsurgencia mundial que no se privará de utilizar todas las armas y acciones carácteristicos del accionar de la CIA, como tristemente conocimos los latinoamericanos en los “años del lobo” con la Operación Cóndor que se cobró la vida de tantas personalidades democráticas de Chile y otros países.
Conviene recordar que este compromiso de “cooperación en temas como intercambio científico, nuclear y terrorismo” viene de lejos. En mayo del 2007 durante una Conferencia sobre Seguridad Interamericana, organizada por el Comíte Judio Americano (lo que equivale a decir al Sionismo internacional, lo que es equiparable al propio Estado Terrorista de Israel), al que asistió como oradora la entonces Senadora Nacional Cristina Kirchner, se realizó una reunión entre Anibal Fernández y el entonces Subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental Charles Schapiro, uno de los “halcones” más agresivos de la administración imperial y organizador directo del intento de Golpe de Estado contra Chávez.
¿Habrá sido por casualidad que un mes más tarde, inesperada y apresuradamente, el entonces presidente Néstor Kirchner enviara el proyecto de Ley Antiterrorista, aprobada por el Congreso Nacional en tiempo récord?
¿Habrá jugado nuevamente la casualidad en el restablecimiento de “cordiales relaciones” entre los gobiernos de los EE.UU. y Argentina, con la sanción de la “nueva” ley antiterrorista, producto de una “autocrítica” del Poder Ejecutivo que consideró demasiado “benigna” la del 2007 y consideró necesario modificar el conjunto del Código Penal de modo tal que cualquier delito que sea calificado por un Juez Federal como “terrorista” (así, con la ambigüedad y carga estigmatizante que el vocablo tiene entre nosotros) duplique el monto de la pena que le correspondería en principio.
Para los que siguen subestimando estos temas y diciendo que son “jugadas para la tribuna”, les recomendamos tomar nota de estas claudicaciones, porque si no las enfrentamos de manera unida y contundente (por ejemplo, exigiendo la derogación inmediata de la citada Ley Antiterrorista que fuera repudiada por el conjunto del movimiento de derechos humanos y popular el pasado 24 de marzo) estos vientos traerán tempestades que no repararán en quienes hayan exigido la derogación de la Ley y quienes la hayan considerado “inofensiva”.