Ya hay quien habla por su boca muerta


 

A los diecisiete años, mi padre Mauricio

cruzó el Atlántico en un barco de carga

escapando de la hambruna europea

 

eran cuatro rusitos del mismo nombre

para regocijo de los discriminadores criollos

que siempre nos trataron como naides

por judíos, rojos y pobres.

 

A los dieciocho yo hice el viaje al revés

con nombre cambiado y tres jóvenes

comunistas que soñábamos con la bandera

roja del Kremlin en los atardeceres

 

el cordobés alberto, fue fusilado por

Menendez, el asesino general,

unos días antes del golpe

 

los otros dos, uno porteño

y el otro de morón

no soportaron la caída del Muro

y aunque siguen caminando

hace tiempo que ya no son

como algunos saben

yo sobreviví alguna bomba

y algún encierro clandestino

 

en la cárcel soñaba,

lo juro que soñaba,

con una niña corriendo en un

campo con el sol a su espalda

 

ayer Mariana llegó a las alturas

del Machu Pichu

con ella llegamos mi viejo, yo

y los que quedaron en el camino

 

hace más de setenta años

Pablo, el poeta, declaró a sus pies

su amor por América diciendo

 

Ésta fue la morada, éste es el sitio:

aquí los anchos granos del maíz ascendieron

y bajaron de nuevo como granizo rojo.

 

todo vuelve

nosotros volvimos a viajar

y los pueblos volvieron a

las alturas del Machu Pichu

ya hay quien habla

por su boca muerta

nota aclaratoria: el texto en  cursiva corresponde al poema de Pablo Neruda  «Alturas del Machu Pichu «

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