Consultado por Radio Panorama, al cumplirse 33 años de la dictadura –hecho que el país recuerda con marchas y actos en todo el territorio nacional- Schulman manifestó que quienes vivieron el terrorismo de Estado en un día así “pasan cosas, racionales e inconcientes”.
“Yo fui secuestrado un 12 de octubre y sistemáticamente desde entonces en esa fecha me pasan cosas. El 24 de marzo es un día en el que se concentran muchos recuerdos, pero yo lo vivo como un día de victoria, nosotros nos sólo sobrevivimos físicamente sino como personas y seres humanos. Actualmente, el sector de la sociedad que sabe que hubo un genocidio y que nos acompaña en la lucha contra la impunidad es infinitamente mayor a la existente el 24 de marzo del 1976”, manifestó.
Schulman consideró que el recuerdo representa “un día interesante”, aunque consideró que el feriado “no ayuda al debate”.
“Al menos las personas se movilizan en actos, marchas y eventos, yo hubiese preferido que haya una sola, pero lamentablemente las diferencias secundarias se imponen sobre lo principal. Eso es un problema profundo y colectivo del movimiento popular argentino que nunca se dio maña para distinguir entre lo principal y lo secundario”, expresó.
La lucha contra la impunidad
En los ensayos que ha escrito sobre la problemática, (entre ellos “la banalización del ‘nunca más’ durante la democracia kirchnerista”) Schulman se encargó de expresar que considera a Jorge Julio López como el desaparecido 30.001. No obstante haber sido consultado sobre este hecho particular, el activista consideró indispensable pensar el “problema en su conjunto”.
“Hay que tratar de pensar el problema en su conjunto. Logramos derrotar las leyes de impunidad y los decretos de indulto, tuvimos fuerza como para reabrir las causas pero evidentemente ni el poder Ejecutivo, ni el Legislativo ni la Corte Suprema tenían la menor idea de lo que estaba pasando, ni mucha voluntad para avanzar. Las causas no están diseñadas ni planificadas, no hay una estrategia para avanzar y hay una falta de simetría entre el objeto a investigar -que es el genocidio- y el instrumento que se utiliza para hacerlo, que es el Código Penal clásico en la Argentina”, destacó.
Schulman consideró que esas condiciones “abren un espacio fantástico” para que la defensa de los represores “meta chicana jurídica, empantane y demore”, expresando que no existe una base “que el Legislativo podría haber diseñado hace años”.
“Aún no hay indicios de que se quiera elaborar un plan. El que organizó el terrorismo fue el Estado, por lo tanto hay que juzgar el terrorismo de Estado tal como el Estado lo organizó, por áreas militares, por subzonas militares, con comandancias muy claras, con cadenas de mandos. El Estado argentino estaba articulado a la Junta Interamericana de Defensa, que estaba bajo el comando operacional del ejército de Estados Unidos. Por eso es que no es muy difícil vislumbrar lo que hay que juzgar”, sentenció.
Asimismo, expresó que al no haber voluntad política “se juzgan casos aislados y se pierde de vista el hecho real”.
“Aquí no ocurrieron 5 mil o 30 mil asesinatos aislados, sino un genocidio, el exterminio de un grupo nacional para reorganizar radicalmente un país. Eso es lo que no se quiere juzgar, por eso se demora, permitiendo -sobre las bases de las relaciones de los represores y la parte del aparato estatal que les responde- que ocurran situaciones como la de Jorge Julio López”, explicó.
Schulman aseguró que Felipe Solá expresó a integrantes de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre que detrás del secuestro de López estaba la bonaerense (por la policía) “pero nos dijo que no le pidamos que meta mano ahí porque no quería desestabilizar la provincia de Buenos Aires. Yo creo que esa idea es la tienen los gobernantes nacionales”.
Una actualidad diferente
Si bien las nociones para llevar adelante políticas que procuren el castigo de los responsables del genocidio suscitado durante el gobierno de facto, no son las idóneas para Schulman, él mismo consideró que en la actualidad el país sufrió “cambios importantes, el gobierno actual manifestó una voluntad de avanzar sobre el tema que no tenía ni Menem ni De La Rúa”
Finalmente, manifestó que “el problema es que esa voluntad no está planificada ni organizada, y vacila ante la primera resistencia de la derecha. Para vencer la impunidad en Argentina no alcanza con gestos, hay que enfrentarse a fuerzas muy poderosas, y ahí es donde vemos que no hay voluntad política”.
“Nosotros nos sentimos más reconocidos que nunca, y en esas condiciones esperamos poder combatir la impunidad. Aquí no hay medias tintas, o uno va contra los represores a fondo o no va”, concluyó.