Entre el espanto y la ternura


Reflexiones sobre lo que se encuentra al regresar al sitio donde se estuvo secuestrado hace treinta y dos años y sobre la vigencia de la lucha por los derechos humanos.

El jueves tres de abril se realizó el primer reconocimiento judicial a la Seccional Cuarta de la Policía de Santa Fe, en la ciudad homónima, en la esquina de Bv. Zavalla y Tucumán, lugar donde en los años de la dictadura funcionaba un Centro Clandestino de Detención y Torturas (denunciado ya ante la Conadep en el 84) y del cual fue desaparecida Alicia López Rodríguez de Garraham a finales de noviembre de 1976

Así pues que, junto a Graciela –quien era mi compañera por esos años-, a Vilma y Raúl, volví a entrar al lugar donde estuve secuestrado dos meses en el ’76 y dos días en el ´77.  En el ´76 fue que desapareció Alicia, en el ´77 que Brusa, Ramos y otros me sometieron a simulacros de fusilamiento y torturas.  En el ´92 denuncié que el entonces Juez Federal Víctor Brusa había sido parte del sistema operativo del Terrorismo de Estado.  En el 2000 fue destituido, en el 2002 se abrió la causa y desde el 2005 está detenido junto a otros represores.  La causa está ahora en el Tribunal Oral Federal y debería ir a Juicio Oral este año.  La desaparición de Alicia la denuncié en todas las oportunidades que declaré en España, ante el Consejo de la Magistratura y ante el Juzgado Federal.  El relato de su desaparición está en mi libro Los laberintos de la memoria, cuya primera edición es de 2003.  Sin embargo, recién ahora se abrió la causa, por fuera de la que va a Juicio Oral. Como si fueran cosas distintas.  Mismo lugar, mismo grupo de tareas, mismos testigos, otra causa.  Así se construye la injusticia en la Argentina.

En el Juzgado me pidieron que hiciera un plano de la Cuarta y no tuve dificultades, creía recordar todo bastante bien. Pero cuando llegamos al lugar, el espanto que sentí no fue el de revivir el pasado sino el de verlo en el presente.  A pesar de alguna pared por acá y otra por allá, llegué sin problemas al sitio donde había estado en el ´76: una celda grande, totalmente vacía, con barrotes al frente que daban a un patio, con otra celda grande a un lado y cuatro celdas chiquitas, «tumbas», del otro.  Alicia estuvo en una de esas tumbas y ahora, recién ahora, me vengo a enterar que hablábamos seguido y que alguna vez compartí mi ración de pan con ella.  Contó Graciela que al llegar a la Cuarta para un interrogatorio y ser puesta en una de las tumbas, una mujer menuda la recibió, le preguntó quien era y le dijo que yo estaba al lado. Que me llamó e hizo chistes sobre la visita.  Y Raúl, a quien había conocido en 1971, luego del Corondazo, una lucha de los productores de frutilla, le explicó al funcionario judicial que podía reconocer el lugar de encierro de Alicia porque le llevaba parte de mi ración y de los otros compañeros secuestrados dada su manifiesta debilidad.  Después de su oficio de recolector de frutilla, trabajo duro si lo hay, Raúl entró a la Policía y estaba en la Cuarta cuando yo llegué en el ´76.  Fue él quien avisó a mi familia y mi partido que yo estaba secuestrado.  Y no lo veía desde entonces.

Así entré a la Cuarta, emocionado por el paso que estábamos dando y por los recuerdos de una época de espanto que siempre estuvo cruzada por la ternura del compañerismo y la solidaridad rayando en el heroísmo, pero a medida que caminaba por sus pasillos y me acercaba a «mi» celda, un nuevo espanto me fue invadiendo.  Por todos lados había presos, en condiciones inhumanas, iguales o peores que las «nuestras».  Y en el mismo lugar de donde había desaparecido Alicia, en la misma celda donde había estado yo, ahora había otros presos, jóvenes, muy jóvenes, que me contaron que también ahora los golpeaban y les robaban lo que las familias traían.  Y nosotros sacando fotos como si fuéramos arqueólogos de un pasado remoto. Y los derechos humanos violados delante de nuestros ojos.

Así que salí y le dije a la prensa que era un escándalo que en el mismo lugar donde había funcionado un Centro Clandestino de Detención ahora se someta a seres humanos a condiciones de detención que son en sí torturas. Y que es hora de desalojar la Cuarta de los policías y convertirlo en un sitio de Memoria.

Una vez leí que la relación entre el pasado y el presente, entre la memoria y el olvido era más compleja de lo que parecía: que cada parcela de memoria era el resultado de diversas operaciones de olvido.  Y yo me resisto a que la memoria de la Cuarta sea sobre la base del olvido del presente.  De que yo no vea a los muchachos presos en mi celda, y en la de Alicia.

Alicia era militante de las Ligas Agrarias del norte santafesino, y la desaparecieron por eso. Raúl adhirió por un tiempo a UPARA, Unión de Productores Agropecuarios de la República Argentina, que también intentaba organizar a los campesinos pobres y de las producciones regionales, que no integraban la Federación Agraria Argentina que por esos años daba la espalda a los pobres del campo y la ciudad.  La Fede me mandó a colaborar con esos esfuerzos y la Dictadura nos juntó a los tres en la Cuarta.  Recuerdo haber visto en la Cárcel de Coronda a gente de las Cooperativas Agrarias y hasta de Sancor, pero nunca vi un socio de la CRA, la CARBAP y la Sociedad Rural, más bien recuerdo que esos estaban en los Ministerios de Agricultura de los milicos.

El pasado y el presente. La dictadura y el campo. La memoria y el olvido.

Digámoslo de una vez, algunos nos proponen luchar contra el pasado a condición de olvidar el presente y nuestra memoria no tiene precio. No estoy dispuesto a olvidar lo que vi el tres de abril de 2008 cuando reconocí el lugar donde desaparecieron a  Alicia en noviembre de 1976. Como tampoco estoy dispuesto a luchar contra otro capitalismo que no sea el realmente existente, con sus mecanismos de rentabilidad capitalista y sus modos de dominación. Con el Estado que lo defiende y el Gobierno que lo administra y hace sustentable.

No quiero una memoria que olvide el presente sino que lo cuestione y lo critique como continuidad y resultado del Genocidio y las sucesivas prácticas de dominación.

Alicia estaba allí, eso es lo único seguro.

Cómo se construye la memoria de su desaparición es lo que está en discusión

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