Angelelli: el obispo mártir


Hace treinta años, un grupo de tareas del Ejercito asesinaba a un Obispo. Se llamaba Enrique Angelelli, era cordobés y había llegado a La Rioja en 1968.

Primera pregunta: ¿por qué se mata a un Obispo?, sobre todo si el gobierno que lo manda matar se dice católico.  La respuesta no se puede encontrar sólo en las acciones del Pelado, un religioso de largo compromiso social que en 1962 había amonestado a los patrones de Eveready con una sentencia profética: “si estas injusticias continúan algún día estaremos juntos en el mismo paredón Uds. los patrones y nosotros los curas. Ustedes por no haber sabido practicar la justicia social. Nosotros por no haber sabido defenderla” y vaya si el Pelado intentó defenderla.  Tampoco por lo que ocurría en una Iglesia sacudida por los cambios internos y los reclamos de afuera.  A Angelelli lo mataron como a los otros 32 riojanos desaparecidos y/o asesinados, por ser parte de una Rioja que resiste que contaba entonces con tres torrentes convergentes, la de la Iglesia Popular de Angelelli,  la del Partido Comunista y el movimiento obrero y la de una cultura de izquierda, simbolizada en Alipio Paoletti y su diario “El Independiente” que habían instalado un nivel de alternativa política intolerable para la vieja oligarquía riojana, socia menor de la rosca de poder nacional y el imperialismo.

El crimen de Angelelli sigue impune gracias al silencio de la Iglesia y la complicidad del peronismo riojano, que ha sido gobierno desde 1983.

Segunda pregunta: ¿por qué, entonces, los homenajes y los gestos de Bergoglio y de Kirchner?

La Iglesia institución, la de entonces y la de ahora, ha sido implacable con Angelelli, negó su crimen, y sobre todo su obra, desarticularon meticulosamente cada espacio religioso que pretendiera continuar el camino del Pelado de caminar con un oído en el Evangelio y el otro en el Pueblo.

El cambio de ritual, entonces, se explica en las necesidades de Bergoglio de limpiar su pasado complaciente con la dictadura y de no quedar fuera del clima de “los treinta años del Golpe” que impulsa Kirchner como parte de su estrategia de construir una nueva hegemonía política al interior del Pejota y el bloque de Poder. Para ello necesita descalificar los dos partidos que le precedieron en el gobierno, el militar y el radical, y el discurso de reivindicación de las víctimas del terrorismo de Estado le viene de perillas, sobre todo si los gestos son vacios.

El mismo Juan Pablo Feinman, un filosofo que hace del Portantiero de Kirchner, tiene que reclamar[1] que “si se honra a Angelelli, que se honre su causa”, o sea que hay que “optar por los pobres” si el homenaje es verdadero; pero resulta  que los  pobres riojanos siguen igual, o aún peor, que al comienzo de esta historia.

La principal industria sigue siendo el empleo público y su Producción equivale al 0.53% del total nacional, superando sólo a Catamarca;  su población sigue sumergida en la pobreza en un 51%, y casi la mitad de ellos está en la indigencia.   Cómo si no hubiera estado gobernada por quien fuera el Presidente de la Nación, cómo si no hubiera recibido toda clase de subsidios y favores (sólo por Aportes Transitorios de la Nación, llegaron 859,87 millones de dólares, unos doce dólares por día por riojano mayor de quince años durante los 3.650 días menemistas).

La Rioja no tuvo espacio en el modelo agro exportador (1880/1945), sólo aportó sus árboles para los durmientes ferroviarios y recibió desiertos a cambio; ni en el capitalismo distributivo (1945/1975), para 1970 el cuarenta por ciento de su población había emigrado en busca de trabajo y estudios; cierto que medró con las migajas del saqueo menemista pero en la etapa kirchnerista ha vuelto ha quedar sin un lugar en el modelo y vuelta a vivir del Tesoro Nacional: sólo un 5,1% de los ingresos son recursos propios y un 58,3% sigue viniendo de la Nación.

¿No será ésta la razón más poderosa del cambio de camiseta de tantos ultramenemistas hoy convertidos en “progresistas” de palabra y gestos pero continuadores imperturbables de un menemismo sin Menem?

¿No es la alianza de Kirchner con estos menemistas reciclados la prueba de su distancia con La Rioja que resiste, esa que no participó en los actos oficiales, que construyó su propia agenda de homenajes y reclamos contra la impunidad y que construye un Congreso popular en Defensa de la Educación Pública para este fin de semana?


[1] Pagina12, domingo 6/8/06

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