La estrategia del avestruz


Y donde está Julio López?

Un nuevo lamento/reproche recorre las filas del “progresismo” vernáculo: ¿por qué no podemos ser como Europa “que se une contra el terrorismo sin banderías políticas”? sin comprender siquiera su propia responsabilidad en la cuestión.

Repasemos la historia, luego de la muerte de Franco se firmó en España un Pacto de la Moncloa que dejaba atrás (sin verdad, sin juicio y sin castigo)la sedición del ’36 y los innúmerables crimenes de la dictadura española, “todos juntos” por la democracia era el lema y el modelo se extendió a muchos países (Pacto del Club Naval en Uruguay por ejemplo)y se renueva cada vez que las sociedades civilizadas se sienten amenazadas.

Así ocurrió en ocasión del atentado a la estación ferroviaria de Atocha en Madrid y eso es lo que reclaman los escribas locales sin advertir que la movilización popular y masiva en España comenzó justamente contra la falsificación de los hechos (pretendían atribuirselo a la ETA).

Desde hace un mes, el estado nacional y provincial (y quienes lo acompañan en las labores de construcción de hegemonía cultural desde la máscara del progresismo o los derechos humanos) obstaculizan la movilización social sembrando la duda sobre lo ocurrido (“se fue a tomar té a lo de la tía”, “hay que investigar a López porque es una conspiración contra Kirchner”, “se perdió porque está demente”, etc.) pretendiendo eludir la responsabilidad (no la culpa) sobre la formalidad extrema de una democracia que sigue anteponiendo “la gobernabilidad de la Bonaerense” a la investigación certera, tal como denunció Nilda Eloy el viernes en nuestro local partidario.

El progresismo argentino ingresó a la étapa de decadencia cuando el Frente Grande y el “arrepentimiento” de Chacho de no haber votado la “convertibilidad”; en su fase kirchnerista está renunciando al último de los atributos que lo diferenciarían de una fuerza tradicional de derecha: la defensa del más primario de los derechos del hombre, el derecho a la libertad, la integridad y la vida. El secuestro de López marca un desafío para las izquierdas, construir un vasto movimiento que vaya contra la impunidad, para el cual habrá que superar los límites que desde diciembre de 2001 nos impiden transformarnos en alternativa verdadera, pero para el progresismo kirchnerista el desafío es mayor: deberán dar cuenta de que privilegian si la “razón de estado” (oh!, no eran estos los superadores del stalinismo) o la aparición con vida del compañero López


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