Desde 1930 hasta 1982, cada vez que el Poder Real, los ricos, las embajadas imperiales, los dueños de la tierra y de todo, pensaban que un gobierno no les servía los volteaban por medio de las armas.
Pero ese ciclo de golpes se agotó en su desprestigio. Luego apelaron a la alternancia entre dos fuerzas políticas idénticas pero de distinto nombre: Menem o De la Rúa.
Para derrotar al Kirchnerismo tuvieron que apelar a un modo nuevo: la guerra judicial, la guerra mediáticas, las operaciones encubiertas como la muerte de Nisman.
El Poder Judicial que siempre fue elitista y clasista para fines del gobierno de Cristina se volvió un poderoso partido político de las derechas y el Imperio.
Elaboró doctrinas como la Irurzun que metía presos a ex funcionarios diciendo que eran más poderosos fuera del gobierno que adentro, echaron jueces como Rosanzki y sostuvieron a delincuentes como Stornelli y Bonadío.
El gobierno prometió terminar con las cloacas de la democracia, democratizar la Justicia pero no cumplió y entonces ese poder se hizo cada vez más osado y descarado.
Mantienen a Milagro presa, sostienen a impresentables como Bruglia y Bertuzzi, sabotean cualquier intento de reforma y ahora se lanzan a dominar el Consejo de la Magistratura por medio de instalar al presidente de la Corte como presidente del Consejo de modo tal que su presencia les garantice el manejo del presupuesto (enorme) y el disciplinamiento de los jueces por medio de concursos, juicios y otros procedimientos.
¿Por qué se habla de un “golpe blando” o “constitucional”, es decir, sin tanques ni picana eléctrica?
Porque la Corre Suprema asume funciones y poderes que no le corresponden, porque con sus gestos de Poder influye de un modo determinante sobre un cuerpo de jueces y fiscales que ha sido formateado en estos años por cursos y seminarios en que les instruyeron en la llamada doctrina del derecho del enemigo que básicamente dice que a los enemigos ni justicia.
Por eso la impunidad de Macri y la persecución a Milagro, a Amado, a Julio, a todes.
Como en la fábula de la olla con agua tibia que luego levanta la temperatura hasta hervir sin que nadie reaccione, las garantías constitucionales, la presunción de inocencia, el debido proceso, el encierro solo para sentencias confirmadas, etc. han ido desapareciendo hasta limitar seriamente la idea del Estado de derecho mientras buena parte de la sociedad y hasta las fuerzas políticas y sociales siguen de espectadores.
En 2019 dijimos que la cuestión central era la libertad de los presos políticos, porque la continuidad de los presos era la del Poder Judicial que haría lo que hizo. Con presos políticos no hay democracia, con esta Corte Suprema con la suma del Poder Jurídico, mucho menos.