Opinión de José Schulman sobre el desafío de ganar las elecciones y derrotar (también) al macrismo como modelo de dominación colonial.


Aquí y ahora es el tiempo de derrotar el gobierno de Macri, luchando y votando la formula Alberto Fernández/Cristina Fernández ; luchando contra el continuismo del Macrismo, ahora y siempre.

Macri es Mauricio, el Macrismo es un modelo capitalista transversal a muchos proyectos políticos y por ello combatir a Macri sin exigir derogar el Macrismo puede ser pan para hoy y hambre para mañana[1].

La lucha por los derechos humanos siempre tiene una dimensión principal, que es la del tiempo presente. Estos casi cuatro años de ejercicio pleno de un proyecto político de subordinación colonial y demolición del estado de Derecho han tenido una cara visible y una fuerza política que se hizo cargo de tanta labor inhumana: la Alianza Cambiemos y el presidente Mauricio Macri como principal agente político.

Impedir su continuidad formal y directa, la continuidad del ciclo de gobierno de Cambiemos y de Macri constituye sin duda alguna la tarea imprescindible tanto para frenar el genocidio en curso (un genocidio en forma, la destrucción de un grupo nacional por el camino de impedir el acceso a las mínimas condiciones de vida digna mediante las políticas económicas sociales de “despojo planificado”, igual que lo pensaran Videla y Martínez de Hoz en su tiempo) como para generar mejores condiciones para una lucha en forma por los cambios verdaderos, revolucionarios, antimperialistas, de liberación nacional y socialista que la Patria nos exige para no ser Colonia como ahora.  Votar a la fórmula que se presenta como la que tiene mayores posibilidades de vencerlos y de abrir puertas a un nuevo tiempo en la Argentina y Nuestra América surge entonces como el paso más necesario en nuestra perspectiva humanista y revolucionaria.

Pero el simple recuento de cómo se aprobaron las principales leyes arrasadoras de derechos nos obliga a un listado más amplio que incluye a buena parte del llamado Partido Justicialista Alternativa Federal, sectores radicales que hoy se proclaman distintos, en ocasiones el Partido Socialista de Santa Fe y hasta en algunas ocasiones sectores del mismo Kirchnerismo (por ejemplo adecuación regresiva de la llamada Ley de Ejecución Penal, promovida en el Senado de la Nación por el entrerriano Guastavino (kirchnerista de paladar negro, amigo de Néstor desde los años de La Plata, hermano de un militante desaparecido en dictadura); y sobre todo a los grupos económicos trasnacionales y las Embajadas de los EE.UU. y Europa (el Imperialismo verdaderamente presente  y existente en tierra argentina) y sus comunicadores, intelectuales, funcionarios de Estado de todo terreno y constructores de sentido común como Mirtha, Lilita, Susana, Lanata y demás mierda.

Pero como dice Lao Tse, el camino de mil millas comienza con el primer paso y ese primer paso en la Argentina de hoy es impedir el continuismo electoral del grupo más radicalmente Macrista, el encabezado por Macri, para lo cual todo esfuerzo es razonable y necesario. Es desde esta perspectiva que la propuesta de Cristina de una formula Alberto Fernández, Cristina Fernández  se legitima e instala como  un arma de lucha indispensable, pero ay, no suficiente.

Macri podrá ser un empresario mafioso y poco culto, pero el Macrismo es el modo de existencia del capitalismo argentino referenciado en el genocidio de la Dictadura de Videla y la hegemonía imperial de Trump en los EE.UU.

Aunque todavía parezca una tarea titánica y casi imposible, en octubre se puede derrotar a Macri (y son las fuerzas con hegemonía política en el sujeto social víctima del Macrismo las que deciden de qué modo se dará la batalla contra Macri, y más allá de que no era el único modo, hay que aportar sin prejuicios ni mezquindades a derrotarlos electoralmente, sin dudas) pero las primeras propuestas de Alberto, las definiciones de las y los aliados que se convocan e incorporan permiten dudar de que se piense terminar con el macrismo como modelo de dominio colonial cuestión que requeriría resolver rápidamente cuestiones tales como la libertad a los presos políticos, la disolución de los aparatos de espionaje, la prohibición del uso de armas de fuego por parte del Estado salvo en probada legítima defensa, la revisión de la nueva y la vieja deuda tal como el más elemental sentido de dignidad lo exige y la vieja sentencia judicial lo exige, recuperación de soberanía financiera, monetaria, minera, agraria, alimentaria, etc. y etc. lo que en definitiva se podría definir como un abrupto corte de las relaciones de dominación colonial que se han extendido por toda la vida social y todas las relaciones sociales haciendo del nuestro un coto de caza para los usureros internacionales y los grupos económicos más parasitarios del mundo. Patria o Colonia. Mejor dicho Patria Grande o Colonia porque es imprescindible cortar con las relaciones carnales con los EE UU y recuperar relaciones mutuamente favorables con toda nuestra América y el mundo.

En resumen se trata de participar con energía en la disputa electoral de octubre con un programa de soluciones reales a los problemas reales del pueblo y esas soluciones reales a los problemas reales son soluciones radicales (de raíz, raigales) y por ello antimperialistas y anticapitalistas de entrada.

No se trata de proclamar Socialismo o Macri sino de pelear contra Macri exigiendo aumento de salarios, trabajo digno y reconocido legalmente para todas y todos, recuperación de lo robado en estos años por las empresas energéticas y los bancos, etc.etc. en general cuestiones que se podría alegar que no es más que exigir el recto cumplimiento de la ley; pero en estas circunstancias, conquistar estas mínimas reformas requieren de una energía revolucionaria extrema, que de lograrlas, abriría un camino de transformaciones que son imposibles de contener en el capitalismo real (no en el fantasioso mundo del capitalismo humano del que nos hablan, casi absurdamente en un artículo de la Agencia Paco Urondo donde se nombra a Clarín como “burguesía nacional” pasible de sumar al proyecto nacional) que no es otro que este de Macri, Bolsonaro, Duque o Trump.

No abonamos la doctrina de predicar lo posible ni edulcorar con vanos elogios lo que a veces resulta necesario aunque  no sea virtuoso; pero no se puede desconocer la crisis de alternativa histórica que nos impidió conquistar un gobierno democrático y popular al fin de la dictadura y llegó Alfonsín con sus felices pascuas y su plan Austral; no pudimos aprovechar el descrédito de Alfonsín para un gobierno que emprendiera las tareas de la hora: no pago de la deuda externa y fin de la impunidad, y sufrimos a Menem dos periodos; y ni siquiera pudimos aprovechar el desprestigio del neoliberalismo antes del estallido y tuvimos el dúo De la Rúa/Chacho Álvarez que nos llevó al 2001 y la catástrofe  social.  Para nosotros fue la falta de una construcción política a la altura de la década de cambios en América Latina la que posibilitó (en Argentina, en Brasil, en Paraguay, en Honduras, en Ecuador, etc. ) pasar de gobiernos populares a estos Virreyes Crueles y Despiadados. 

Pretendemos aportar a construir una alternativa verdadera pero no lo podemos hacer al margen del movimiento popular real, de sus capacidades y límites, de sus amores y convicciones.  No se trata de acompañar a nadie ni de rendirse ante el liderazgo de nadie, sino de asumirnos arte y parte de las y los que quieren terminar con Macri defendiendo el derecho de todos, también el nuestro, de ser parte de esta batalla y de tener un enfoque antimperialista sobre el modo de resolver la pelea por la democracia verdadera en estos años del siglo XXI, aquí y ahora.

Se trata, sencillamente de seguir haciendo lo que bien hemos hecho en estos años desde la segunda vuelta del 2015 en que nos pusimos al frente de la resistencia a Macri, como en la lucha por la libertad de los presos políticos y la solidaridad con Venezuela; lugar que no hemos abandonado un instante, pero de un modo que crezca nuestra fuerza y crezca la corriente patriota y antimperialista que también sueña con terminar con el Macrismo, empezando con derrotar a Macri en Octubre.


[1] Esta distinción entre Macri y Macrismo se la escuché al compañero Jorge Ferrarese en un encuentro de organismos de derechos humanos e intendentes en preparación del último 24demarzo

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