Desde hace años, la Liga tiene un compromiso muy especial con la lucha por los derechos humanos en Colombia. Y no es un problema teórico para nosotros.
Nuestro compromiso fue creciendo con cada viaje de las y los compañeros. Puede ser que me olvide de alguno pero un abogado histórico de la Liga, el Dr. Héctor Trajtemberg fue uno de los primeros en ser parte de una Caravana de Juristas por la paz y los derechos humanos en Colombia, fue Guadalupe Godoy la que participó en el inicio de la campaña Larga Vida a las Mariposas en Bogotá que nos provocó un impacto formidable al comprender las terribles condiciones de las cárceles colombianas y el régimen de torturas sistémicas que se aplican a los presos políticos, luego fue Graciela Rosenblum a un gran evento por la paz que reunió a miles de campesinos y que hasta contó con Obispos y Comandantes guerrilleros en la tribuna. Me tocó a mi participar en tres eventos por la Paz en Colombia: el de Buenos Aires en 2011, el de Porto Alegre en 2013 y el de Montevideo en 2015, amén de uno que se frustró en Caracas en el 2011, que nada ha sido fácil en este camino presidido por la idea que no hay camino para la paz sino que la paz es el camino.
Y en el 2012 tuve la enorme suerte de llegar a territorio colombiano, a la mismísima Bogotá para acompañar la fundación de Marcha Patriótica, un doble proceso de articulación de miles de grupos y movimientos sociales: de lo local hacia lo nacional, desde lo social a lo político.
La Liga ha sido el hogar de muchas y muchos colombianos en Buenos Aires. Ellas y ellos nos enamoraron de ese pueblo maravilloso, que en las más difíciles condiciones ha sabido mantener la dignidad y la alegría. La patria de Camilo y Marulanda, de García Marquez y el vallenato.
Me voy para Colombia invitado por la Fundación Lazos de Dignidad y el movimiento social y político Marcha Patriótica. Si todo sale como se planificó estaré en La Guajira para acompañar el Tribunal Ético contra la Mina Cerrejón, la más grande del mundo a cielo abierto, que se ha robado nada menos que un río y está matando (literalmente, no como metáfora) a los wáyuu, antiguos pobladores del lugar. Pensamos estar en encuentros por la memoria y visitar alguno de los 71 presos políticos que tienen enfermedades terminales y espero darle a alguno de ellos un abrazo argentino de agradecimiento por haber sostenido la esperanza en estos años duros de frustraciones y travestismos políticos. Y el quince estaré en un Foro Nacional por los Presos Políticos junto a actores decisivos del proceso de paz como Piedad Córdoba y algunos de los que construyeron los acuerdos jurídicos.
Pero se sabe que Macondo está en Colombia y que toda Colombia es Macondo por lo que todo puede suceder y a todo vamos dispuestos.
No como decisión personal sino colectiva. No en busca de placeres o sabores exóticos sino para aprender y seguir un camino que la Liga lleva recorrido desde hace casi 78 años. En Paraguay me contaban que bajo Stroessner eran abogadas de la Liga las que llegaban a defender los presos políticos. En Guatemala me encontré en el Archivo Histórico de la Policía Nacional con personas cuyos familiares habían salvado la vida por la Liga. En España no ha habido ciudad donde no apareciera un argentino sobreviviente al genocidio que valorara lo que la Liga había hecho por ellos.
No somos locos ni audaces, ni súper valientes o que se yo.
Somos herederos de Teresa Israel y Freddy Rojas. Somos discípulos de Iris y de Floreal, de Edith y del Chango Zamorano, de abogados que construyeron buena parte del edificio de memoria, verdad y justicia como Alberto Pedroncini, Eduardo Barcesat, Beinusz Szmukler, Tate Baigún, Adolfo Trumper, Julio Viaggio, Beatriz Rajland, Matilde Scaletzky y tantas otras y otros que no alcanzaría el papel para nombrarlos.
Y pretendemos vivo un valor cultural de pueblo argentino y de la Patria Grande, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre.
Colombia, allí vamos.