Para Javier y Ernesto
que sostienen la bandera
de Teresa en alto
Volver a la cárcel nunca es fácil. Han pasado más de treinta años pero el ruido de los cerrojos atenaza el corazón igual que antes, el ruido de los borceguíes haciendo eco por los pasillos es el mismo y en cualquier momento el olor a orín te golpea en el mentón para recordarte que si algo no cambió, es la cárcel.
Cuando le digo al guardia que voy al Centro Universitario Devoto, el tipo grita “entra un profesor” como si no se pudiera hablarle a los estudiantes si un titulo no te habilita o como cuando el Juez me dijo que como era abogado….y yo que no terminé más que el Comercial de Santa Fe, me cansé de explicar que no soy abogado ni profesor, que lo que se me lo enseñaron en universidades como esta de Devoto, pero cuando para escuchar una clase había que pegarse a la ventana de Coronda y estirar la oreja para que salga por la ventana y se escurra por las paredes del penal para escuchar a los compañeros.
Como la reunión se alargaba pregunté si no tomaban mate y llamaron al más experto, un uruguayo que hizo toda la liturgia oriental con el mate, calibró el agua, mezcló la yerba y me ofreció primero una sonrisa y después la mano estirada con el mate, amargo le dije yo, pero él le puso un poco de azúcar en la primer cebada, viste me dijo, porque así hacemos en Montevideo y yo seguí hablando mientras chupaba de la bombilla labrada, que para eso siempre hay tiempo en la cárcel. Los compañeros me explicaban lo de los juicios abreviados, la negativa de los jueces –igualito que en aquellos años- a recibir los habeas corpus que ellos presentan en defensa de su dignidad agraviada de infinitas maneras cuando el uruguayo contó que él había estado la noche en que los compañeros salieron por la amnistía en la noche gloriosa del 73, con Dorticos en la Plaza de Mayo y los compañeros presionando los portones de Devoto hasta que salieron todos.
Por una vez, salieron todos.
Por única vez, salieron todos.
Y yo les cuento de la historia de la Liga y de la campaña contra la tortura cuando el uruguayo me pregunta si yo conocía a una abogada que mataron en el 77, que él la había conocido en Devoto porque su papá había conocido a Clarita la mamá de la abogada y que una muchacha, como de 23 dijo el uruguayo que yo tenía 17 y me enamoré de ella a primera vista, alta y bonita, de ojos claros, pero muy alta viste y yo que me hundo en la silla como si en vez de mate me hubiera tomado una jarra de ginebra sin hielo y le pregunto si se acuerda el nombre de aquella abogada alta y de ojos claros. Teresa, dice el uruguayo, Teresa Alicia Israel se llamaba con absoluta convicción y pasa contarme que Teresa lo visitaba en Devoto y que siempre lo retaba, que se pare bien, que no se presente ante las autoridades con la cabeza baja y despatarrado y que ella lo iba a sacar le decía y me pregunta si Teresa vive y yo le cuento lo que Ana María nos contó más de una vez, que la vio en una celda del Atlético y que cantaba el Principito, la canción que por entonces conocimos por Daniel Toro y ahora es el uruguayo el que llora y me mira y yo que no se si estoy en Devoto tomando mate con los estudiantes del CUD o delirando en mi casa o en la casa de la Negrita cuando me paso con el vino y me vuelo, pero no.
Empiezo de vuelta y le pregunto casi con impertinencia cada detalle del encuentro con Teresa y de cómo era y como vestía y que le decía hasta que me convenzo que una vez más la historia dio una vuelta inesperada y se coló por la ventana.
Entonces dejo el mate y le cuento la historia de la Liga, digo de la Teresa que es lo mismo o casi lo mismo, porque Teresa era Julio como después fue Freddy el que mataron ayer hace veinticinco años en Tucumán porque Teresa sigue desaparecida como los asesinos de Freddy siguen libres y entonces entiendo porque vine hasta esta vieja cárcel, porque siempre estuvimos aquí, nunca nos fuimos y las largas sombras de Teresa nos siguen marcando el rumbo, porque para no perderse entre tanta claudicación y oportunismo es bueno agarrarse a la mano de Teresa que, como le dijo al uruguayo, seguro que esta vez nos saca y por fin seremos libres.

Que fuerte camarada!!!
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Me hiciste lagrimear. Abrazos
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