La masacre de Trelew figura por derecho propio entre las paginas más significativas de la historia del Terrorismo de Estado en la Argentina. El asesinato de un grupo de compañeros fugados de la cárcel de Rawson, recapturados y fusilados a mansalva por la Marina es lo suficientemente conocido como para que yo vuelva a contarlo; pero hay algunos datos sobre la participación de los militantes comunistas de la zona en los hechos, y de la conducta de la dirección nacional del Partido Comunista, que son poco conocidos y estimo de interés socializar dicha información.
Elvio Ángel Bell
Al atardecer del cinco de noviembre de 1976, en pleno centro de Trelew, Elvio Ángel Bell fue secuestrado por un grupo de tareas. Con él fue secuestrado su hijo Pablo de apenas 8 meses quien fuera abandonado en el campo por los secuestradores y salvado de una muerte segura por dos trabajadores rurales que lo llevaron con sus familiares, por esa acción fueron castigados por la dictadura.
Ángel había nacido en Entre Ríos, vivido en Buenos Aires, era un militante comunista y uno más de los tantos que en los comienzos de los sesenta veían en la Patagonia una posibilidad de trabajo y desarrollo individual. Era maestro pero en Rawson trabajó en el rubro textil, destacándose rápidamente en la actividad social y política hasta ocupar un lugar en la dirección zonal del Partido Comunista.
Cuando la dictadura militar fascista de Onganía (impuesta en 1966) se vio acosada por las luchas obreras y populares: Cordobazo, Rosariazo, Marcha del Hambre, crecimiento de la C.G.T. de los Argentinos, etc. y pasa a una represión masiva decide transformar una vieja cárcel de Rawson en un campo de concentración de militantes populares y revolucionarios. Allí llegan entre otros Agustín Tosco, Roberto Quieto y Roberto Santucho, figuras principales del sindicalismo clasista, la izquierda peronista que se agrupaba en Montoneros y del Partido Revolucionario de los Trabajadores/Ejercito Revolucionario del Pueblo, respectivamente.
La dictadura confiaba en que la distancia (y el control casi absoluto sobre la comunicación y el transporte) alcanzaría para hacer de la cárcel una prisión de aislamiento absoluto. Pero la historia fue distinta, los familiares de los presos políticos comenzaron a viajar (entre ellos iban los abogados y militantes de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre) y a relacionarse con el movimiento popular de Rawson que asumió con toda dignidad la tarea que éstos le plantearon: visitar a los compañeros en los periodos donde no llegarán familiares para garantizar la comunicación entre las organizaciones revolucionarias y los prisioneros. El establecimiento penitenciario contemplaba la figura de “representante” de la familia y esa rendija legal fue la que aprovecharon los compañeros. Sabemos que al menos durante un tiempo, Ángel Bell asumió el rol de “representar” la familia de Santucho y visitaba al dirigente revolucionario en la cárcel cada jueves que se necesitaba. Justamente los jueves, día de visita en Trelew, día de marcha de las Madres años después.
Junto a Mario Amaya y otros dirigentes populares, Ángel impulsó y formó parte de la Comisión de Solidaridad con los Presos Políticos que se constituyó y actuó en toda la zona: Puerto Madrin, Rawson y Trelew. Tanto molestaba la Comisión que tres meses después de la fuga y de la masacre, los grupos de tareas asaltan la población y se llevan detenidos a la Capital Federal a un grupo de compañeros entre los que se cuentan Bell y Amaya tal como lo relata Tomás Eloy Martínez en su La Pasión según Trelew y lo recordaba en La Nación del siguiente modo: luego de repasar los hechos del 22 de agosto destaca que hay otro hecho que ha caído en el injusto olvido y “Es el alzamiento de toda la población de Trelew contra el poder militar que el 11 de octubre arrestó a dieciséis vecinos de la ciudad y los trasladó al penal de Villa Devoto sin explicación alguna. Los habitantes decidieron declararse en estado de comuna y rebeldía para exigir que les devolvieran sus presos. Las manifestaciones duraron tres días y no se acallaron hasta que regresó el último””
….Fui testigo de la rebelión popular con que los habitantes respondieron al allanamiento de un centenar de casas y a la detención de dieciséis ciudadanos de todos los signos políticos, en su mayoría apoderados de los presos. Hubo una huelga general, desautorizada por el sindicalismo, afín entonces al gobierno militar. Dos manifestaciones salieron de la plaza principal hacia los barrios más pobres, donde se movilizaron otras siete mil personas. Los abastecimientos, la limpieza, la medicina y hasta las canciones fueron socializadas por aquellos buenos burgueses que sólo querían vivir en paz y a espaldas de la política.”
“Un triste amanecer tuvo la zona el miércoles pasado cuando la población de Trelew, Rawson y Puerto Madrin pudo observar y en muchos casos sufrir en carne propia un operativo ordenado por el Comando del Quinto Cuerpo de Ejército, con sede en Bahía Blanca, que realizó allanamientos, detuvo ciudadanos y ciudadanas de la zona y paralizó prácticamente la actividad de la región, produciendo alarma y temor en el pueblo que no acertaba a explicarse las razones por lo ocurrido”, expresaba el diario El Chubut en la edición del 13 de octubre de 1972.
Un comunicado militar argumentaba que el operativo se había ejecutado para “garantizar el orden y la seguridad pública perturbada por el accionar de elementos vinculados con actividades subversivas”. Por más que dieron vuelta armarios, roperos y bibliotecas en la búsqueda de algún arma no se toparon con nada que oliera a pólvora. Como prueba del “delito”, a Encarnación Díaz, –profesora de literatura y actriz– le confiscaron el libro En la colonia penitenciaria, de Franz Kafka, un “autor oscuro”, según lo calificó el jefe del operativo.[1]
Liberado por la lucha popular, como el resto de los compañeros, Ángel vuelve a Rawson y retoma la militancia social y política hasta la fatídica tarde de aquel noviembre del 76 en que la dictadura le cobró los años de militancia, y seguramente, aquellas mateadas con Santucho en la cárcel de Rawson en las vísperas de casi todo.
Nuestra Palabra
Desde su fundación en 1918, el Partido Comunista sostuvo en cualquier circunstancia un medio de prensa, casi siempre un semanario, algunas pocas un diario. Para 1972, bajo la dictadura y la vigencia de la Ley 17401 “de represión a las actividades comunistas”, que castigaba el pensar distinto y podía condenar por la sola tenencia de un periódico comunista, ese medio era Nuestra Palabra; en la más profunda clandestinidad el Partido Comunista distribuía algunas decenas de miles de ejemplares del semanario.
En su archivo encontramos dos documentos relacionados con la masacre de Trelew: uno es la declaración del Comité Central partidario y la otra es una crónica, muy poca conocida, de los hechos contada por los sobrevivientes.
El 29 de agosto Nuestra Palabra publica un documento titulado “La gravedad de la hora exige la unidad democrática y antimperialista” que comienza con el siguiente párrafo: “La terrible y fría matanza de Trelew, su repercusión nacional y mundial y sus consecuencias, confirman que el país ha sido llevado al borde del caos por la dictadura instaurada el 28 de junio de 1966” para luego sostener que “El Partido Comunista condena indignadamente la inaudita matanza de Trelew y se suma al clamor nacional que exige una investigación exhaustiva de lo sucedido, con participación del cuerpo de abogados y de instituciones políticas y gremiales representativas. El pueblo quiere una relación clara, coherente y veraz de la tragedia de Trelew” y sigue “El Partido Comunista expresa también, una vez más su solidaridad con los presos políticos y gremiales, reclama su libertad inmediata y el cese de torturas medievales; exige el cierre de cárceles bajo jurisdicción militar (barco “Granaderos”, Resistencia y Rawson); reafirma su lucha intransigente contra toda legislación represiva y contra deportaciones; y considera que el derecho de asilo es una importante conquista cuya vigencia es vital para preservar el porvenir de la democracia en la América Latina.” y hace un llamado a la unidad de acción para anular “la 17.401 y demás leyes represivas, de proscripciones y persecuciones del delito de pensar, organizarse y de luchar por una Argentina independiente y una democracia avanzada!”
Convencido que los planes imperiales apuntaban a reproducir el modelo dictatorial brasilero alerta sobre un nuevo golpe de estado que reemplace a Onganía: “Tras los oscuros y siniestros sucesos de Trelew, se mueven fuerzas reaccionarias que sueñan con una dictadura ultragorila, a la brasileña. Suponen que así podrán detener el auge de las justas y nobles luchas obreras y populares por pan y liberta, por un gobierno auténticamente democrático y antimperialista”
Y polemiza con las organizaciones que proponen la lucha armada como el camino del triunfo ofreciendo una estrategia de lucha de masas y unidad amplia (a la que hemos calificado de cultura política de “frente democrático nacional” y criticado en otros trabajos, sobre todo en el “El viraje del Partido Comunista”, basado en dos conferencias dictadas en un ciclo del Archivo General de la Nación en el 2000 y publicadas en el semanario comunista de la época Propuestas, que se puede consultar en www.cronicasdelnuevosiglo.wordpress.com) que no deja de contener una propuesta de ejercicio de violencia política de masas: “El camino de la liberación nacional y social que puede ser recorrido únicamente con unidad de acción democrática y antimperialista, que dará cohesión y potencia a la acción de masas. Organizar, coordinar, estimular la creatividad de la clase obrera y del pueblo, formar organismos de autodefensa de masas, tal es la exigencia de la hora. Es una utopía peligrosa y dañina suponer que la acción de masas pueden ser sustituidas por atentados individuales o acciones de grupo, por audaces que sean”
Sobre este punto, solo llamo la atención a la respuesta de Agustín Tosco a la invitación de Roberto Santucho a sumarse a la fuga: quién cordialmente le dijo algo así como que era un dirigente de masas y confiaba en salir en libertad por la lucha política y de masas, enfoque que sostiene en el discurso que pronuncia al llegar a Córdoba, liberado: “Quiero agradecer profundamente esta solidaridad. La solidaridad de Córdoba, la solidaridad de Rawson y Trelew, la solidaridad de toda la clase obrera que me ha arrancado a mí de las garras de la dictadura, como antes ha arrancado a otros compañeros y como arrancará hasta el último prisionero. Quiero aquí como ha sido norma de, conducta militante rendir un gran homenaje a todos los Compañeros caídos en esta heroica lucha por la Liberación Nacional y Social”.
El documento descalifica la maniobra en marcha de la dictadura de construir un Gran Acuerdo Nacional con las dos fuerzas políticas tradicionales que sostienen el sistema político argentino (ayer y hoy): el peronismo y el radicalismo, entonces dirigidas por el mismo Perón y Balbín: “Ni “La Hora de los Pueblos”, por haber nacido bajo el auspicio del fracasado Gran Acuerdo Nacional, ni “Frecilina”, por su composición y carencia del programa, reúnen los requisitos necesarios para un frente de liberación nacional” y propone fortalecer el Encuentro Nacional de los Argentinos, el ENA, un agrupamiento impulsado por el Partido Comunista con la participación de dirigentes de todas las fuerzas políticas y sociales, incluidos los peronistas y radicales, de la que formaban parte personalidades como el mismo Tosco o Ricardo Molinas, en marcha hacia un frente antimperialista y concluye con una advertencia que tras el triunfo de la salida negociada entre Perón y la dictadura, que llevó al propio Perón al gobierno luego del breve interregno de Cámpora y la masacre de Ezeiza, tomaría dimensión impensada cuatro años más tarde, un 24 de marzo de 1976: “Estamos pisando un terreno de definiciones para el destino de nuestro país. La experiencia histórica dice que no hay situaciones sin salida. O salida reaccionaria o salida democrática avanzada. La dispersión de fuerzas puede facilitar la primera. La unidad de acción asegura la victoria popular” en un lenguaje típico de la cultura de frente democrático nacional donde todavía se confiaba en la participación de amplios sectores del llamado progresismo radical y peronista, como expresión política de la llamada burguesía nacional, pero a esos debates hemos dedicado otras notas, aquí solo queríamos recuperar para la memoria un documento poco conocido así como de la denuncia de los hechos que el periódico publica el 26 de setiembre de 1972 a poco menos de un mes de la masacre, anotándose entre los primeros medios en hacerlo.
La nota periodística comienza así: “El 8 de setiembre, los abogados Mario A. Hernandez, Rodolfo Ortega Peña, Luis Eduardo Duhalde, Gustavo Roca, Roberto Cinigaglia y César Quirós entregaron al periodismo un documento sobre el crimen perpetrado el 22 de agosto en la base aeronaval de Trelew, donde fueron asesinados dieciséis presos políticos y resultaron gravemente heridos otros tres; el documento incluye los testimonios de los tres sobrevivientes del crimen sin nombre” y a continuación publica en extenso la denuncia de Ricardo René Haidar, Alberto Camps y Maria Berger al que se puede acceder en numerosas publicaciones y paginas on line.
En Trelew, hay una esquina donde se cruzan dos calles que es como decir que se encuentra condensada esta parte de la historia que traté de destacar.
Las calles Mario Amaya y Ángel Bell se encuentran en un punto de Trelew, como si quieran volver a ponerse de acuerdo para organizar la visita a los presos del penal, la huelga en repudio a la masacre y la construcción de esa fuerza que todavía nos hace falta para hacer realidad los sueños de los que murieron y vivieron en Trelew, y todavía esperan que el cruce de calles anuncie la anhelada unidad de la izquierda en todas sus expresiones y formas de expresión.
[1] La mañana en que una pueblada despertó a Trelew, Mariela Mulhall
Excelente documentación, viene muy bien aclarar – todavia hay compañeros que se dejan llevar por las consignas y omiten la claridad que aportó el Partido -tu rescate es, como siempre, serio y bienvenido.
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