Nuestra Fany, la de los militantes de todas las convicciones y causas nobles, cumple cien años de vida intensa y fecunda. Si Bertol Brecht decía que los hombres que luchan toda la vida son indispensables, ¿cuánto más indispensable es una mujer que ha luchado por un lapso de tiempo que equivale al de dos o tres vidas?
Fany lleva encima todas las batallas del siglo XX. Las ganadas y las perdidas. Los triunfos en San Petersuburgo, Pekín y La Habana; en Sofía, Praga y Berlín o sea los de la Revolución de Octubre en la Rusia Zarista del 17, en la China milenaria de 1949 y en nuestra Cuba del 1º de Enero de 1959 y todos los que se lograron al fin de la Segunda Guerra Mundial y un poco más…. Pero también carga con las dolorosas derrotas, porque todas las derrotas son dolorosas aunque algunas tengan ese tinte prístino de la dignidad como la de la España Republicana donde Fany aportó a las Brigadas Internacionales y otros el pesado fardo de haber caído sin pena y sin gloria como aquellas de las que no se conoce un solo mártir, en algunas ni siquiera un herido, porque nadie resistió la caída de los gobiernos burocratizados, alejados de los pueblos y dedicados a competir con el capitalismo en el consumismo y la carrera armamentista.
Y cuando tantos se apartaron del camino diciendo que ya basta, que habían sido engañados o que el mundo sería siempre igual y que no valía la pena o que lamentaban haber dedicado algún tiempo a la lucha revolucionaria, allí estaba Fany para marcarnos el rumbo de la renovación de los ideales y que como decía tan bellamente Roque Dalton, si el partido no es lo que yo quiero, habría que empezar de nuevo. Y de nuevo empezó Fany que ya tenía setenta y fue de las primeras en asumir el viraje del Partido Comunista y la inquebrantable decisión de sostener la revolución más querida y más cercana.
Fany conocía esos versos “si cae Madrid, no digo que va a caer, pero si cae Madrid….” y sabía que si caía Cuba la profesia de Silvio sería realidad y le cortarían el badajo a todos ellos, y a nosotros también. Hace unos años, en una actividad educativa para jóvenes militantes de la Fede, compartimos con Fany un encuentro donde mapa en mano nos mostró los peligros de la ofensiva yanqui y las oportunidades para la resistencia.
Al finalizar la charla, se prestó a un mano a mano y los compañeros preguntaron sobre su vida y su lucha. Uno de ellos le preguntó si había conocido al Che y ella contestó dulcemente: Era tan lindo. No por nada le son tan queridos los versos de Nazim Hikmet, ese que le dice a su amada que el socialismo será como el color de sus ojos.
Una vez, todavía antes del período especial, preguntaron en Cuba que sabía la gente sencilla sobre el comunismo y el socialismo. Sobre el comunismo no hubo muchas respuestas pero sobre el socialismo hubo muchas, acaso la más inteligente fue la de una campesina que dijo que el socialismo será cuando todos los hombres sean como el Che. Fijense que no dijo que el socialismo será cuando todos los hombres tengan buena casa y acaso auto y hasta una computadora y seguro que internet; sino que dijo cuando todos los hombres sean como el Che.
Yo no se cómo será el socialismo en la Argentina, pero seguro que si todos los militantes nos inspiramos en Fany, en su convicción miiltante, en su cultura política antifascista y socialista, en su voluntad unitaria y su apertura de pensamiento, seguro que la izquierda argentina sería un poquito mejor de lo que es, y estaríamos más cerca del horizonte.