Saludo a los alumnos, docentes y personal auxiliar de la Escuela Policía Federal Argentina que decidieron abandonar ese nombre para asumir el del Negrito
Buenos días a todas y a todos
Buenos días alumnos de la escuela Floreal Avellaneda
Buenos días a las y los docentes, auxiliares y directivos de la escuela Floreal Avellaneda
Salud y felicidad a todas y a todos los que compartimos este día maravilloso para la historia de esta escuela, de este distrito escolar, de este barrio y este Municipio.
Permítanme decirles, en nombre de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, organismo de derechos humanos que pronto va a cumplir setenta y tres años de vida, que estamos muy felices de estar con ustedes, de compartir este renacimiento porque si nombrar es poner en marcha un proyecto de vida, renombrar podría ser como un renacimiento o a lo mejor, como la recuperación de una identidad que siempre estuvo flotando y hoy se asume plenamente.
¿Puede haber algo más simbólico que dejar de llamarse Policía Federal Argentina para hacerse llamar Floreal Avellaneda?
¿Puede haber algo más simbólico que la escuela vecina se llame Azucena Villaflor, aquella mujer maravillosa que luchando contra la desaparición de su hijo fundó una ética en la Argentina que nos hizo más famosos que otros inventos; y ahora pienso en el hijo de Lugones inventando la picana eléctrica o en Miguel Cané, fíjense que sólo nombro escritores nacionales y de los buenos, redactando la primer ley represora y anticomunista, la 4144 mal llamada de residencia porque estaba destinada a expulsar a los abuelos y a los tatarabuelos de los que hoy estudian en la escuela Floreal Avellaneda.
Yo leí las actas del proceso del cambio de nombre y me impresionó mucho lo que se decía al fundamentar porqué dejar de llamarse como se llamaba la escuela: Policía Federal Argentina, dicen así: “La presente nominación de esta institución no está directamente relacionada con su identidad, Su nominación no es parte de la cultura institucional, Su nominación genera confusión en la comunidad”
Y me parece que están en lo correcto: ¿qué tiene que ver la identidad de una escuela con una institución que ha sido uno de los símbolos más poderosos de la cultura represora, de la política de discriminación hacia lo distinto, de la práctica sistemática de la tortura a pesar de su prohibición formal por la Asamblea del año 13, como casi todos deberían saber; lo de la prohibición de la tortura por la Asamblea de 1813 digo porque la tortura ha sido una práctica oculta, negada, encubierta por palabras engañadoras como malos tratos o apremios ilegales o excesos en el interrogatorio.
La Policía Federal Argentina es heredera de la policía de Buenos Aires, y si vamos hacia atrás podríamos llegar a decir que es continuadora del primer cuerpo represivo que hubo en la ciudad organizado por los invasores colonialistas en 1606 bajo el nombre de Santa Hermandad para proteger la propiedad de los patricios. No venimos a hacer la historia de la Policía Federal pero si queremos decirles que hay en su historia tres ciclos claramente diferenciados: desde su fundación hasta 1880 en que pasa a llamarse Policía de la Capital porque Buenos Aires se piensa más como ciudad estado que como parte de la República; desde 1880 a 1943 en que asume el nombre actual aunque deberíamos decir que su verdadera fundación como institución clave del sistema represivo fue la constitución de la Sección Especial de lucha contra el Comunismo en 1932, por orden de un gobierno surgido del primer golpe de estado. Esta Sección cambió de nombre pero no de función: reprimir a todo el que piense distinto al gobierno de turno y los poderosos de siempre, no importa que sean miembros del Partido Comunista o de otros partidos de izquierda, que pertenezcan a grupos anarquistas o socialistas, religiosos o intelectuales.
Para la Policía Federal Argentina los comunistas han sido siempre los que se oponían a la injusticia y la dominación, no importa que militaran en este o aquel partido.
Y esa calificación de diferente, de no nacional, de no cristiano, de subversivo, les permitió algo que parece difícil de lograr: transformar la tortura y el asesinato en un acto de servicio a Dios y a la patria.
Ha sido así hasta ahora; por eso pudieron matar a Maximiliano Kostecky y a Darío Santillán en la estación ferroviaria de Avellaneda tan cerquita de aquí, y por eso pudieron permitir, acompañar, consentir, eso se está investigando ahora mismo, el asesinato de un joven que vivía por aquí y se llamaba Mariano Ferreyra.
La cuestión de la identidad es algo muy serio.
Y la cuestión de cómo designamos a esa identidad también es un problema muy serio.
Claro que traía confusión que una escuela se llamara Policía Federal Argentina; yo me imagino que la gente se preguntaría ¿y qué enseñarán en esa escuela? ¿a manejar la picana eléctrica, a robar niños como hacían en la dictadura, a proteger las mafias que manejan la droga y la prostitución?
Uds. han elegido llamarse Floreal Avellaneda
Nosotros le decimos el Negrito Avellaneda porque así le decían cuando era niño.
Iris les va a hablar del Negrito, pero era un adolescente como todos. Estudiaba, le gustaba mucho nadar, tenía amigos y se había comprometido con su tiempo, con un tiempo de luchas sociales. Algunas cosas las había aprendido en la escuela, dicen las maestras que era buen alumno; otras las había aprendido en su casa, una familia de luchadores: la mamá gran luchadora que estuvo secuestrada en un sitio horrible que se llama el campito y estaba nada menos que en Campo de Mayo, su papá era un dirigente obrero y sindical que falleció hace unos meses, su abuela había sido defensora de los derechos humanos casi desde que la Policía Federal Argentina organizó la Sección Especial de lucha contra el Comunismo, es decir desde los años 30; y otras cosas las había aprendido en la Federación Juvenil Comunista, la Fede, porque el Negrito no solo era el hijo de Iris y Floreal sino que era un joven militante, luchaba por el boleto estudiantil, por más presupuesto para las escuelas, por los derechos de los jóvenes y porque estaba convencido que no es fatal que en el país del trigo y la carne los niños pasen hambre y los indios sean asesinados por pretender cultivar la tierra que habitan desde hace cinco mil años.
La cuestión de la identidad es algo serio.
Un grupo de tareas del Ejercito, mandados por el mismo Jefe de Campo de Mayo, el General Santiago Omar Riveros, ingeniero militar el hombre, o sea culto, formado profesionalmente, asaltó su casa, detuvo a su mamá porque su papá pudo escapar y se lo llevó con ellos. No sabemos todo pero sabemos que lo torturaron y que lo mataron por empalamiento y lo tiraron al Río de la Plata donde apareció flotando en la ensenada del Puerto de Montevideo, fue identificado por la lucha de los familiares y los abogados de la Liga pero después el Ejercito Uruguayo se robó el cadáver y todavía no lo pudimos encontrar.
El Ejercito Argentino lo asesinó y el Ejercito Uruguayo robó su cadáver.
Cuando lo encontraron estaba a punto de cumplir diez y seis años.
¿Tan importante era para ellos matar a un niño de quince años?
Repito. Cuando lo secuestraron, lo torturaron hasta matarlo, tenía quince años.
Ya se que suena horrible, insoportable; yo mismo he soñado por años con sus ojos mirándome a mis ojos, cómo preguntando si falta mucho para volver a casa.
Pero como estamos pensando en el cambio de nombre, como estamos hablando de la identidad, de la Policía Federal Argentina y la cultura represora en la Argentina; yo querría que Uds. se pusieran a pensar no en Floreal, ya tendrán tiempo para eso; sino que ahora piensen en el asesino, en el que manejaba la picana eléctrica y tenía un palo en la mano.
Sabemos que eran oficiales de la Policía, gente normal, con casitas con jardín, mujer que les cocinaba e hijos que besaban antes de dormir cuando volvían tarde de la comisaría.
La pregunta es cómo hicieron para convencerlos de qué podían matar a un niño y no tener remordimientos, no tener culpa sino orgullo.
Un amigo mío dice que los represores argentinos ni siquiera son como Judas porque Judas se suicidó de la vergüenza de haber entregado a Jesús.
Pero estos no, todavía hoy reivindican la picana y la tortura.
Cómo hicieron? Creo que esa es la pregunta y creo que la respuesta está en lo que dice el Acta donde se dice que no quieren llamarse más Policía Federal Argentina porque desde los españoles colonialistas, les conté que ya en 1606 había un órgano represor en Buenos Aires, el truco ha sido el mismo: transformar al diferente en el otro, pero otro que no solo es diferente sino que no es humano. Si no cree en el mismo Dios que yo, no es humano decían los españoles. Si no cree en el capitalismo como forma de organizar la sociedad, no es argentino y si no es argentino no debe vivir aquí decía la Policía Federal en los 40 y los 50. Si es un subversivo no es humano decía la Junta Militar, y si no es humano se lo puede matar.
Por eso, está bien que una escuela deje de llamarse Policía Federal Argentina y se llame Floreal Avellaneda.
El año pasado logramos la condena de los asesinos de Floreal. Perpetua le dieron a los generales de la Nación Santiago Omar Riveros y a Fernando Verplaetsen, y muchos años a otros represores.
Les dolió a ellos y les dolió a quienes ellos representan.
Pero, permítanme decirles que este cambio de nombre les duele más.
Porque ellos no mataron a Floreal y entregaron su cadáver sino que lo desaparecieron.
Soñaban, los asesinos también tienen sueños, soñaban con que Floreal no aparezca más. Desaparezca para siempre. Y con él desaparezcan sus sueños y sus ideales. El sueño eterno de ser libres, el de San Martín y Belgrano, el de Eva Perón y el Che Guevara, el de Maxi, Darío y Mariano.
Y ese sueño no ha muerto.
Como no ha muerto Floreal que hoy renace en una escuela.
Una escuela que les dice a todos que los vencidos vencimos.
Que aquí estamos, para seguir luchando por todos los derechos para todos.
para que nunca más haya un Floreal empalado y arrojado al Río de la Plata
Para que todos los niños puedan vivir como niños. Puedan estudiar y jugar, no tengan que trabajar ni prostituirse. Puedan besar a la mamá y los hermanos, pasear con el papá y soñar con volar a Marte o inventar una maquina de la alegría.
Desde donde esté, porque en algún lugar está, nuestro compañero Floreal el Negrito Avellaneda, les manda un abrazo y les dice Hasta la Victoria Siempre
Pocas veces se logra plantear tan claro una situación, tan dura como injusta, como ingrata, quienes estamos junto al Negrito y los demás negritos, nos sentimos orgullosos de su retorno en el nombre de esta escuela, porque la Cultura de la vida comienza en ella y junto a la educación de nuestros padres, hacen a los compañeros inmortales.
Felicitaciones por la intervención.
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Tal vez no sea necesario decirlo, pero la información la he recibido de Vientos del Sur y yo soy del otro lado del charco.
Abrazo.
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