Algunas de las notas periodisticas sobre Alicia Lopez y la Liga o Constancias de la coherencia en la lucha contra la impunidad


27 de marzo de 2005

UNA NUEVA INDAGATORIA PARA EL ACUSADO TORTURADOR MARIO FACINO

El hombre que tiene las respuestas

Es el ex jefe de la Comisaría 4º de Santa Fe. Quieren que el juez le pregunte por Alicia López, que desapareció de ese lugar

Por Juan Carlos Tizziani


Alicia López de Rodríguez, maestra desaparecida en la dictadura. Mario Facino, ex comisario.
«Si le imputan desaparición forzada de personas (a Facino), su situación se complicaría más».

Un querellante en la causa que investiga el terrorismo de estado en Santa Fe pedirá al juez federal Reynaldo Rodríguez una nueva indagatoria del ex jefe de la comisaría 4º y hoy presidente comunal de San José del Rincón, Mario Facino, para que explique el destino final de una joven maestra desaparecida, Alicia López de Rodríguez, quien sufrió los peores suplicios en las celdas de la 4¬ y quedó al borde de la muerte, según el relato de sobrevivientes del centro clandestino. «Facino tiene que decirnos qué pasó con Alicia, a quién se la entregó y dónde la llevaron», dijo José Schulman, que presentará el escrito judicial el martes próximo, en los Tribunales Federales. Schulman estuvo detenido dos veces en la 4º: la primera, desde el 12 de octubre hasta mediados de noviembre de 1976, donde vio a una joven que sufría desmayos por su diabetes, pero recién asoció aquel recuerdo con el rostro de mujer cuando Rosario/12 publicó una foto de Alicia hace seis años, el 4 de abril de 1999, con un relato del horror. «Ahí la reconocí, supe quién era», comentó. La memoria persiste a pesar de los silencios y el olvido: el nombre de ella ni siquiera figura en las listas de los docentes desaparecidos.

Alicia era la esposa del abogado Luis Juan Rodríguez, militante de las Ligas Agrarias en los `70 y hoy juez penal de Sentencia Nº 3 de Santa Fe. El 21 de octubre de 1976 a la medianoche, un grupo de tareas allanó la casa del matrimonio, en Sargento Cabral 1345, en el barrio Candioti. Lo buscaban a él que ya estaba preso en la cárcel de Rawson. Pero se la llevaron a ella. «Era personal de las Fuerzas Armadas», denunció después la madre de Alicia, Lucía Delia Garrahan de López en un recurso de hábeas corpus. Una definición certera de la patota: ya se sabe que en Santa Fe operaba el Ejército, y más concretamente el Destacamento de Inteligencia Militar 122.

Después del operativo, Alicia apareció en la seccional 4º que estaba a cargo de Facino, pero bajo el control operacional del Ejército. Por lo menos cinco testigos la vieron en los calabozos y dijeron haber hablado con ella: Raúl Pintos y Alejandro Faustino Córdoba -que dejaron su testimonio ante la Conadep, en 1984‑, Eduardo Almada -que declaró en la causa que instruye el juez Rodríguez, el 29 de abril de 2003‑ y ahora Schulman. El quinto sería un ex policía de apellido Vázquez que trabajó como chofer de la seccional 4º y que le dijo a Córdoba -con quien se encontró en la cárcel de Coronda‑ que «estaba seguro de que la habían matado».

Schulman dijo que el martes insistirá con una presentación que ya hizo en agosto de 2003 y que el juez Rodríguez aceptó en parte. «Quedan algunos temas pendientes que son muy importantes y uno de ellos es la imputación a Facino por la desaparición forzada de Alicia López a quien yo ví con vida en la seccional 4º en los últimos días de octubre de 1976», relató. «También la vio el compañero Almada, según lo ratificó en este juicio y estamos preparando una lista de detenidos que pasaron por la 4º a fines de octubre de 1976 que es la fecha estimada que desapareció Alicia López», explicó.

«Vamos a pedirle al juez que amplíe la indagatoria de Facino y el auto de procesamiento para que además de los delitos que le imputó (supuesta privación ilegítima de la libertad agravada, vejaciones, apremios ilegales, coacción, tormentos y asociación ilícita) incluya la desaparición forzada de personas, con lo cual la situación de Facino se complicaría muchísimo más», advirtió Schulman.

‑¿En qué circunstancias vio Alicia López en la seccional 4º? -se le preguntó.

‑Yo fui detenido el 12 de octubre de 1976 por la patota del (fallecido ex jefe de Inteligencia de la Policía de la provincia, comisario Carlos Osmar) Rebechi y (Eduardo) Ramos. Estuve en una celda que daba al patio de la seccional 4º hasta mediados de noviembre que me trasladaron a la Guardia de Infantería. A fines de octubre, apareció en una celda muy pequeña, a la que nosotros llamábamos ‘La tumba’ que estaba a la derecha de la celda grande que daba al patio, una compañera que me llamó mucho la atención porque se desmayaba de un modo continuo. Eso nos preocupó mucho. Entonces, hablando a los gritos, de noche, le preguntamos que le pasaba y ella nos dijo que era diabética, que necesitaba comer cada tres horas y como en la seccional 4º daban de comer una vez al día una comida poco proteica, una sopa de mierda con fideos, una cosa muy mala, entonces le bajaba el nivel de glucosa y se caía. ¿Por qué me quedó ese recuerdo? Porque mi papá había muerto poco antes de diabetes y yo crecí en un hogar donde teníamos absolutamente claro lo que significan los golpes de glucosa, la insulina, el azúcar, así que me quedó grabada esa imagen. Durante mucho tiempo seguí sin saber quién era esa mujer hasta que Rosario 12 publicó (el 5 de abril de 1999) una foto de Alicia. Ahí la reconocí. Y todo concordaba: las circunstancias, las fechas.

«Alicia fue secuestrada el 21 de octubre de 1976, así que todo encaja exactamente en este cuadro, entonces es elemental preguntarle a Facino quién se la llevó. En su testimonio, Almada, dice haber reconocido a (Nicolás) Correa, pero yo no lo recuerdo. No me topé con Correa. A mi de trató el otro grupo de Rebechi y Ramos. Por eso pedimos la indagatoria de Facino -dijo Schulman. Y agregó que «lo que sí estoy seguro es que yo vi a Facino el 17 de octubre de 1976 en la 4º. Que él era el jefe de la comisaría, no tengo dudas. Y que allí también vi a Alicia López hacia finales de octubre de 1976, que ella se desmayaba por la baja del azúcar y después desapareció. Ahora, Facino tiene que decirnos qué pasó con Alicia, a quién se la entregó y dónde la llevaron», agregó.

Otros dos sobrevivientes de la 4º, Raúl Pintos y Alejandro Faustino Córdoba, también son testigos del ensañamiento. Rosario/12 ya publicó sus testimonios («El martirio de Alicia», 23 de marzo de 1997 y «Detrás de las paredes», 5 de abril de 1999).

«En la comisaría 4º había una tal Alicia, que era esposa de un abogado, que fue torturada y violada, que estaba en muy malas condiciones físicas», declaró Pintos ante la Conadep, en 1984. El relato de Córdoba es coincidente. Los dos mencionan a Schulman y a otros detenidos, entre ellos Pablo Núñez, de Reconquista.

TESTIMONIOS DE SOBREVIVIENTES DE LA COMISARIA 4ª DE FACINO

Los que volvieron del horror

Por estos días el intendente de San José del Rincón, Mario José Facino, está en el ojo de la tormenta. Mandó a patotear a HIJOS y Madres organizadores de un escrache en su contra y quedó firme la decisión judicial en España de procesarlo por genocidio y terrorismo de Estado. Aquí, recuerdos de su gestión al frente de la comisaría 4ª en Santa Fe durante la dictadura.

Por Juan Carlos Tizziani

Desde Santa Fe

Mónica Martínez de Viola contó su historia ante la Conadep el 7 de setiembre de 1984. En estos catorce años nunca aceptó hablar con la prensa, pero rompió el silencio con Rosario/12 para contar cómo sobrevivió en la seccional 4ª a fines del ’76, cuando Mario José Facino era el jefe de la comisaría. Su relato se hilvana con el de Aníbal Sánchez y Julio Niemes, dos de sus compañeros en el circuito del terror. Los otros testimonios, entre ellos el de su marido Rubén Viola -fallecido hace un año- y Carlos Etchegoy, pueden encontrarse en el Nunca Más. La marca de aquellos días sigue tan abierta como que hoy -y lo dicen- su vida se divide entre un antes y un después de la 4ª. No son los únicos, por allí pasaron muchos otros que hablaron y seguirán hablando para ponerle palabras a la ignominia.

Celdas /subtítulo

«En la seccional 4ª nos tenían en celdas muy pequeñas», dijo la señora Martínez. «Yo estaba con Alba Acosta de Azulay y en las otras, mi marido Rubén Viola, Carlos Etchegoy, Julio Niemes y Aníbal Sánchez. Los seis estuvimos juntos», dijo. El grupo recorrió el circuito represivo de Santa Fe: la Policía Federal, el Servicio de Informaciones (en San Martín y Obispo Gelabert) hasta llegar a una casona que está a sólo dos cuadras de la Casa de Gobierno, frente al convento de San Francisco. Fue Mónica la que reconoció el lugar, una ex sede de la Unión de Docentes Argentinos, por los carteles que habían quedado y los ruidos que se filtraban de la calle. «Estabamos tabicados, esposados, pero las vendas se corren y nos arreglabámos para ver. Era una casa vacía, sin muebles, no había nadie, sólo nosotros y dos guardias armados que nos custodiaban», afirmó. Hoy cree que en esos diez días del secuestro, alguien decidía su destino: la vida o la muerte.

Después los llevaron a la seccional 4ª. «A Facino nunca lo vi, no lo conocí. Pero es imposible que no supiera lo que sucedía ahí, es imposible. Vivíamos en condiciones infrahumanas. El era responsable de lo que estaba pasando», expresó Mónica. «Prácticamente no nos alimentaban. La comida era mínima, casi siempre un mondongo hervido y sucio. Alba que estaba conmigo no lo podía soportar, lo vomitaba. Entonces dejó de comer. Vomitaba en la celda y no nos dejaban limpiar. Bueno, a mi no me hacía mal, soy una persona sana y no sufría del estómago. Entonces ella me daba su comida y yo comía el doble. Me propuse que no me iban a matar, por lo menos de hambre. Ella salió piel y huesos, practicamente no se podía sostener. A los muchachos les pasó lo mismo, los tenían que llevar porque casi no caminaban…»

-¿Qué piensa hoy, después de 23 años?

-Creo que Facino es absolutamente responsable de lo que pasaba en la 4ª. Era el comisario. Es imposible que no supiera la cantidad de gente que había y pasaba por allí, el estado en que estábamos y el tipo de atención que recibíamos, nos moríamos de hambre, de calor. No nos cambiamos de ropa durante dos meses y cuando llegamos a la Guardia de Infantería la tuvimos que tirar por el olor y el estado en que estaba.

Régimen /subtítulo

Aníbal Sánchez trabaja hoy como maestro en Villa Ana, en el norte santafesino. Tiene 46 años. Cayó en Rafaela el 3 de noviembre de 1976 y recorrió el mismo circuito represivo de Santa Fe: lo torturaron en el Servicio de Informaciones; permaneció secuestrado durante diez días, encapuchado y esposado -junto a Niemes, Etchegoy, Viola, Martínez y Acosta de Azulay- en la ex sede de la UDA. Más tarde lo trasladan a la comisaría de Facino. «Nos llevaron a los seis. Era el 3 de diciembre cuando llegamos a la 4ª, siempre en calidad de desaparecidos», recordó en un diálogo con Rosario/12. «En la 4ª nos tenían en una celda chiquita, de a dos. Yo estaba con Julio Niemes, nos sacaban una vez por día para ir al baño… si tenías otra necesidad debías arreglartela dentro de la celda. Nos daban de comer una sola vez por día, un ‘sancocho’ con algunos huesos… Adelgazamos cualquier cantidad».

Sánchez tiene muy fresco aún el ciclo que comenzaba después de la medianoche: «los movimientos eran incesantes, entraba y salía gente, se escuchaban gritos, ruidos de armas, de vehículos…».

-¿Lo vio alguna vez al comisario Facino?

-No me acuerdo de él. Por eso le digo la fecha: estuve en la 4ª desde el 3 de diciembre de 1976 hasta el 6 de enero de 1977. Había mucha gente, pero no recuerdo nombres, sé que llevaron heridos. Después, volví a la comisaría 4ª en mayo del `77, cuando me sacaron de (la cárcel) de Coronda, junto con un correntino, un muchacho que era de Goya, de apellido Fernández. Ahí sí vinimos para la tortura. Nos golpearon a la entrada, a la noche nos encapuchaban para llevarnos a la delegación de la Policía Federal, nos torturaban y después nos traían. Generalmente hacían ese operativo durante dos o tres días, nosotros estuvimos diez días para reponernos y volver a Coronda. Era tal la golpiza que sufrimos que nos dejaron en la 4ª.

-¿Usted lo vio a Brusa?

-Yo no lo vi en la tortura, porque estaba encapuchado. Pero de la tortura, directamente nos llevaban a otra oficina de la 4ª, donde nos tomaba declaración.

-¿En una habitación lo torturaban y en la otra Brusa tomaba las declaraciones?

-Sí, sí.

Rehenes /subtítulo

Julio Niemes vive en Reconquista. Su relato es coincidente con el de Aníbal Sánchez, aunque él fue detenido antes: el 12 de octubre de 1976. Pasó por los mismos lugares hasta que el 5 de enero de 1977 -ya legalizado- lo llevaron al penal de Coronda. «La seccional 4ª era un centro clandestino, vivíamos esposados de pies y manos, creo que éramos rehenes, estaban decidiendo que íban a hacer con nosotros. Porque si pasaban tres o cuatro días y no te reconocían eras ‘boleta'». Niemes dijo que en esos meses del ’76 no lo vio a Facino, pero no tiene dudas sobre su responsabilidad, como jefe de la comisaría.

En cambio recuerda bien a otro personaje que se cruzó en su vida, tiempo después, en 1977: Víctor Brusa. «Te interrogaba, participaba, hacía preguntar, a veces era tan descarado que el mismo preguntaba. Recuerdo un día que llega tarde y la patota le pregunta que le había pasado: ‘se me rompió el auto’ en tal lugar, le contestó. Y da la casualidad que cuando nos tomaban declaración, sonó el teléfono. Estaba (el juez) Mántaras; Brusa escribía lo que declaraba, mejor dicho me preguntaba si era cierto lo que había dicho en la tortura. Sonó el teléfono y lo llaman: `bueno, vos sabés que no pude ir porque se me rompió el auto’, dijo. En esas situaciones se agudiza el oído, entonces alcancé a escuchar que era la voz de él. Cuando estaba en la tortura oigo que un tipo llega tarde porque se le rompe el auto, y después escucho exactamente la misma voz. Además hubo compañeros que lo vieron», relató Niemes.

Violada /subtítulo

Liliana tenía 20 años en 1976 cuando la llevaron a la seccional 4ª Su apellido no importa, sólo lo sabe quien la recuerda: «Encontré a esa chica en un baño de la comisaría, se estaba lavando una herida. Ya la conocía. En realidad todos nos hablábamos aunque no nos conociéramos, pero yo sabía quien era ella… Le pregunté que le pasaba, me dijo que tenía una pierna muy lastimada. Ella no lo demostraba, pero después gente de la 4ª me dijo que a esa chica la habían violado. Ella se veía mal, no tenía ganas de hablar», contó Mónica Martínez. «Nosotros estábamos en celditas muy chiquitas, donde apenas entraban dos personas acostadas. Después había un patio central rodeado de otras celdas, pero eso era a la vuelta, nosotros estábamos en esas cuatro celditas, aislados del resto de la 4ª, solo podíamos hablar detrás de las puertas, por las ventanillas».

Docente /subtítulo

Alicia López de Rodríguez era docente. Estaba casada con un abogado de las Ligas Agrarias y vivía con su suegra en el barrio Candioti de Santa Fe, cuando los parapoliciales la detuvieron el 22 de octubre de 1976. La casa de calle Sargento Cabral 1345 fue rodeada por los hombres de civil, en un despliegue que alertó a los vecinos: alguien llamó entonces al Comando Radioeléctrico, pero los de uniforme no hicieron nada. Hubo una «breve charla» con los asaltantes y los policías se retiraron, contó después su esposo cuando denunció el caso ante la Conadep, en el ’84. El marido de Alicia no fue testigo del secuestro: había sido detenido en el Chaco y estaba preso en Rawson cuando capturaron a su mujer.

La patota se llevó a Alicia y muchos dijeron haberla visto, martirizada, al borde de la muerte en la comisaría 4ª, en Zavalla y Tucumán.

Alejandro Faustino Córdoba -detenido en Reconquista- también recordó a Alicia. Era octubre del ’76. «La señora fue trasladada a la seccional 4ª luego de haber sido torturada por espacio de doce horas, luego de lo cual la trajeron envuelta en una frazada. Fue violada por personal de la comisaría en el calabozo y la dejaron abandonada, en muy malas condiciones físicas, por espacio de uno o dos días. Después, ella comenzó a contarme quién era. Me dijo que era la esposa de un abogado de las Ligas Agrarias de Resistencia, flaco, alto, rengo, con anteojos, que estaba preso en Rawson. Y que reconoció durante el interrogatorio la risa de un primo suyo que ella siempre supuso que era de los servicios», dijo Córdoba en su relato a la Conadep.

VICTOR BRUSA, JUEZ FEDERAL DE SANTA FE
La justicia cómplice Desde hace más de quince años Víctor Brusa viene siendo denunciado por haber realizado interrogatorios en los centros clandestinos de detención. Eso no le impidió, hasta ahora, continuar con su ascendente carrera judicial.   CARLOS ERNESTO RODRÍGUEZ  Periodico de las Madres de Plaza de Mayo


«Cuando nos toman las declaraciones indagatorias en la seccional cuarta, en presencia del juez federal (Fernando) Mántaras y los secretarios Monti y (Víctor) Brusa, nos encontrábamos descalzos, mojados y con signos de haber recibido apremios de todo tipo. Como ignorando nuestro estado nos preguntaban si habíamos sido objeto de malos tratos y ante nuestra respuesta afirmativa respondieron que la habíamos sacado liviana». Las declaraciones de los ex detenidos Rubén Maulin y Juan Carlos Pratto ante la ex Conadep señalaron, sin lugar a dudas, al actual juez federal de Santa Fe, Víctor Brusa, como partícipe de los crímenes de la dictadura militar. Sin embargo, aunque su nombre ya figuraba en todos los registros oficiales, Brusa fue nombrado juez, en 1992, y aún hoy se mantiene en el cargo, a pesar del pedido internacional de búsqueda y captura ordenado por el juez español Baltasar Garzón, bajo el cargo de «presenciar y avalar actos de tortura durante la dictadura militar en la Argentina».

Rubén Viola, quien estaba detenido en la cárcel de Coronda y fue llevado a la comisaría cuarta, recordó ante la Conadep que allí fue «nuevamente torturado para obtener información» y luego obligado a firmar una declaración. Cuando fue interrogado personalmente por Brusa, el detenido Viola mencionó ante el entonces secretario del juzgado que lo habían torturado. La única respuesta de Brusa fue reirse y aconsejarle que «no insistiera en eso porque lo podrían tratar peor aun».

Anatilde Bugna de Perassolo estuvo secuestrada en el centro clandestino de detención conocido como «La Casita». Todavía no se pudo determinar exactamente el lugar donde estaba ubicado, aunque se presume que era en las afueras de la localidad santafecina de Santo Tomé, quizás en Sauce Viejo, cerca del río Salado. «Me llevan a una sala muy amplia, casi sin muebles. Estaba el escribiente y Brusa tomaba declaración (…) tenía en la mano toda la declaración que había hecho con la Patota», declaró Anatilde, quien presentó su denuncia ante Garzón.

El testimonio que tenía Brusa le había sido arrancado a Anatilde Bugna bajo la tortura, en la sede de la Guardia de Infantería Reforzada de Santa Fe. Cuando lo vio a Brussa en «La Casita», ella se alegró por un momento, ya que lo conocía desde sus tiempos de estudiante en la Facultad de Derecho. «Cuando entra Brusa yo estaba chocha, lo saludé. No me escupió porque no pudo.’Yo no te conozco, no sé quien sos’, me dijo». La actitud del hoy juez federal llegaba a ser francamente intimidatoria. Anatilde recordó que Brusa «estuvo todo el tiempo dando vueltas alrededor mío. Se cagaba de risa, por supuesto, y practicaba golpes de karate. Nos amedrentaba con eso. Me tiraba patadas que pasaban por acá, por acá», sostuvo Anatilde mientras señala con su mano lo cerca de su cabeza que pasaban los golpes.

Patricia Isasa tenía 16 años cuando cayó detenida en la Guardia de Infantería Reforzada y quedó en manos de La Patota. Militante de la Unión de Estudiantes Secundarios, era delegada de su curso en la Escuela Industrial. Lo recuerda muy bien a Brussa. «Cuando se supo que era elsecretario del juez hubo grandes expectativas. Se decía: ‘finalmente viene alguien a escucharnos’. Creíamos ingenuamente que alguien de la Justicia venía a hacer justicia. La desilusión fue grande porque él se burlaba cuando las chicas le contaban que habían sido torturadas. Se burlaba de todo, tenía una actitud sobradora, patotera. No solo tomaba declaraciones en lo que fue un campo clandestino de detención, sino que además su actitud era cómplice con nuestros represores. Tomaba declaraciones en las oficinas de Perizzotti, o sea que era uno más del grupo» de torturadores.

La Patota con la que trabajaba Brusa ha sido identificada por los ex detenidos y está también acusada a nivel internacional. Entre ellos figuran el ex jefe del Area 211, coronel Juan Orlando Rolón; el ex carcelero de la Guardia de Infantería Reforzada Juan Calixto Perizzotti; el ex subjefe de Drogas Peligrosas de Santa Fe hasta hace poco tiempo, designado durante la etapa de gobiernos constitucionales, Héctor Romeo «Pollo» Colombini; el actual presidente de la comuna santafecina de Rincón, Mario Facino; el ex agente de inteligencia y ahora empleado de la Municipalidad de Santa Fe, Eduardo Alberto «Curro» Ramos y la ex carcelera María Eva Aevis.

José Ernesto Schulman ratificó recientenemente ante la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura, que el hoy juez federal Brusa intentó en 1977 hacerle firmar una declaración que lo autoincriminaba y que le había sido arrancada bajo tortura. «Yo acuso al doctor Víctor Brusa de ser partícipe consciente en el monstruoso sistema de destrucción de seres humanos» que funcionó durante la dictadura militar. El ex detenido relató la odisea que le tocó vivir: «El 5 de diciembre de 1975 sufrí un atentado terrorista que destruyó la vivienda familiar donde dormía. El 12 de octubre de 1976 fui detenido en mi nueva casa junto a quien entonces era mi compañera, Graciela Roselló, y un amigo del trabajo, Hernán Gurvich, para ser mantenido secuestrado en la seccional cuarta de Policía, luego en la Guardia de Infantería Reforzada y más tarde en la cárcel de Coronda, donde fui liberado en abril de 1977. En noviembre de ese año fui secuestrado en la calle, frente al cementerio santafesino, para volver a ser alojado en la seccional cuarta, donde fui sometido a torturas y simulacros de fusilamiento. Allí conocí a Víctor Brusa».

Schulman precisó que el doctor Brusa «no sólo legitimaba con su presencia todo el operativo sino que muchas veces presionaba, chantajeaba, amenazaba como uno más de La Patota, que por cierto siempre tenía un represor bueno que aconsejaba decir todo para no sufrir». Schulman fue secuestrado por primera vez por Juan Eduardo González, Víctor Hugo Cabrera y por el «Curro» Ramos, todos ex integrantes del Servicio de Inteligencia de la policía. Todos estaban bajo las órdenes de Carlos Osmar Rebechi.

En la comisaría cuarta había una cruel manera de elegir a los que iban a ser asesinados. «Venía La Patota a elegir a sus víctimas en un procedimiento macabro. Todos estábamos con la mirada fija en la pared de la celda, de espaldas a los guardias. Ellos te tocaban el hombro con la mano y si te dabas vuelta le veías la cara. Cuando los habías visto, eras hombre muerto», aseguró Schulman. Cuando le preguntaron si Brusa les pegaba, respondió: «No lo sé, estaba encapuchado cuando me torturaban». De todos modos, lo esencial es que «sin la complicidad de jueces como Mántaras y el personal judicial como Brusa, el sistema no podría haber actuado tan eficazmente».

«Los hechos no ocurrieron», fue la respuesta de Brusa cuando lo interrogó el Consejo de la Magistratura, que ahora está analizando su posible destitución. El juez consideró «falaces» e «indemostrables» las acusaciones en su contra. Brusa dijo «no recordar» si había estadoalguna vez en la comisaría cuarta de Santa Fe o en la Guardia de Infantería Reforzada (GIR), como si se tratara de detalles superfluos, fácilmente olvidables. En el caso está incorporada la desgrabación de un programa radial en el cual Brusa reconoció que estuvo en la GIR.

El pliego confirmando a Brusa como juez federal de Santa Fe llegó al Senado el 18 de junio de 1992. La propuesta estaba avalada por las firmas del presidente Carlos Menem y del entonces ministro de Justicia León Arslanián, el mismo que alguna vez había condenado a los ex comandantes. Los únicos legisladores que se opusieron a la designación fueron los diputados Alfredo Bravo, Oscar Alende, Pedro García y Juan Pablo Cafiero. Los demás se callaron la boca y algunos, como Luis Rubeo y Liliana Gurdulich, asumieron el padrinazgo político de Brusa. La represión en la Argentina, como el nazismo, nunca podría haber sido posible sin la complicidad de la dirigencia política y de los jueces cómplices, como Brusa.

13  11  2005   Rosario 12

«Me dijo que se llamaba Alicia y que estábamos en la comisaría 4ª»

Así recuerda Graciela Roselló su primer encuentro en cautiverio durante la dictadura con Alicia López, desaparecida.

Por Alicia Simeoni

Otro testimonio se sumará el próximo 1º de diciembre para probar que Alicia López de Rodríguez, militante de las Ligas Agrarias en los años ’70 estuvo detenida en la comisaría 4ª de Santa Fe a pocos meses de que comenzó la dictadura militar. En este caso el recuerdo de los terribles días de octubre de 1976 serán llevados por Graciela Roselló, secuestrada en la capital provincial cuando era militante de la Federación Juvenil Comunista y trasladada a declarar a la comisaría a cargo de quien hoy es el presidente comunal de San José del Rincón, el ex comisario Mario Facino. «Me contó que era maestra, del norte provincial, que estaba con su esposo en las Ligas Agrarias y que sufría desmayos a causa de su diabetes y de que no tenía ni los medicamentos ni la alimentación necesaria», dice Graciela Roselló quien vive en Rosario desde hace muchos años y es dirigente de la Asociación Bancaria. Sobre el responsable de la tenebrosa comisaría 4ª Mario Facino existe el pedido de uno de los querellantes, José Schulman, para que el juez Federal Reynaldo Rodríguez le tome una nueva indagatoria y responda sobre el destino de la maestra Alicia López a quien no se vio con vida fuera de la seccional y se sabe, según diversos testimonios, que allí sufrió los peores tormentos.

Graciela Roselló se presentará ante el juzgado Federal Nº 1 y aportará su testimonio en la causa en la que se trata de establecer cual fue el destino de la joven maestra llamada Alicia López de Rodríguez, oriunda del norte santafesino y a quien vio a través de las rejas de las puertas de la ‘tumba’ en la que cada una estaba en la comisaría 4ª de la capital provincial. Roselló fue secuestrada el 11 de octubre de 1976 en su casa de Santa Fe cuando tenía 20 años. Allí vivía con quien era su esposo José Schulman y con ellos estaba otro joven, Hernán Gurvich, los tres militantes de la Federación Juvenil Comunista que fueron sacados de la vivienda en autos separados. Roselló fue llevada a la comisaría 2ª y hacia fines de octubre fue a buscarla «la carcelera» -como ella misma llama a María Eva Aebis quien se presentó con el comisario Villalba de la Guardia de Infantería Reforzada-para ser trasladada hasta la 4ª, junto a Hernán Gurvich, y adonde ingresó encapuchada. Cuando se la dejó en la pequeña celda estaba aterrorizada, se sacó la capucha y se asomó a la reja. En la ‘tumba’ de enfrente había una chica: «Enseguida me preguntó como me llamaba yo y me dijo que ella era Alicia y que estábamos en la 4ª».

A Graciela le llamó la atención algo de luz que entraba en el lugar. «Esa claridad debe venir del patio de mi suegra, la Flora» le contó a Alicia con la explicación de que la casa lindante con la comisaría era la paterna de su esposo José Schulman y que había sido arrasada el 24 de marzo de 1976 por la policía. Enseguida Alicia reaccionó–«¿entonces vos sos la esposa de José?», preguntó y le cóntó que él también estaba allí, en otra celda de la 4ª. Así empezó a hablar en vos alta y hacer de enlace para que el matrimonio se comunicara. «José, me debés estar envidiando porque desde acá veo a tu esposa…», recuerda Graciela que decía Alicia López.

«Vuelvo a hablar con Alicia y me cuenta que es del norte, que su marido es abogado y que trabajan en las Ligas Agrarias…También me contó que era diabética y que estaba sufriendo desmayos por la falta de la medicación y de alimentación adecuada. Estuve 22 horas en la 4ta. y de ahí me llevaron de nuevo a la 2ª, después a la 1ª y entonces a la Guardia de Infantería Reforzada». Roselló preguntó por ella en las celdas de la Guardia pero nadie la había visto, «siempre pensé que había quedado en libertad pero no fue así». Alicia López de Rodríguez era esposa del abogado Luis Juan Rodríguez militante de las Ligas Agrarias en los ’70 y hoy juez penal de Sentencia Nº 3 de Santa Fe, como informa Rosario/12 en su edición del domingo 27 de marzo con la firma de Juan Carlos Tizziani.

En ese mismo material y en otros anteriores se da cuenta de que un grupo de tareas allanó la casa del matrimonio López-Rodríguez en el barrio Candioti buscando al abogado Luis Juan Rodríguez quien ya estaba preso en la cárcel de Rawson. En ese ‘operativo’ se la llevaron a ella que apareció en la seccional 4º a cargo del hoy presidente comunal de San José del Rincón, Mario Facino. El testimonio que prestará Graciela Roselló ante la Justicia Federal aportará en la causa que investiga que pasó con Alicia López y se sumará a otros que en los últimos días de octubre la vieron con vida en la tenebrosa seccional 4ª. Desde allí hasta ahora sólo hay oscuridad.

Graciela Roselló también recuerda que mientras hablaba con Alicia veía de manera oblicua a otra de las cuatro ‘tumbas’ que había en la 4ª y que allí estaba un joven «era Pablo, de Reconquista», dice buceando en todos sus recuerdos. Alicia López de Rodríguez estuvo en la cuarto y la espera es porque Facino explique qué pasó con ell

22  03  2006  Rosario 12

Treinta años tuvieron que pasar para plantarse frente a la cuarta

La seccional policial de Santa Fe fue escrachada como unos de los eslabones más denunciados del circuito represivo de la dictadura. Hablaron sobrevivientes y recordaron a los ausentes.

Final del formulario

Treinta años tuvieron que pasar para que unos 200 santafesinos se planten -por primera vez- frente a la comisaría 4ª y escriban sobre la calzada: «Centro de torturas». Agiten una bandera con un mensaje para el barrio: «Vecinos: acá se torturaba y mataba a jóvenes argentinos. Nunca más». Y rodeen la esquina trágica, bulevar Zavalla y Tucumán, con fotos de desaparecidos, una al lado de la otra. Treinta años tuvieron que pasar para el escrache a unos de los eslabones más denunciados del circuito represivo de la dictadura. «Venimos a denunciar el genocidio», dijo un sobreviviente de la 4ª, José Schulman, querellante en el juicio a los represores de Santa Fe y uno de los oradores del acto de ayer. En frente estaban las Madres de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos, Hijos, rodeados por militantes de partidos políticos y expresiones sociales y universitarias.

«Veo muchos rostros de jóvenes», comentó después otra de las resistentes de la memoria, Graciela Abdolatif. Un espejo donde mirarse «cuando teníamos 18 y 19 años y recordar a los compañeros que no están». Mencionó a uno: Orlando Navarro. «Le decíamos ‘Navarrito’. No sé si está su foto aquí, pero sí se que está en estas malditas paredes y en la memoria de muchos», dijo Graciela. Su voz contenía la emoción.

«Estudiábamos en la Facultad de Derecho. ‘Navarrito», era petisito, morocho, negrito, pero con un calor humano inmenso y una convicción que seguramente lo aferró a la vida hasta su último aliento». Abdolatif dijo que reencontró con la memoria de su compañero en el libro que publicaron los ex presos de la cárcel de Coronda: Del otro lado de la mirilla. «Allí supe que él estuvo acá, en la comisaría 4ª. Eramos compañeros que queríamos un país distinto, solidario, justo, que se igualara el pobre al rico», reflexionó.

«Navarrito hablaba muy bien, siempre era uno de los principales oradores. En los primeros tiempos militó en la ‘Fede’ (como se llamaba a la Federación Juvenil Comunista) y después pasó al Faudi, que respondía al Partido Comunista Revolucionario (PCR), una escisión del PC. Le gustaba mucho cantar. Era uno de los primeros en agarrar la guitarra y cantar después de las asambleas en el comedor universitario. Y fue a él, en esta seccional, donde lo quebraron y le rompieron las manos para que ya no pueda tocar su guitarra. Después, le troncharon la vida».

«En el nombre de Navarrito, rindo mi homenaje a todos los compañeros que cayeron en ese tiempo, que hoy no están de cuerpo presente, pero que viven en nuestra memoria. Ese es nuestro compromiso», finalizó Graciela.

Schulman recordó el caso de Alicia López de Rodríguez, una de las desaparecidas en la 4ª que hoy investiga la Justicia Federal. «Es inexplicable que el juez (Reynaldo Rodríguez) pretenda separar el caso de Alicia López de este juicio en Santa Fe», en el que están detenidos ocho represores, entre ellos dos ex jefes del Destacamento de Inteligencia Militar 122, el teniente coronel Manuel Domingo Marcellini y el suboficial del Ejército, Nicolás Correa.

«A Alicia la secuestraron en la comisaría 4ª, que estaba bajo la responsabilidad de (Mario) Facino y ahora se sabe, que la llevó Correa», dijo Schulman. «No hay ninguna razón jurídica para que no sea el punto principal de la causa. Es el mismo lugar físico, el mismo grupo represor, los mismos testigos. Francamente, no se sostiene (el desdoble de la causa), así que en ese punto no vamos a ceder y apelaremos a todas las instancias jurídicas que sean necesarias, incluso a la Corte Suprema de la Nación. No vamos a aceptar que haya juicio oral y público a los represores de Santa Fe sin que se discuta la desaparición de Alicia López de Rodríguez», concluyó Schulman.

4 DE JUNIO 2006  Rosario 12

Resistir la impunidad

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Por José Ernesto Schulman*

En un grotesco escrito fechado el 24 de mayo, justo un día antes del aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, la Cámara Federal de Rosario separó al Juez Rodriguez de la Causa contra los represores que actuaron en Santa Fe en el período dictatorial y que luego fueron Jueces, Jefes de Comuna y dirigentes del Partido Justicialista: Víctor Brusa, Mario Facino, Eduardo Ramos y otros cómplices.

La Cámara de la Impunidad intenta machacar su decisión de fin de año 2005, en la que descalificó la acusación de asociación ilícita por motivos formales, que ahora se ve, es lo que quiere erradicar del juicio: la idea de que la represión no fue un exceso sino un plan nacional, planificado, organizado y ejecutado por un conjunto de hombres y mujeres abocados a tal propósito terrorista en una gigantesca asociación ilícita de la que los represores santafesinos constituyen una mínima parte, cierto y por ello hay que juzgar a quienes inspiraron, alentaron y sobre todo se beneficiaron del modelo capitalista neoliberal impuesto a sangre y fuego. Pero estos hombres fueron una parte de la asociación ilícita debidamente probada en lo que va de las acciones judiciales.

Conviene recordar que este juicio tiene antecedentes de larga, larguísima data: la denuncia por torturas contra José Schulman en noviembre de 1977, las constancias en la Conadep y el Nunca Más de Moulin, Viola y otros sobre los hechos de la Cuarta incluyendo la desaparición forzada de Alicia López, las denuncias de Patricia Isasa ante Garzón y el Jury de Enjuiciamiento que destituyó a Brusa en el 2000.

La Cámara dice defender los derechos a proceso justo de los asesinos y torturadores, ¿y de los derechos de loa asesinados, torturados, detenidos ilegalmente y/o despojados de sus bienes, quién se ocupa?

La pretensión de descalificar el juicio por un supuesto error procesal del juez Rodríguez, que éste estaba enmendando de acuerdo a derecho con la ampliación de indagatoria en un trámite que se repite diariamente en los juzgados federales de todo el país es inaceptable.

Sólo la acción enérgica y unida de las víctimas junto a los organizaciones de derechos humanos y las fuerzas populares comprometidas con la lucha contra la impunidad podrá romper esta enésima maniobra dilatoria de los impunadores.

Por nuestra parte, llevaremos este reclamo al máximo nivel institucional: Secretaría de Derechos Humanos, Procuración General de la Nación, Comisión de Derechos Humanos del Congreso Nacional y la misma Corte Suprema de Justicia.

Exigiremos la remoción inmediata de los componentes de esta Cámara de la Impunidad y la revocatoria de tan arbitraria decisión, pero sobre todo, impulsaremos la movilización popular contra la impunidad de ayer y de hoy, con la misma bandera de siempre: Juicio y Castigo para todos los culpables!!!

* Militante de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, querellante en la causa Brusa.

11   10  2006   Rosario 12

PIDEN AMPLIACION DE INDAGATORIA POR GENOCIDIO

Marcellini, Brusa y compañía

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Uno de los querellantes en las causas por violaciones a los derechos humanos, José Schulman pidió ayer al juez federal Reinaldo Rodríguez que impute y amplíe la indagatoria por «genocidio» y «asociación ilícita» a ocho represores presos en Santa Fe, entre ellos el ex jefe del Destacamento de Inteligencia Militar, coronel Domingo Manuel Marcellini, el ex suboficial Nicolás Correa y el ex juez federal Víctor Brusa.

Schulman presentó el escrito en los Tribunales Federales con el abogado de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, José Rodolfo Iparraguirre, y acompañado por las Madres de Plaza de Mayo y militantes de otros organismos de derechos humanos. «Pedimos que se indague a los represores por genocidio en base al fallo histórico de la causa Echecolatz. Es un pedido que tiene consideraciones jurídicas contundentes porque el hecho real que hubo en la Argentina fue un genocidio y no se puede llegar a la verdad y menos a la justicia si se acepta fragmentar ese hecho real, único, ‘ese plan de exterminio’, en innumerables causas que van haciendo perder el sentido de las acciones cometidas».

«En el caso de Santa Fe, nuestro pedido apunta a resolver una cuestión que hemos discutido en los últimos dos años que es la desaparición forzada de (la docente) Alicia López que se pretende hacer un juicio aparte y para nosotros no tiene ninguna razonabilidad, porque la desaparición de Alicia López de la que fui testigo visual, directo, ocurrió a finales de octubre de 1976 en la comisaría 4º, cuando el jefe de la comisaría era (el comisario Mario) Facino. Los testigos somos nosotros. Entonces no tiene ningún sentido que haya otra causa», explicó.

«Además, hay un tercer aspecto, esta presentación forma parte de una campaña nacional que hemos decidido los organismos de derechos humanos que nos agrupamos en Memoria, Verdad y Justicia de presentarnos en todo el país para llevar el pedido de ampliación de indagatoria por genocidio que creemos que es la causa fundamental del secuestro de (Jorge Julio) López y creemos que es un modo de decirle que estamos con él para mantener firme la causa por genocidio, la lucha por la verdad y la justicia en la Argentina», apuntó. Hace un mes, Schulman había pedido al juez Rodríguez que amplíe la indagatoria de los represores para imputarlos por asociación ilícita. «Pero hasta ahora no hemos tenido respuestas y esto es grave», dijo el querellante.

10  FEBRERO 2008

LO QUE NO FUE A JUICIO ORAL EN LA CAUSA BRUSA POR DERECHOS HUMANOS

«Hay falta de compromiso en el foro»

Lo dijo Graciela Roselló, dirigente de CTA y ex detenida en Santa Fe durante la última dictadura. Es testigo en la causa por la que se investiga la desaparición de Alicia López. También opinó para Rosario/12 José Schulman dirigente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y querellante.

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Por Alicia Simeoni

La desaparición forzada de quien fue militante de las Ligas Agrarias, Alicia López de Rodríguez, la responsabilidad del entonces coronel Juan Orlando Rolón en los crímenes de la dictadura -con lo que se puede seguir la cadena de mandos militares para que no sean juzgados sólo quienes picaneaban o apretaban el gatillo- y la asociación ilícita son los crímenes que no fueron elevados a juicio oral en la conocida como causa Brusa a pesar de que fueron denunciados en el transcurso de la etapa de instrucción. Una testigo y un querellante que vieron a López con vida en la tétrica comisaría 4ª de la capital provincial al frente de la que estaba el ex comisario Mario Facino, opinan sobre «lo que quedó en el tintero». Graciela Roselló, actual secretaria adjunta de la seccional Rosario de la Asociación Bancaria y secretaria gremial de la CTA Rosario y José Schulman, secretario nacional de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, opinan sobre las faltas y también sobre las excusaciones de los conjueces designados para integrar el Tribunal Oral. «Es una especie de manifiesto público de falta de compromiso con los derechos humanos que a la vez revela el verdadero carácter del foro santafesino», dijo Roselló quien el viernes fue recibida por la vicegobernadora Griselda Tessio. El próximo miércoles, a las 12, en la presidencia del Senado, Tessio recibirá a querellantes y testigos de la causa.

Graciela Roselló estuvo detenida en 1976 en Santa Fe cuando tenía 20 años y militaba en la Federación Juvenil Comunista. Fue llevada en desgarrador periplo por las seccionales segunda, primera, vuelta a la segunda y de allí a la 4ta. que estaba a cargo del comisario Mario José Facino, quien luego, en democracia, fue intendente de San José del Rincón por la lista de PJ.

Roselló es testigo en la causa por la que se investiga la desaparición de Alicia López y por supuesto tiene opinión formada sobre la elevación a juicio del expediente Brusa. «A pesar de varios recortes me parece bueno ese hecho. Se trata de un triunfo de las organizaciones de derechos humanos, de los querellantes y testigos y de la sociedad civil comprometida en que se esclarezcan estos hechos, pero no puedo dejar de marcar la preocupación porque quedaron afuera denuncias que se efectuaron durante la etapa de instrucción y que aportaban los datos para una veraz demostración sobre que en la 4ta. hubo desaparición forzada de personas. Creo que esto y la actitud de excusación que adoptan todos los conjueces sorteados para integrar el Tribunal Federal Oral es una especie de manifiesto público de ausencia de compromiso con los derechos humanos que a la vez revela el verdadero carácter del foro santafesino».

Roselló que ayer por la mañana fue recibida por la vicegobernadora Griselda Tessio a quien le expresó su preocupación por «lo que queda afuera del proceso oral» dijo que se trata de «un escándalo jurídico y una denegatoria de Justicia». Por otra parte acordó con la presidenta del Senado en que se reunirá con querellantes y testigos de la causa que se conoce con el nombre del ex juez, que era secretario judicial durante la dictadura militar, Víctor Hermes Brusa. Esa reunión será en Santa Fe el próximo miércoles 13 en horas del mediodía.

Tanto Roselló como José Schulman, querellante en la causa y secretario nacional de la Liga por los Derechos del Hombre es importante la difusión social de qué implica la situación jurídica que se describe, también la movilización, no sólo de quienes están contenidos en las organizaciones de derechos humanos sino también de los militantes políticos, sociales, sindicales. A la vez se plantean realizar una presentación ante la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario para pedir «que se ponga orden en la presentación» y llegar al procurador general de la Nación Esteban Righi para «expresar los temores que tenemos en tanto todo indica que la fiscal Susana Tripichio no se está preparando para el caso».

Alicia López de Rodríguez era militante de las Ligas Agrarias y estaba casada con el abogado José Luis Rodríguez, hoy juez de la provincia en los Tribunales santafesinos. En 1976 «tendría alrededor de 25 años» dijo a Rosario/12 Roselló quien la vio en la 4ta. cuando fue llevada al interrogatorio hacia el que la condujo la carcelera María Eva Aebis «esa de expresiones soeces que se refería a monseñor (Vicente) Zaspe como ‘el pollerudo», recuerda. Cuando llegué me llevaron a una celda y para ver tuve que estirarme hasta una mirilla…. Enfrente, por un espacio similar, Alicia López se me presentaba. En las 24 horas que estuve allí varias veces me dijo que se sentía mal, que era diabética y que no le suministraban insulina ni le daban atención médica. Nunca más supe de ella, me llevaron a la Guardia de Infantería Reforzada, cerca del Parque Sur, que era casi el paso siguiente y obligado. Esperé que con ella hicieran lo mismo. Nadie volvió a saber de Alicia ni en ese ni en ningún otro lugar».

José Schulman, querellante en la causa, quien también estuvo detenido en la 4ª. detalló los crímenes que no elevó a juicio oral el magistrado Leandro Corti -hoy secretario de Asuntos Penitenciarios- cuando dio por concluida la etapa de Instrucción. En primer término mencionó la desaparición forzada de Alicia López de Rodríguez, un caso donde él testimonió junto a Roselló y a Carlos Almada. En segundo término señaló que se dejó fuera la responsabilidad del entonces jefe del Area Militar, coronel Juan Orlando Rolón, «indispensable para tirar de la cadena de mandos militares e impedir que sólo sean juzgados los que manejaban la picana y apretaban el gatillo y además la asociación ilícita entre los criminales, un escalón conceptual que permitiría acercarnos a la verdad de lo que ocurrió: un genocidio, planificado por un conglomerado de militares, políticos y empresarios alentados y conducidos por el imperialismo norteamericano, tal como se probó en la causa Operación Cóndor».

Schulman recuerda a quienes se excusaron de integrar el Tribunal Oral, entre ellos a los conjueces José María Escobar Cello y María Ivón Vella y más recientemente Eduardo Espósito, Guillermo Zenklusen y Silvia Doldán de Lazzarini. Ninguno de ellos quiso ser conjuez en la causa por la que se investigan crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar en la ciudad de Santa Fe. Entonces el secretario nacional de la LADH dice que la realización del juicio y la obtención de condena «dependerá de la movilización popular, de la presión de los organismos de derechos humanos y de las fuerzas democráticas». También espera que el gobierno de Hermes Binner dé señales «que lo diferencien de sus antecesores en el cargo».

9 DE MARZO 2008

SANTA FE

Facino es el primer represor de Santa Fe bajo cargo de «homicidio»

La figura es novedosa para las causas de Terrorismo de Estado en la capital provincial. Un comisario que se «recicló» en la democracia.

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Desde Santa Fe

El ex presidente comunal de San José del Rincón, Mario José Facino se convirtió ayer en el primer preso por delitos de lesa humanidad sobre el que pesa el cargo de «homicidio» en una de las causas del terrorismo de estado en Santa Fe. El juez federal Nº 1 Reinaldo Rodríguez, lo procesó por supuesta «privación ilegítima de la libertad, tormentos, encubrimiento y homicidio» y embargó sus bienes por 450 mil pesos en un proceso que investiga el destino final de un joven docente desaparecida, Alicia López de Rodríguez, quien estuvo detenida y sufrió los peores suplicios en una celda de la seccional 4ª cuando Facino era el jefe de la comisaría, según el relato de varios sobrevivientes. López fue secuestrada por un grupo de tareas el 21 de octubre de 1976.

El diario electrónico Notife.com informó ayer que el juez Rodríguez procesó a Facino «por entender que fue responsable de la desaparición de la profesora Alicia López. Y por primera vez imputó el delito de homicidio a un represor» en las causas que investigan el terrorismo de Estado en Santa Fe.

Facino ya está preso -con arresto domiciliario- en otra causa de la represión ilegal fue elevada a juicio oral y público a fines de enero último y en la que están imputados otros seis detenidos por delitos de lesa humanidad: el ex jefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122, coronel Domingo Manuel Marcellini; el ex juez federal Víctor Brusa y cuatro ex policías santafesinos: los ex comisarios Juan Calixto Perizzotti y Héctor Romeo Colombini, el ex oficial de inteligencia Eduardo Ramos y la ex carcelera María Eva Aebi.

Alicia López era la esposa del abogado Luis Juan Rodríguez, ex militante de las Ligas Agrarias en los `70 y hoy juez penal de Sentencia Nº 3 de Santa Fe. El 21 de octubre de 1976 a la medianoche, un grupo de tareas allanó la casa del matrimonio, en Sargento Cabral 1345, en el barrio Candioti. Lo buscaban a él que ya estaba preso en la cárcel de Rawson. Pero se la llevaron a ella. «Era personal de las Fuerzas Armadas», denunció después la madre de Alicia, Lucía Delia Garrahan de López en un recurso de hábeas corpus. Una definición certera de la patota: ya se sabe que en Santa Fe operaba el Ejército, y más concretamente el Destacamento de Inteligencia Militar 122.

Después del operativo, Alicia apareció en la comisaría 4ª que estaba a cargo de Facino, pero bajo el control operacional del Ejército. Y varios testigos la vieron en los calabozos y dijeron haber hablado con ella: Raúl Pintos y Alejandro Faustino Córdoba (que ya habían dejado su testimonio ante la Conadep, en 1984 y después lo ratificaron ante la justicia), Eduardo Almada (que declaró en la causa que instruye el juez Rodríguez, el 29 de abril de 2003, antes de su fallecimiento), José Schulman y la ex esposa de éste, Graciela Roselló (que también declararon en la investigación). Y un ex policía de apellido Vázquez, que era el chofer de Facino en la comisaría 4ª y le dijo a Córdoba �con quien se encontró en la cárcel de Coronda� que «estaba seguro de que la habían matado».

Córdoba volvió a denunciar los suplicios de Alicia López ante el juez Rodríguez, en mayo de 2005. «En octubre de 1976 -dijo en un escrito que presentó ante el magistrado- trasladan a Pintos a la celda grande (de la comisaría 4ª) y en su lugar colocan a una persona a quien en un primer momento no pudimos identificar ni por su sexo, por la llevaban alzada y tapada con una frazada. La llevaba en brazos un oficial de Policía que ingresó con ella a la celda y al cabo de unos minutos salió solo y cerró la puerta. Unos días después se asomó por la ventanilla de la puerta, tomada de unos barros. Era una compañera, menudita, bajita, que dijo llamarse Alicia López, casada con Rodríguez, abogado de las ligas Agrarias del Chaco que ese momento estaba detenido en la cárcel de Rawson. Dijo que el policía que la había llevado a la celda la había violado en ese mismo lugar», relató Córdoba.

Hace tres, en marzo de 2005, otro de los sobrevivientes de la comisaría 4ª relató a Rosario/12 su encuentro con Alicia. «Yo fui detenido el 12 de octubre de 1976 por la patota del (fallecido ex jefe de Inteligencia de la Policía de la provincia, comisario Carlos Osmar) Rebechi y (Eduardo) Ramos», recordó José Schulman. «Estuve en una celda que daba al patio de la seccional 4º hasta mediados de noviembre que me trasladaron a la Guardia de Infantería. A fines de octubre, apareció en una celda muy pequeña, a la que nosotros llamábamos ‘La tumba’ que estaba a la derecha de la celda grande que daba al patio, una compañera que me llamó mucho la atención porque se desmayaba de un modo continuo. Eso nos preocupó mucho. Entonces, hablando a los gritos, de noche, le preguntamos qué le pasaba y ella nos dijo que era diabética, que necesitaba comer cada tres horas y como en la seccional 4º daban de comer una vez al día una comida poco proteica, una sopa de mierda con fideos, le bajaba el nivel de glucosa y se caía», concluyó Schulman.

17 MARZO 2008

LA HISTORIA DE UNA MUJER DESAPARECIDA DURANTE LA DICTADURA EN SANTA FE

Alicia, la descendiente del Brigadier

Militante de las Ligas Agrarias, Alicia López -descendiente directa de quien fuera gobernador de la provincia, Estanislao López- fue secuestrada por una patota civil el 21 de octubre de 1976 en Santa Fe. Por este caso, el represor Facino acaba de ser procesado por la justicia.

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Por Alicia Simeoni

«Era una mujer mínima, apenas superaba el metro 50 de altura y los 40 kilos de peso, hablaba poco pero se expresaba mucho por escrito y tenía la capacidad de ser necesaria y pasar desapercibida». Una síntesis apretada y muy significativa que María Isabel Rodríguez, la hija mayor de la militante de las Ligas Agrarias Chaqueñas, Alicia López, ensaya con la voluntad común de algunos de quienes la conocieron para que no la desaparezcan otra vez. Muy poco se contó sobre Alicia López, víctima del represor Mario José Facino cuando estaba al frente de la tétrica comisaría 4ª de la ciudad de Santa Fe. Ahora acaba de ser procesado por el juez federal Reinaldo Rodríguez como responsable de supuesta privación ilegítima de la libertad, tormentos, encubrimientos y homicidio sobre Alicia López quien fue secuestrada con la violencia propia de las patotas civiles el 21 de octubre de 1976. Más de un año antes habían detenido a su esposo, Luis Juan Rodríguez, hoy juez provincial en la capital santafesina y así quedaban tres niños atravesados por la ausencia de la madre, a quien no volverían a ver, y del padre que estuvo siete años a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y la mayor parte del tiempo en el penal de Rawson. Esta es la primera vez que tres de sus familiares más directos la recuerdan en forma pública, quien fue su esposo, su hija mayor y la cuñada que crió a sus hijos. Alicia López ensayó una de las formas más interesantes de comunicación popular. Lo hizo en la provincia del Chaco a través del periódico El campesino, donde los obreros del algodón planteaban sus posturas y aunque Alicia editaba las notas ellos podían reconocerse en esos escritos. Una forma también de aprovechar de una publicación la posibilidad que brinda para la organización de los diversos sectores. Pero también tenía pasión por la literatura y cuando trabajaba como docente en escuelas medias se esforzaba por elevar el nivel de comprensión y conocimiento de un medio difícil y que no había tenido buenas posibilidades como el agrario chaqueño.

Alicia fue una militante consecuente, que deseaba una sociedad más justa y por eso fue secuestrada y asesinada cuando sus tres pequeños hijos tenían 7 (María Isabel), 5 (Cecilia) y 3 años (Luis Estanislao). Su desaparición fue denunciada por José Schulman, hoy presidente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre ante el juez español Baltasar Garzón (ver aparte).

Alicia y Luis Juan se fueron desde Santa Fe al Chaco para trabajar junto al obispo Italo Distéfano. El ya era abogado y ella se recibió por ese tiempo de profesora de letras. El primer destino fue Tres Isletas, una localidad a 50 kilómetros de Presidencia Roque Saénz Peña donde nació María Isabel. Los dos venían del catolicismo, y justamente Distéfano y la Iglesia Católica eran en Chaco la caja de resonancia de los padecimientos y angustias de los sectores campesinos que trabajaban en las distintas tareas relacionadas con el sector algodonero.

Luis Rodríguez contó a este diario que el obispo Distéfano lo había llamado a colaborar y así se relacionaron con las Ligas Agrarias, uno de los movimientos sociales más importantes y con fuerte inserción entre el sector de base que lo componía. Alicia daba clases en el secundario y hacía profundos esfuerzos por elevar las posibilidades educativas de sus alumnos, despojados de muchísimos derechos.

El juez Luis Juan Rodríguez recuerda que no era fácil en una sociedad agraria y con muchas necesidades hacer conocer los pensamientos más avanzados. «Ella -dice- tenía mucha iniciativa… Recuerdo que utilizaba un poema de Jorge Luis Borges con los alumnos de los primeros años del secundario». Se refiere a «El general Quiroga va en coche al muere»: El madrejón desnudo ya sin una sed/ y una luna perdida en el frío del alba/ y el campo muerto de hambre, pobre como una araña…»

«Alicia no quería nada extraño, quería más justicia, que el mundo fuera mejor. Deseaba todo aquello en lo que piensan las personas con ideas de transformación y cambio», relató a Rosario/12 quien fue su esposo y padre de sus tres hijos, María Isabel, Cecilia y Luis Estanislao. Alicia López era descendiente directa de quien fuera gobernador de la provincia, el brigadier Estanislao López.

Cuando en abril de 1975 detuvieron a Luis Rodríguez lo llevaron a la alcaidía de Resistencia y en enero de 1976 lo trasladaron al penal de Rawson. Alicia quedó sola en Sáenz Peña con los tres niños.

María Isabel Rodríguez, su cuñada y homónima de la hija mayor, cuenta que trajeron a Alicia con los chicos a la ciudad de Santa Fe. Esta mujer que ahora tiene 70 años y es hermana de Luis Juan Rodríguez se interrumpe acongojada cuando habla con este diario y recuerda la terrible noche en que Alicia fue secuestrada. En esos días todos vivían en su casa y como no había lugar para que durmieran allí, Alicia lo hacía en la casa de sus suegros, cercana, con el niño menor, de tres años, Luis Estanislao.

Una patota de civil, hombres jóvenes de jeans y zapatillas, rodearon la casa de María Isabel Rodríguez que estaba casada con Alan López. Cuando comprobaron que la militante de las Ligas no estaba allí fueron hasta la vivienda de los suegros: «Buscaron hasta debajo de la cuna del niño, Alicia no tenía nada y allí se la llevaron, primero creíamos que al Tiro Federal, después nos enteramos que estaba en la 4ª».

María Isabel contaba con una cierta solvencia económica y llevó adelante la crianza de sus tres hijos y de los tres de Alicia y Luis: María Isabel de 7, Cecilia de 5 y Luis Estanislao de 3 cuando su madre fue secuestrada.

Alan Rodríguez, cuñado de Alicia, había sacado a pasear a los perros ese 21 de octubre de 1976 cuando la patota llegó al lugar. Uno de esos hombres apuntó al pecho de María Isabel, vestida con camisón, porque creía que era Alicia, y le sacó el seguro al arma.

«A Alicia alguien la entregó», comenta la hermana del juez Rodríguez, porque cuando fueron a buscarla a la casa de sus suegros ella identificó a una de las personas y le dijo: «¿Qué hacés vos acá?».

El juez Rodríguez que trazó una semblanza de quien fue su mujer contó que ella tenía una salud muy delicada, sus defensas estaban bajas casi siempre y de allí que era frecuente que contrajera procesos infecciosos.

«La deben haber sometido a tantas torturas que no lo pudo soportar», dice su cuñada que también aclara que ella no estaba de acuerdo con el pensamiento de su hermano Luis Juan ni de Alicia «pero no podía ser que los persiguieran y mataran por pensar distinto o por el terrible ‘algo habrán hecho'». Parece grande el mérito de esta mujer que recibió rechazos, cuestionamientos y abandonos de una parte de la pacata, indiferente y tradicionalista sociedad santafesina.

María Isabel Rodríguez recuerda que trataron de mover todas las relaciones por la vida de su hermano que ya estaba en Rawson y por Alicia, entre ellos al obispo Distéfano «que me contestó que ya no tenía nada que ver con las Ligas… Nunca nos habló, ni siquiera por teléfono para confortarnos espiritualmente», dice.

La hija mayor del matrimonio Rodríguez, María Isabel, hoy abogada, era muy pequeña. Tenía siete años pero los dos últimos los había vivido en el medio del terror de la detención de su padre. Y cuenta -antes lo había hecho su padre Luis- que las Ligas Agrarias Chaqueñas, una organización que todavía perdura, tenía un periódico de circulación interna llamado El campesino del cual su madre era editora. «En esa publicación muchas cosas las escribían los mismos campesinos, la mayoría con poca instrucción… Cuentan que mi madre tenía la habilidad de tomar sus notas, corregirlas y redactarlas de tal forma que los que las habían escrito se reconocían en ellas y podían decir ‘la hemos hecho nosotros mismos’. Tenía esa capacidad de ser necesaria y pasar desapercibida al mismo tiempo. Era una mujer de estatura baja, pesaría unos 40 kilos, hablaba poco, todos los que la recuerdan, y yo misma, digo de ella que era de pocas palabras. Pero se expresaba mucho por escrito. Su voz me ha llegado a través de largas cartas en las que se explayaba y contaba su mirada de la realidad. Ella tenía 30 años cuando fue secuestrada y yo 7. Fue tanta la violencia de su muerte, que hoy otra vez el papel prensa parece hacerla desapercibida detrás de ese ‘nosotros’ de las víctimas de la dictadura. Quizás ella levanta su voz mínima a través mío, que igual que ella, me expreso mejor por escrito y por carta».

Un día en la Cuarta

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Por Alicia Simeoni

Graciela Roselló fue sacada de su casa en noviembre de 1976. Cuando la llevaron a declarar a la fortaleza del asesino Facino en la seccional 4ª fue encerrada en una celda. Debía estirarse, estar en puntas de pie para ver por la mirilla. En la celda de enfrente la voz de una mujer la hizo sentir menos sola: «Soy Alicia López, de las Ligas Agrarias». Roselló, hoy dirigente de la seccional Rosario de la Asociación Bancaria y secretaria gremial de la CTA Rosario militaba en la Juventud Comunista. Tenía 20 años cuando la fueron a buscar y recuerda �así lo declaró como testigo ante la Justicia�, que Alicia le señaló en varias oportunidades durante ese día que se sentía descompuesta, que estaba enferma y no recibía la atención ni los medicamentos que necesitaba. Después de declarar ante Facino, Roselló fue llevada a la Guardia de Infantería Reforzada. «Allí la esperé todos los días, pensé que la iban a trasladar porque era un sitio de paso casi obligado, pero nunca llegó. Ni allí ni a ningún otro sitio. La mataron en la 4º. Justamente la razón por la que ahora el juez Reinaldo Rodríguez procesó al comisario represor Facino. Hay que rescatar su memoria y pensamiento, que no la hagan desaparecer otra vez».

El ritual de la muerte

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Por José Ernesto Schulman *

A los pocos días de llegar a la Cuarta, trajeron a una compañera. En realidad no la vimos hasta unas horas después, porque cuando la patota traía a algún secuestrado nuevo nos obligaban a voltearnos contra la pared, con la amenaza de que el que mira es boleta. A la muchacha la pusieron en una «tumba» de las del costado, a la derecha de nuestra celda grande que daba al patio. En aquellos días no supe cómo se llamaba y por años traté de averiguar quién era aquella mujer. Sólo hace muy poquito conocí su nombre por una investigación de un periodista santafesino publicada en Rosario/12. Se llamaba Alicia López de Rodríguez, era del norte de la provincia, compañera de un dirigente de las Ligas Agrarias y aún continúa desaparecida.

Lo que sí me acordaba era de que sufría de diabetes, igual que mi papá.

Y que por eso necesitaba comer cada tres horas y que como recibía la misma comida que nosotros (es decir una ración cada veinticuatro horas) caía desmayada en su celda y las compañeras vecinas comenzaban a gritar pidiendo a la guardia que la reanimen. Cuando eso ocurría, toda la población de presos y presas, actuaba al unísono reclamando que le dieran de comer, pidiendo a los guardias que le acerquen un bocado que se había guardado para ella. Sufrió varios días esa tortura extrema de agonizar y revivir constantemente, hasta que la vinieron a buscar. Y no regresó más.

El momento en que la patota venía a buscar a algún compañero era muy fuerte. La patota desplegaba toda su parafernalia. Los guardias mismos se asustaban, y cuando ellos llegaban no hacía falta verlos, se notaba enseguida por el modo en que los locales se movían y hasta cambiaban el trato con nosotros eliminando hasta la menor partícula de humanismo que se les hubiera colado contra su voluntad. Los tipos realizaban un verdadero ritual de muerte: nos ponían contra la pared y al que tocaban el hombro se tenía que dar vuelta e ir con ellos. Y si lo llevaban sin capucha se sabía que era a la muerte, porque el que los veía no podía sobrevivir.

El momento era horrible por muchas razones una de las mayores era que cada uno aguardaba en silencio que la muerte no le tocara el hombro, y no se podía disimular el alivio que se llevaran a otro. Pero el alivio duraba un segundo.

Cuando la patota se iba, el silencio se iba haciendo cada vez más pesado hasta que se notaba en los huevos. Ese silencio era tan fuerte que lentamente nos íbamos dando vuelta para descubrir quién era el que ya no estaba. La pena por el compañero perdido era formidable. Nos empezábamos a hablar buscando convencernos de que a lo mejor esa vez sería distinto y el compañero o la compañera volvería, o que a lo mejor la encontraríamos en la Guardia o en la cárcel. Pero todos sabíamos que eran fantasías. Que si te llevaba la patota sin capucha, no volvías. Que era el fin.

* Fragmento de su libro «Los laberintos de la memoria».

RECONOCIMIENTO DE SOBREVIVIENTES

En La Cuarta

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El secretario nacional de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, José Schulman, participará hoy, junto a otros sobrevivientes, del reconocimiento del Centro Clandestino La Cuarta en la ciudad de Santa Fe, en el marco de la investigación sobre la desaparición de Alicia López.

Debido a la insistencia en la denuncia, finalmente se ha puesto en marcha la investigación de la desaparición de Alicia López Rodríguez de Garraham, ocurrida a finales de 1976 en la Seccional Cuarta de Policía de la Provincia de Santa Fe, entonces bajo la jefatura de Mario Facino, luego electo Jefe Comunal de Rincón en las listas del Partido Justicialista y hoy acusado por la desaparición forzada de Alicia, equiparada con homicidio a los fines judiciales.

Hoy se realizará una importante acción judicial: el reconocimiento por parte de un grupo de sobrevivientes de La Cuarta, que compartieron el encierro con Alicia, de lo que fuera un Centro Clandestino de Detención Tortura Tormento y Exterminio (así lo calificó la CONADEP en 1984) y que hoy continúa siendo asiento de una seccional policial, «como si nada hubiera ocurrido en ese lugar, ubicado a menos de veinte metros de una Escuela Publica Primaria, así se naturaliza la impunidad», señaló la Liga.

En el reconocimiento participará José Schulman, secretario nacional de la entidad, militante santafesino de los 70 quien denunció la desaparición de Alicia en el libro Los laberintos de la Memoria y presentó reiterados escritos judiciales, en su calidad de querellante reclamando la investigación que hoy avanza y que «debería haber sido central en la causa contra Brusa, Ramos, Facino y demás represores que se ha elevado a Juicio Oral en las condiciones mínimas que impusieron los miembros de la Cámara Federal de Rosario (sin acusar al Jefe del Area Militar, Rolón, sin adjudicarles asociación ilícita a los represores, separando el caso Alicia López)».

La Liga de Santa Fe, junto a organizaciones juveniles sociales y políticas, participó en mayo de 2006 en el escrache de La Cuarta, acción que permitió amplificar la denuncia sobre el secuestro de Alicia.

4 DE ABRIL 2008

TESTIMONIO DEL EX POLICIA RAUL OSCAR GOMEZ

Aquella chica «menudita»

La justicia federal sumó ayer el testimonio de otro ex policía que reconoció haber visto con vida a Alicia López, en octubre de 1976, en la 4ª. En la causa ya declaró el chofer del ex jefe de la comisaría, Mario Facino. Pero ayer participó del reconocimiento judicial, Raúl Oscar Gómez, quien revistó en las filas policiales hasta diciembre de 1976. El estaba alojado en la comisaría 4ª bajo un sumario interno, así que tenía libertad para moverse en el lugar y hasta le acercaba comida a las personas detenidas que «tenían signos de haber sido torturadas». Una de ellas era Alicia López, a quien recordó como «una chica menudita, cabello castaño».

«Han pasado muchos años, pero me estoy acordando», dijo Gómez a Rosario/12. «En ese tiempo cayó detenido Schulman al que yo conocía y hoy volví a encontrarme con él después de tantos años. Me acuerdo de él, charlábamos y le llevé un mensaje a su familia». «Yo le mandaba pan a Alicia por medio de él», comentó Schulman. «Y yo le alcanzaba la comida», agregó Gómez.

-Entonces, ¿usted vio a Alicia López con vida?

-Sí, la he visto. Ahora, hilvanando todo, me acuerdo que era una chica menudita, media rubicieta, cabello castaño. Han pasado muchos años, pero me estoy acordando.

-¿Qué hacía en la Cuarta?

-Yo estaba alojado en esa época por un sumario, junto con tres compañeros. Pero estaba libre, andaba por todos lados y veía lo que pasaba, la gente que entraba y salía. La mayoría de las veces (los integrantes del grupo de tareas) operaban de noche, traían o sacaban a la gente de noche. Un día me levanto y vi que él (Schulman) no estaba más. Y después de tantos años nos volvemos a encontrar.

-¿A quién puede reconocer de esa época?

-Facino era el comisario de la Cuarta.

-¿Se acuerda de algunos militares?

-De vista los conocía, pero no por nombres.

El día en que los sobrevivientes volvieron al escenario del horror

José Schulman, Graciela Roselló y Vilma Canciani participaron ayer del reconocimiento judicial de la comisaría 4ª, el centro clandestino más emblemático de Santa Fe durante la dictadura.

Por Juan Carlos Tizziani

Treinta dos años tuvieron que pasar para un reconocimiento judicial de la comisaría 4ª, el centro clandestino de detención más emblemático de Santa Fe, durante la dictadura. En 1984, la Conadep había avanzado en una primera reconstrucción del martirio con testimonios y fotos. Pero recién ayer, la justicia federal convocó a siete sobrevivientes para que vuelvan al escenario del horror y atestigüen en una causa que investiga el destino final de Alicia López una docente y militante de las Ligas Agrarias desaparecida en octubre de 1976 y en la que ex jefe de la 4ª, Mario Facino, fue procesado por «homicidio, privación ilegal de la libertad, tormentos y encubrimiento». Cuatro testigos respondieron a la cita: José Schulman, Graciela Roselló, Vilma Canciani y el ex policía Raúl Oscar Gómez y seguramente los otros tres, Alejandro Faustino Córdoba, Raúl Pinto y Alcides Schneider, lo harán en las próximas horas. Schulman y Roselló identificaron las celdas donde estuvieron secuestrados y vieron agonizar a Alicia López en una de «Las tumbas», como llamaban a los calabozos. Canciani no alcanzó a cruzarse con ella porque la trasladaron una semana antes, pero Gómez confirmó que le llevaba comida como a otras personas que tenían «signos evidentes de haber sido torturadas». «La Cuarta era el centro más terrorífico», dijo Roselló.

El reconocimiento tuvo dos etapas. Una, en la sede del Juzgado Federal, donde los testigos señalaron el itinerario del secuestro sobre un plano de la comisaría. Y otra, ya en la Cuarta, donde volvieron a recorrer los mismos lugares por donde pasaron hace 32 años. En las afueras, los acompañaron militantes de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, las Madres de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y dos diputados del ARI, Alicia Gutiérrez y Antonio Riestra, entre otros.

Schulman identificó la celda donde estuvo detenido durante «más de dos meses y también los calabozos más pequeños que llamaban ‘tumbas’, donde estaba Alicia López. El baño, donde la veía pasar. Y una cocina, reciclada ahora en oficina».

«El reconocimiento fue muy exitoso», explicó Schulman. «La celda donde yo estaba está igual, es un poco más chica de lo que yo recordaba: éramos un montón, igual que ahora, que hay ocho personas y sigue igual. La celda grande que estaba al costado está ahora tapiada, se nota claramente que levantaron una pared. Y el lugar donde estaba Alicia es exactamente el que yo recordaba. La tumba de Alicia, estaba contigua a la pared de mi celda. Por eso hablábamos. El baño está en el mismo lugar, nada más que reformado, pero sigue siendo una basura indignante, sucio, repugnante, inhumano. Y lo que era la cocina ahora es una oficinita», agregó.

Las vivencias se mezclaron. «Tenemos la sensación de haber logrado un triunfo y en esto desde la Liga Argentina por los Derechos del Hombre hicimos bastante para que Alicia no desapareciera nuevamente. Lo denunciamos todas las veces que pudimos, hicimos innumerables presentaciones como querellantes y exigimos que el caso de Alicia no se perdiera en los papeles. Así que por un lado está una sensación que por fin se está investigando y de algún modo Alicia aparece, vuelve, tiene sentido para la gente. Y después, una sensación de agobio por la impunidad de los que la secuestraron en aquellos días, por esta increíble impunidad de años y años que taparon este caso», dijo Schulman.

Vilma Canciani también revivió sus recuerdos. Ella nunca había declarado en una causa del terrorismo de estado hasta que apareció una prueba de su detención: su nombre figura en los libros de guardia de la Cuarta, igual que los de Schulman y de Alejandro Faustino Córdoba. «Fue algo muy difícil. Me cuesta mucho recordar ese momento. Lo que viví hoy fue horrible. Me pareció algo terrible que uno haya estado ahí, ahora tenían colchones, en esa época no había nada, no había luz. Así que era muy difícil reconocer cuál eran las dimensiones, la ubicación. No es lo mismo tener un recuerdo, que verlo, y volver a vivirlo», dijo Vilma.

Graciela Roselló también reconoció la celda donde estuvo ella y «la de enfrente, donde estaba Alicia López. Recordé cómo nos hablábamos, había un ventiluz que ahora está tapado. A mi me entraron por una cochera y un portón y no los podía encontrar. Entonces, pude reconocer que pusieron una pared que aislaba ese patio por donde me entraron hasta las celdas. El Juzgado tomó nota que ahí había algo que me impedía ese paso que yo tenía en la memoria. Entonces, dimos la vuelta y encontré el famoso portón. Quería encontrar ese portón y hacer el mismo recorrido de nuevo, pero no lo pude hacer porque en el medio para llegar hasta la celda en alguno de estos 30 años levantaron una pared».

«Lo importante es el reconocimiento de la Cuarta, que todo eso sirva para condenar a todos los autores del asesinato de Alicia López por que las pruebas revelan que fue un crimen, que la dejaron morir. Y creo que se hará justicia. La condena para Facino me parece bien, pero también hay otros autores, también está (el ex jefe del Area 212, coronel Juan Orlando) Rolón como responsable intelectual. Yo, como testigo, como militante de esos años y los de ahora, sigo pidiendo la figura de asociación ilícita, porque acá en Santa Fe como en todo el país hubo una asociación ilícita, genocidio y terrorismo de estado», dijo Graciela. Ya la voz le temblaba, pero hizo el último esfuerzo para evitar el llanto. Vilma la abrazó.

La Cuarta deberá ser un lugar para la memoria»

6 de abril 2008

Lo dijeron los sobrevivientes que después de 32 años visitaron la comisaría de Santa Fe que funcionó como uno centro clandestino en la última dictadura militar.

Por Juan Carlos Tizziani

Desde Santa Fe

Los sobrevivientes de la comisaría 4ª que esta semana participaron en el primer reconocimiento judicial en 32 años del centro clandestino de detención que operó allí durante la dictadura, plantearon también el debate que viene. «Ya no se puede admitir que la Cuarta sea un lugar más de la policía de la provincia, debe ser convertida en un sitio de la Memoria, como la Esma o El Olimpo», dijo José Schulman. Graciela Roselló coincidió: «La Cuarta fue el centro de interrogatorios y torturas más grande de Santa Fe, el más terrorífico. Entonces, sería muy bueno que pueda ser un espacio de memoria permanente para que esto no vuelva a suceder nunca más». El mensaje tiene destinatario: el gobierno de Hermes Binner.

Schulman y Roselló volvieron el jueves al recorrer el espanto, donde identificaron los calabozos en los que estuvieron en octubre de 1976 y vieron agonizante a Alicia López, la docente y militante de las Ligas Agrarias que desapareció poco después. La justicia investiga el destino final de Alicia en una causa en la que ya está procesado el ex jefe de la 4ª, Mario Facino por «homicidio, privación ilegal de la libertad, tormentos y encubrimiento». En el reconocimiento participó también otra sobreviviente de la 4ª, Vilma Cancian, que no se cruzó con Alicia porque la trasladaron una semana antes a la Guardia de Infantería Reforzada (ver aparte) y el ex policía Raúl Oscar Gómez, que recuerda a la maestra desaparecida como «una chica menudita, cabello castaño» a la que solía llevarle pan.

«Ahora es necesario discutir que la sociedad santafesina ya no puede seguir admitiendo que la Cuarta sea un lugar más de la Policía, debe ser convertida en un sitio de la Memoria, como la Esma o El Olimpo», dijo Schulman. «La Cuarta es posiblemente el sitio más emblemático de Santa Fe y es hora que el gobierno provincial lo desafecte como unidad de la Policía, que es la fuerza que en su momento perpetró el genocidio y colaboró en la desaparición de Alicia López, y pase a ser un sitio de la memoria para que se recuerde lo que ocurrió, para educar en derechos humanos y para capacitar. Así que me parece que este pequeño paso judicial ahora debe ser tomado por el gobierno de la provincia y convertirlo en una iniciativa. Santa Fe merece tener un espacio para la memoria», insistió.

Roselló coincidió con la propuesta. «Sería muy bueno que este lugar se convierta en un espacio de la memoria como la Esma, salvando la distancia porque la Esma es el lugar más emblemático y simbólico del país. La Cuarta fue el centro de interrogatorio y tortura más grande de la ciudad. Sabemos que en los alrededores estuvo la famosa ‘Casita’ (un chupadero clandestino de la dictadura que aún no fue localizado) y había otros lugares como la Guardia de Infantería Reforzada, pero éste era el centro más terrorifíco. Entonces, es necesario que sea un espacio de Memoria permanente para que esto no vuelva a ocurrir nunca más y que podamos vivir con las distintas ideas y distintas posiciones, en democracia», agregó Graciela.

Schulman planteó también los tiempos de la justicia. «¿Por qué el reconocimiento judicial de la Cuarta no se hizo antes?», preguntó Rosario/12. -«Por qué no se hizo en el año 2002 cuando logramos que se abriera la causa (por el terrorismo de estado en Santa Fe) y lo primero que yo dije y acá tengo la copia: ‘En este lugar secuestraron a Alicia López’. Y sin embargo en el auto de procesamiento (del ex jefe del Destacamento de Inteligencia Militar, coronel Domingo Manuel Marcellini y del juez Víctor Brusa, entre otros) el caso de Alicia López no figuró nunca. Y después de mucho insistir y de una nota de Rosario/12 que fue tapa (el 27 de marzo de 2005) abrieron una causa en paralelo. Sí, debió haberse mucho antes. Creo que por este camino el nivel de justicia que podamos lograr es muy bajo, muy poco. En Santa Fe, se cometieron muchísimos crímenes. Ya llevamos cinco años desde la reapertura de las causas y todavía no tenemos ni un solo juicio oral y ni un solo condenados, así que a este ritmo jamás llegaremos a juzgar a los que están hoy condenados», expresó.

«Nosotros, venimos planteando desde la Liga Argentina por los Derechos del Hombre que es urgente modificar el procedimiento, el enfoque doctrinario, que se deben abrir causas que unifiquen las denuncias. Es evidente, que hay que abrir una causa por el Area Militar Santa Fe (el Area 212 que comandaba el coronel Juan Orlando Rolón) y juzgar a todos los represores por todos los crímenes. Porque nosotros, por casualidad, vimos a Alicia López en la Cuarta. Pero no puede ser que aquellos casos de los desaparecidos y compañeros que asesinaron y sobre los cuales no hay testigos directos queden sin juzgar. Nos parece un criterio perverso que no compartimos y lo vamos a resistir y a luchar por otro tipo de enfoque».

«Acá debe entender que así no hay justicia, por este camino no hay justicia, aún cuando estemos dando un pasito en el caso de Alicia. Pero en la mirada global sobre el tema, con esta mora, con esta lentitud y yo estaba pensando que si hay 60 causas abiertas, con que haya cinco o seis que me involucren voy a pasar los próximos diez años de mi vida diciendo lo mismo y no puede ser», apuntó Schulman.

-El ex policía Raúl Oscar Gómez reconoció haberlo visto en la Cuarta a usted y a Alicia López.

-Gómez me conocía de antes, porque habíamos compartido la militancia. En su momento, él no sólo que trató de aminorar las condiciones en la que estábamos, sino que se atrevió a informar a mi familia que yo estaba secuestrado en la Cuarta. Creo que es un testimonio importantísimo, que confirma lo que hemos denunciado por 20 o 30 años, que Facino era el jefe de esta seccional y que él dirigía este accionar en coordinación con los Servicios de Inteligencia, con el Area Militar, todo lo que ya hemos dicho -finalizó Schulman.

6 de abril 2008

En el Libro de Guardia

Vilma Cancian nunca antes había declarado ante la justicia hasta que el juez federal Reinaldo Rodríguez descubrió que su nombre figuraba en el libro de guardia de la comisaría 4ª, entre los detenidos en 1976. La llamó a atestiguar y en el Juzgado se encontró también con una declaración que había hecho ante la Conadep, en 1984. «Fui secuestrada el 6 de octubre de 1976 y trasladada a La Casita, un centro de torturas (en las afueras de Santa Fe que aún no fue localizado). Y dos días después, me llevaron a la Cuarta», recordó en un diálogo con Rosario/12. Llegó a la comisaría con las piernas destrozadas por la tortura. «Estuve en los calabozos, en uno muy pequeño, con mucho frío, sin nada para dormir, con mi propia ropa. Lo que recuerdo es que sentía frío y de noche a veces dormía parada o sentada sobre los zapatos. Eran las condiciones de un calabozo». Vilma estuvo en la Cuarta hasta el 19 de octubre de 1976, cuando la trasladaron a la Guardia de Infantería Reforzada. No se cruzó con Alicia López, a quien un grupo de tareas secuestró el 20 de octubre a la medianoche, pero sospecha que los dos operativos pueden estar vinculados. «Estuve en los mismos calabozos en los que aparentemente estuvo ella después. Es una prueba que cuando nos trasladaron a los cuatro que estábamos en los calabozos de la 4ª, después lo ocuparon con otras personas, entre ellas Alicia». Vilma fue llevada a la Guardia de Infantería Reforzada junto con Nidia Patiño, ya fallecida y Raúl Caminotto. «Con Nidia seguimos en Villa Devoto, ella salió en libertad y hace un tiempo falleció en un accidente». Entonces, la Cuarta era un paso, previo o posterior, al centro de torturas.

-Claro. Antes estuve en La Casita y después en la Guardia de Infantería Reforzada. «-¿Y cuando usted llegó a la comisaría con signos de tortura, ¿el comisario Facino hizo algo?» -No, nada.

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