Los avatares de un nuevo pensamiento en la Argentina


Uno. La convocatoria

La convocatoria a un nuevo encuentro por un Nuevo Pensamiento por parte de un conjunto de instituciones entre las que se destaca la Central de Trabajadores Argentinos y sus institutos de estudios y formación no puede pasar desapercibida por  aquellos que procuran confrontar con las políticas neoliberales, resistir y construir una alternativa política eficaz.

La iniciativa tiene ya su historia, e incluso se han elaborado algunos documentos y publicado algunas de las intervenciones, seguramente aquellas que los organizadores destacan como más importantes.

Claro que no todos le dan el mismo significado al lema de la convocatoria: el nuevo pensamiento.   En el libro de Isabel Rauber sobre la Central de Trabajadores Argentinos, Claudio Lozano tratando de fundamentar la búsqueda de un nuevo pensamiento anuncia –una vez más!!- la muerte del marxismo como pensamiento político fértil aunque se preocupa de dejar sentado su respeto por aquellos que –pobrecitos ellos- han dado la vida persiguiendo un ideal que no llegó, ni llegará jamás, afirma contundente el director del Instituto de Formación de la Central.

Así como a Jorge Castañeda le tocara en suerte escribir su libro “Utopías desarmadas” justo unos días antes en que el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional irrumpiera en escena demoliendo la convicción de muchos en el fin de la historia, así a Claudio Lozano le tocó en suerte que se publicara el libro justo unos días antes de las elecciones porteñas caracterizadas justamente por el fuerte crecimiento electoral de los partidos de izquierda marxistas que rompieron años de invisibilidad y fuertes sospechas de desaparición.

Se dirá –con total razón- que es incomparable el surgimiento del Zapatismo con la entrada a la Legislatura Porteña de algunos legisladores de izquierda, pero se deberá convenir que la distancia entre un Castañeda y su emulo local, también es gigantesca.

Jorge Castañeda ha culminado su largo recorrido hacia la derecha (partió como tantos de las filas del comunismo mexicano) en el gabinete del presidente electo por el P.A.N., el partido de la derecha mexicana, Vicente Fox; Claudio Lozano no alcanzó siquiera el cargo de Defensor del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires al cual aspiró con tanto empeño, y ni hablemos de las promesas incumplidas de candidaturas en las listas del Fre. Pa. So y la Alianza.

Y para que acordarnos de aquel viaje a los EE. UU. invitado por el Banco Mundial junto a  la Sra. Graciela Fernández Meijide en donde tanto se habló (y quedó en la nada!) de organizar algunos seminarios sobre la incidencia social de los planes de ajuste y todas esas cosas que tanto preocupan al Banco Mundial y su socio mayor, el Fondo Monetario Internacional.

Así que, si vamos a hablar de fracasos y agotamientos histórico, mejor asumamos una actitud más humilde y dispongámonos todos a pensar en cuales han sido los límites históricos del pensamiento transformador, crítico, revolucionario, liberador o como se le quiera llamar a la cultura de rebeldía que ha animado el combate popular en la Argentina y que ahora, con razón y justeza, se lo pretende renovar.

Dos. Los problemas históricos

Uno de los problemas que ha soportado el movimiento revolucionario en la Argentina es su dificultad para identificar la causa última del sufrimiento popular y las capacidades y virtudes del enemigo.

Se trataría ahora de discutir francamente una cuestión básica: ¿se cree que es posible resolver los problemas de los trabajadores y el pueblo en los marcos del sistema capitalista o se considera imprescindible la superación de esos límites por medio de una revolución socialista?

O si se prefiere un lenguaje más sofisticado podríamos preguntarnos junto a Antonio Gramsci si es cierto  “que para “preparar de la mejor forma los dirigentes (y en esto consiste precisamente la primera sección de la ciencia y el arte político)…..es fundamental partir de la siguiente premisa: ¿se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes, o por el contrario se desean crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esta división?, o sea, ¿se parte de la premisa de la perpetua división es sólo un hecho histórico, que responde a determinadas condiciones?

La otra dificultad histórica ha sido la de comprender la estrategia del enemigo y sus movimientos:  ¿comprendemos todos por igual al gobierno De La Rúa como nuestro enemigo, es decir, caracterizamos al gobierno de la Alianza como la continuación de una estrategia de dominación fundada por el genocidio de 1976 que debe ser enfrentada sin concesiones ni falsas expectativas en sus contradicciones internas?

Durante más de cuarenta años la dominación en la Argentina contaba con un mecanismo de garantía de su supervivencia: la alternancia entre fracciones civiles y militares del mismo bloque de poder que se sucedían en la administración de la Nación impulsando así que prevaleciera en la estrategia política de muchas fuerzas la idea de enfrentar al enemigo principal y tolerar al menos malo.

Aleccionados por la doble derrota sufrida en Vietnam y Nicaragua, los yanquis pasaron a privilegiar los mecanismos de construcción de consenso y de respeto formal a la institucionalidad establecida.  Así surgieron las democracias restringidas y la alineación estratégica de las fuerzas políticas históricas surgidas como tales en la lucha por construir y desplegar proyectos de la burguesía nacional.

Sobre la base del genocidio y la nueva correlación de fuerzas mundial y nacional, el poder produjo una doble expropiación de la política a los sectores subalternos de la sociedad: aquellas fuerzas y herramientas consideradas propias fueron puestas a defender el proyecto de dominación en nombre del cual se había cometido el golpe del 24 de marzo de 1976, pero además, mientras “ellos” producían toda clase de reformas y ajustes a la superestructura jurídico política de la sociedad tendiente a garantizar su dominio establecieron –como uno de los elementos principales de la dictadura del pensamiento vigente- que “los de abajo” podrían discutir tal o cual aspecto de la realidad, incluso podrían movilizarse y hasta luchar por ellos, pero le estaría prohibida la discusión de la globalidad –es decir la política- y la impugnación del sistema en que se fundamenta la explotación y la dominación reservando la política como discurso y como acción cual derecho exclusivo de los poderosos.

La fractura entre la política revolucionaria y el movimiento social tiene pues una historia concreta: es uno de los resultados tangibles de la ofensiva por imponer un modelo de desarrollo capitalista que necesito primero del genocidio para destruir la inserción de la política revolucionaria en el movimiento social, y que luego apeló a la guerra cultural para desprestigiar la política revolucionaria y someter al espacio de lo social a la protesta y la rebeldía.

Si el tipo de revolución necesaria y la estrategia del enemigo han sido una de las dificultades históricas del pensamiento crítico en la Argentina, no menos problemas ha traído el reconocimiento de la realidad del campo popular.

¿Quienes somos, cómo somos?, parecen ser dos preguntas de la mayor vigencia y urgencia de respuesta precisa para basar una propuesta de creación de alternativa en el terreno firme de la realidad.  Todo intento de desconocer la pluralidad ideológica de origen y existencia, así como de las variadas formas organizativas en que hoy se despliega la izquierda, han sido trabas verdaderas a los mejores empeños de gestar alternativa.

La izquierda en la Argentina se reconoce en diversas tradiciones.  En el marxismo y sus corrientes diversas.  En el nacionalismo revolucionario y todas sus formas de existencia.  En la teología de la liberación y en todas las formas que adquiere un pensamiento crítico que hoy resurge en la ecología social, el feminismo, la comunicación alternativa, etc.  Y todo esto tiene diversas formas de existencia organizativa: partidos políticos de izquierda, corrientes, revistas, núcleos de activistas sindicales, sociales, territoriales,  etc.

Tres.  Hay una oportunidad para la izquierda

La crisis del seis de octubre, con la renuncia del Vicepresidente, es evidentemente la punta político institucional de una verdadera crisis del capitalismo en la Argentina y  por ello el enemigo ha hecho movimientos

Uno es el De la Rua que apunta a afirmar el peso y rol de la derecha en el Estado, en la conducción más firme, más brutal del proceso de ajuste; dando más fuerza a Machinea, más fuerza a Colombo; pasando del «chau Menem» al «hola Menem», del «hola Menem» al «hola Cavallo» con la conformación en la práctica de un P.U.M. (Partido Unico del Modelo) para aplicar uno y otro ajuste y seguramente más ajuste, porque no tienen otras alternativas.

El otro movimiento es la renuncia de Chacho y el comienzo de la construcción de su movimiento, este movimiento con la «noble gente», los «neutrónicos», «fuera de los partidos», aunque parece que no están tan «fuera de los partidos», porque afuera de los partidos no se puede hacer política.

Este movimiento tiene mucho de preventivo, de evitar el desprestigio, de tratar de captar el descontento que se va a ir generando pero tampoco tiene un bill de indemnidad para que eso se desarrolle tranquilamente. No es tan sencillo especular con el estado de ánimo de la gente, por eso, ni desprevenirse, ni asustarse excesivamente.

El discurso anticorrupción vinculado solamente a la forma de hacer política, despegado del contenido indiscutiblemente corrupto de cada una de las acciones económicas del modelo empieza a hacer agua, empieza a ser criticado, empieza a encontrar resistencias, a tener dificultades en zonas más grandes de la sociedad argentina, y por lo tanto, se van creando espacios políticos reales y potenciales.

Digo real y potencial porque es verdad que hay espacio político hoy, pero también hay un gran espacio de escepticismo, se destruye una articulación, fracasa la Alianza, fracasa el Frepaso.

Ese escepticismo tiene su razón de ser, no es ilegítimo, démosle un espacio para que ese escepticismo viva y vayamos generando una dimensión contenedora del salto de calidad que van a dar la disconformidad y el rechazo cuando ese momento de escepticismo pase.

El espacio tiene una dimensión real, importante y una dimensión futura más importante aún, si lo medimos por lo que piensa el stablishment; si se leen algunas de las notas editoriales de Juan Alemann en La Razón, se ve que sale a relucir nuevamente el peligro del comunismo, vienen los alertas de que no vaya a pasar lo que pasó en Venezuela.

En realidad el enemigo está preocupado y siempre el enemigo ha sido sabio, del enemigo el consejo.

Hay un vacío, van a intentar llenarlo y no les es fácil, una respuesta, desde la U.C.R. o desde la Alianza, el Frepaso,  Moyano o Cavallo.

Se crea un espacio y una oportunidad que era impensable volver a tener tan rápidamente. Hay una oportunidad, podemos trabajar ya no en una situación de consenso entusiasta activo al modelo neoliberal, tal como lo conocíamos.

Recordemos cuando tocaban el parche de la privatización, Neustadt con Grondona y Menem y María Julia. Prácticamente era un alud imparable y no hubo capacidad del movimiento obrero, no hubo capacidad de los trabajadores ferroviarios y los trabajadores de las telefónicas, ni de las izquierdas para enfrentar ese alud privatizador.

No son los mismos tiempos, ya el consenso conquistado por la Alianza era un consenso pasivo y del consenso pasivo se está pasando, según dicen las encuestas, a una situación de desconfianza, a una situación en que crece un espacio de bronca latente.

Si no hay más expresiones de estos nuevos sentimientos que hay en los trabajadores y en el conjunto de la sociedad es porque falta una masa crítica de alternativa constituida.

Si hubiera en estos momentos una masa crítica de alternativa constituida en la Argentina se estaría dando un proceso de acumulación que nos podría poner en poco tiempo en una situación diferente.

Nos permitimos llamar la atención de que no es la primera vez en que las fuerzas políticas del poder pierden capacidad de conducir a las masas populares, ya antes han salido de crisis similares o peores.

La oportunidad es hoy, y para ponernos a la altura de los desafíos planteados se requiere dejar de lado todo calculo egoísta o cortoplacista.  Con la unidad ganaremos todos, con una alternativa política fuerte, será más fuerte el movimiento social.

El espacio abierto para la izquierda, que ninguna fuerza política o social podrá ocuparlo por sí solo, no solo exige pasos concretos hacia la unidad, plantea la creación perentoria de una nueva fuerza política de izquierda, amplia, plural y abarcativa de todas las formas organizativas en que la izquierda existe hoy.

Pluralidad de origen ideológico/cultural para recuperar y proyectar a todas las tradiciones de la cultura revolucionaria que han actuado y actúan: a todas las corrientes que se inspiran en el marxismo y la lucha por el socialismo, a los que han practicado un nacionalismo popular y antiimperialista, a los que se mantienen fieles al compromiso de una religiosidad popular y comprometida con las causas liberadoras, a todos los que procuran desarrollar un pensamiento crítico al capitalismo:  el movimiento ecologista y medio ambiental, el movimiento aborigen, el movimiento de mujeres, etc.

Una gran flexibilidad organizativa para ser capaz de albergar a los diversos niveles y criterios organizativos que hoy conviven en la izquierda: los que estamos organizados en partidos políticos de carácter nacional y acción múltiple, a los que actúan como corriente, grupo o en el movimiento sindical, territorial, campesino, de mujeres,  de derechos humanos, o como grupos que producen experiencias comunicacionales.

Sabemos que es difícil, pero es necesario y es posible.  Pero para avanzar hay que superar los sectarismos, los dogmatismos, las nociones de auto proclamación de vanguardia, los propietarios monopólicos de la verdad

La base programática del movimiento es evidente: o no es verdad que todas estas fuerzas que hemos descrito analizan del mismo modo el carácter del gobierno de De la Rúa, como continuidad de una estrategia de dominación que viene de lejos, la composición y funcionamiento del bloque de poder las medidas económicas sociales más urgentes que la crisis requiere  y la idea de que la solución de fondo está vinculada a la superación del capitalismo y a alguna forma de socialismo.

Nos dicen que no es posible por el origen ideológico plural y que solo los partidos homogéneos podrán avanzar.  Nos negamos a aceptar la pluralidad como una limitación.  No aceptamos como imposible la construcción de una fuerza nueva de la izquierda, amplia y plural.

No se trata de subestimar las diferencias ideológicas culturales, pero se trata de entender que proponemos la UNIDAD POLITICA de los que quieren y luchan contra y por lo mismo.  Pero ocurre que también en la ideología hay elementos comunes, hay un hilo que enlaza a todas las procedencias: el antiimperialismo forma parte tanto del marxismo, del nacionalismo popular, de la teología de la liberación como de otras formas del pensamiento crítico contemporáneo.

También nos dicen que es imposible construir algo sólido entre partidos, corrientes, grupos y aún militantes sueltos. Tampoco lo aceptamos. No estamos planteando sueños imposibles, son enfoques que surgen de la historia argentina y latinoamericana.

El Frente Amplio del Uruguay ha crecido movimiento y coalición, han creado una nueva identidad, superadora pero contenedora y no agresiva hacia las identidades preexistentes que siguen vigentes junto a la del Frente Amplio.  El Partido de los Trabajadores del Brasil  funciona como un partido único con corrientes constituidas, que dirige un espacio importante del movimiento social y que además practica una política frentista que es la que ha logrado estos éxitos electorales.  El Farabundo Martí de El Salvador es un partido unificado de cuatro partidos revolucionarios pre existentes que continúan su tradición como corrientes internas del partido unificado.  Una unidad que se forjó en la guerra revolucionaria y que hoy se mantiene en la lucha parlamentaria.  Y en Cuba,  la vanguardia de la revolución fue plural y  las tres fuerzas políticas revolucionarias principales: el Movimiento 26 de Julio de Fidel, el Partido Socialista Popular de los comunistas y el Directorio Estudiantil se constituyeron en la Organización Revolucionaria Integrada que recorrió un largo camino antes de transformarse en el actual partido Comunista,

Tampoco pensamos que la nueva fuerza surgirá de un acto único sino como resultado de un proceso de confluencia resultante de diversos momentos e iniciativas.

Es cierto que no se puede formar la nueva fuerza en un acto único, pero estamos convencidos de que el modo en que cada fuerza popular se proponga hoy aprovechar la oportunidad creada, condicionará la posibilidad  de que esta vez no se nos vaya de las manos y creemos las condiciones para dar una batalla en forma por los cambios que la crisis exige y nuestro pueblo merece.

Creemos útil recordar el llamado que nos hiciera el Che un Veinticinco de Mayo: “Si fuéramos capaces de unirnos, que hermoso y cercano sería el futuro”

Rosario, 5 de noviembre de 2000

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