Cuarenta años de democracia desembocan en Milei, y no es casualidad

En 1983, Alfonsín inauguró las políticas de subsidio social a los más pobres con  un Programa que se llamaba Plan Alimentario Nacional, eran 800 mil cajas de complemento alimenticio para los más pobres; en el año 2022 eran nueve millones de argentinas y argentinos que tenían derecho a cobrar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de unos ochenta dólares oficiales de esa fecha, diez mil pesos.

En nuestro país no hace falta discutir estadísticas: para entender el grado de concentración de la riqueza basta saber que el tributo a las grandes fortunas alcanzó solo a 16.000 personas físicas en un país de 47 millones de habitantes

Desde 1983 hasta el 2023 se registran 8701 casos de “gatillo fácil”, homicidios intencionales cometidos por integrantes de las fuerzas policiales, de gendarmería y la prefectura.  Santiago Maldonado, Rafael  Nahuel y Elías Garay son dolores del pueblo mapuche que avergüenzan los charlatanes de feria del “pacto democrático” y otras estupideces.

Desde 2008 la Argentina presenta un acelerado crecimiento de la población privada de la libertad. Según el Sistema Nacional de Estadística de Ejecución de la Pena (SNEEP) del Ministerio de Justicia de la Nación, entre 2007 y 2020 la tasa de encarcelamiento nacional creció un 55% y la población penitenciaria aumentó en 42.487 personas llegando a 70016 presos, lo que representa un incremento del 81%. Este crecimiento tuvo un fuerte impacto en los niveles de sobrepoblación en muchos sistemas penitenciarios.

La provincia de Buenos Aires es uno de los ejemplos más alarmantes. Allí la población privada de la libertad en enero de 2022 superó las 54 mil personas. Desde 2012, la población privada de la libertad aumentó en 25.270. Es decir, que creció en un 86%. La sobrepoblación reconocida por el poder ejecutivo provincial alcanza el 100%. En 2012 se estimaba que era solo del 7%. Por tanto, en 10 años la sobrepoblación se profundizó gravemente y hoy el sistema penitenciario de esta provincia se encuentra completamente colapsado, en una crisis humanitaria histórica y sin precedente.

En 1976 la deuda externa trepaba a 7 mil millones de dólares; al finalizar la dictadura en 1982 ya trepaba a 45 mil  millones de dólares.  Luego del Menemismo, para el 2001 ascendía a 140 mil millones de dólares y nunca dejó de crecer.  En el 2018 Macri pidió y fugó 45 mil millones de dólares y para el fin del gobierno de los Fernández la deuda supera los 276 mil millones de dólares.  

En los ochenta, Fidel Castro demostró que matemáticamente la deuda era impagable y que su pago generaba condicionamientos insuperables para la democracia de América Latina. Alfonsín se negó a formar un Club de Acreedores y Kirchner creyó que pagando y pagando resolvía el problema.  Entre tomadores compulsivos de deuda y pagadores seriales se nos fue la Argentina.

El mejor cuento corto dice “cuando despertó el dinosaurio estaba allí”, ahora no solo sigue la deuda externa; ahora  el hartazgo con una democracia hambreadora y predicadora de la derrota, ha engendrado una casta de neo fascistas dispuestos a retornar a 1982 y aún mucho más atrás.

 

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