En 1970, el gran dirigente obrero cordobés Agustín Tosco, quien también fuera directivo de nuestra Liga Argentina por los Derechos del Hombre, en un Congreso en Defensa de la Educación Popular convocado en Tucumán por Francisco Isauro Arancibia (maestro y dirigente sindical asesinado por la dictadura en la misma noche del 24 de marzo de 1976) diría que “Nuestra concepción es humanista y, por lo tanto revolucionaria, y trae este tipo de solidaridad al Congreso Nacional de Educación. Acepto que si bien en sus definiciones específicas sólo deben participar los compañeros docentes, el gran concepto que va a permitir que se resuelvan los problemas de los compañeros docentes, los problemas que ellos tienen, los problemas espirituales al contemplar como padecen los niños, la solución no va a estar -es necesario recordarlo- en la lucha que se entable en el medio, sino en la lucha del pueblo argentino, de todos sus sectores postergados, y en la medida que sepamos darnos la mano. En la medida que nos brindemos solidaridad y combatividad”
Aquella Reforma Educativa, impulsada por el Ministro Astigueta de Onganía fue resistida y solo pudo aplicarse parcialmente. Fue Menem, su ministra Decibe y los intelectuales que colaboraron con ella (Tedesco, Filmus y Cía.) quien logró el viejo objetivo de desarticular el sistema de educación construido a finales del siglo XIX, incompleto, parcial, conductista y poco estimulador del pensamiento crítico pero eficaz en lograr la incorporación de millones de niños al sistema educativo y garantizar un piso cultural acorde a la época.
La reforma neoliberal, impuesta por el Banco Mundial, se basaba en criterios mercantilistas y de «eficacia”industrial como si educar fuera similar a producir clavos o churros. La Reforma de los 90 puso el foco en destruir el sistema de formación docente y en promover un nuevo sentido común donde no importaba lo que se aprendía o cómo sino cumplir objetivos macro, igual que imponía el FMI sobre la economía. La idea del presentismo es ajena a los criterios históricos de la educación en la Argentina y resulta la metáfora perfecta de lo que el neoliberalismo espera de la educación: fingir que se educa con números de presencias y porcentajes del presupuesto.
En momentos que un proceso de ajuste feroz se abate sobre el pueblo, pretender limitar el reclamo salarial es directamente funcional a la tasa de ganancia de los grupos económicos que han hecho de la producción de soja transgénica, la minería a cielo abierto, el armado de autos con partes importadas y el aprovechamiento de las ventajas de la integración económica su modo de empoderarse.
La lucha en común por el aumento salarial, debería unirse al reclamo contra las aulas containers y la inscripción online en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y para continuar un debate sobre el modo de lograr que la educación aporte a forjar ciudadanos comprometidos con la Memoria, la Verdad, la Justicia y la lucha por la conquista de todos los derechos para todos. Una educación liberadora como soñaban Marina Vilte, Francisco Isauro Arancibia y los miles y miles de estudiantes, maestros, profesores y científicos exterminados por el Terrorismo de Estado que luchaban por los mismos objetivos que hoy reclaman los trabajadores de la educación en la Argentina. Y junto con ellos la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Ahora y siempre.
DIRECCION NACIONAL DE LA LIGA
Buenos Aires, 4 de marzo de 2014