La lucha contra la impunidad a ambas orillas del Río de la Plata: el caso Floreal Avellaneda


 

Hemos venido a rendir homenaje a una víctima del Terrorismo de Estado, a un joven militante comunista que sostuvo hasta el final el compromiso de su generación, nuestra generación, de luchar por la Revolución Socialista.

 

Hemos venido a rendir homenaje a Floreal Avellaneda, cuyo cuerpo apareció flotando en la ensenada de Montevideo hace unos 37 años y hemos venido a rendir homenaje a su Padre y a su Madre, a su familia, a su Partido, el Partido Comunista que lo formó y se formó en su ejemplo, y hemos venido a rendir homenaje a todos los que lucharon para lograr la condena a los Generales Riveros y Verplaetsen y los demás reos.

 

Pero hemos venido también a reflexionar sobre lo que le pasó a  Floreal y sobre el modo en que los vencidos, vencimos.

 

 

 

Si por un segundo, hagamos un ejercicio de imaginación, solo contáramos con la información que nos proporciona el caso del Negrito: su secuestro, su tortura, su asesinato, el intento de desaparecer el cadáver tirándolo el río, su reconocimiento por la Policía Científica Uruguaya y el robo del cadáver por parte del estado uruguayo; si solo supiéramos de la tragedia de nuestros pueblos por su caso, podríamos decir con convicción que lo que sufrimos no fue ninguna acción nacionalista/ patriota en aras de salvar los valores nacionales de la conspiración mundial comunista; sino todo lo contrario, que fuimos víctimas de una operación continental de contrainsurgencia, diseñada y supervisada por el gobierno de los Estados Unidos de Norte América y ejecutada por las dictaduras militares cipayas articuladas  institucionalmente para este plan,  que les sirvieron y se sirvieron de esta acción para reorganizar radicalmente el país a favor de los grupos económicos más subordinados al capital internacional, los grupos más concentrados y más voraces.

 

¿Pruebas? El Gral. Riveros representaba el país ante la Junta Interamericana de Defensa, verdadero Cdo Operacional Continental; el Ejercito Uruguayo completó lo que el Argentino dejó incompleto y hasta ahora ni los militares argentinos dijeron la verdad sobre el final de Floreal ni el Estado Uruguayo nos devolvió el cuerpo del Negrito a pesar de que hemos ido una y otra vez a buscarlo, en el 84, en los 90 y varias veces en los últimos años.

 

 

 

A los argentinos nos cuesta pensar en términos latinoamericanos, nos han enseñado que la Revolución de Mayo era una gesta nacional cuando la verdad histórica es que San Martín llevaba al frente del Ejercito Libertador la divisa de la Unidad Americana, la misma que levantó Felipe Varela al intentar frenar el genocidio del pueblo paraguayo por el Ejercito Nacional, el que reemplazó al disuelto de San Martín.

 

Y tampoco nos enseñaron que la Revolución de Mayo sufrió una contrarrevolución mundial, fruto directo de la derrota de Napoleón en Waterloo y de la venganza monárquica contra todo intento independentista. Igual que ayer la Revolución no triunfó en los 70 casi por las mismas razones por que no triunfó la Guerra Independentista de Artigas, Moreno, San Martín o Belgrano. 

 

Por la correlación de fuerza, cierto.

 

Por los errores y límites propios, también. pero sobre todo porque mientras el enemigo imperial actuaba con un plan y una coordinación continental nosotros ni podíamos resolver la unidad de las fuerzas al interior de cada país, nos equivocamos más de una vez en las alianzas y sobre todo no acertamos a construir una fuerza continental, esa con que soñó Bolívar al convocar el Congreso Anfictiónico de 1826 en Panamá, propuesta que recuperó el Comandante Chávez en los 90 y que a mi me suena como una convocatoria a la unidad popular, a no quedarnos en la integración estatal regional, que por cierto valoramos, sino a construir una verdadera Unidad Popular Latinoamericana por la Liberación Nacional y Social, por la verdadera independencia; unidad que tendrá como bandera la gesta de Bolívar y San Martín, de Salvador Allende y el Che,  el rostro de los Treintamil y el Negrito, y la eterna inspiración de los comandantes Fidel Castro y Hugo Chávez.

 

Es hora de completar la tarea inconclusa, es hora de superar el provincialismo del siglo XIX y las soberbia autosuficiente de las vanguardias auto proclamadas del siglo XX.

 

Es la hora de la unidad latinoamericana contra el Imperio.

 

 

 

En el año 2009, en el primero de los juicios por lo ocurrido en la jurisdicción a cargo de Institutos Militares, logramos condenar a los responsables del secuestro de Iris y sus padecimientos y del asesinato de Floreal.

 

¿Cómo llegamos allí?.  ¿Cómo llegamos a ese edificio de la ex ruta ocho que por semanas y meses se convirtió en una caja de resonancia de todas las voces y todas las banderas de lucha?.

 

Porque hubo un abogado comunista y de la Liga, el Dr. Julio Viaggio que presentó el habeas corpus en el 76 y luego gestionó el reconocimiento del cuerpo en Montevideo. Cierto.

 

Porque hubo tías y hermanas que no se quebraron y  lucharon, siempre. Por supuesto.

 

Porque hubo un organismo de derechos humanos que por entonces ya tenía cuarenta años de experiencia en confrontar dictaduras que es la Liga. Seguro.

 

Porque hubo un partido, el Partido Comunista que no abandonó a sus afiliados. Ni los abandona.

 

Y porque la causa de Floreal fue de todos.

 

Fue de Rodolfo Walsh que lo nombró en su carta a la Junta. Fue de las Madres y de la Apdh, del Medh y de Familiares, de todas y de todos como fue cada uno de los compañeros asesinados o desaparecidos, torturados o encarcelados. Porque hubo huelgas y marchas y porque nunca cesó la lucha. Y eso es lo que no entendieron los genocidas que todavía no entienden porque llegan al banquillo de acusados.

 

Porque la lucha no cesó nunca.  Cuando Floreal escupe en la cara al torturador que le pregunta donde se refugia su padre, es que la lucha no había cesado. Cuando Iris sale de la Cárcel y sigue luchando, cuando las tías recorren cada sitio posible buscándolo, es que la lucha no había cesado.

 

Y los milicos debieran saber que la batalla no termina hasta que no cesa por completo la resistencia del oponente; y aquí nunca dejamos de resistir. Nunca dejamos de resistir. 

 

¿Y saben qué? por todas estas razones y porque nunca estuvimos solos. 

 

Siempre estuvo al lado nuestro la solidaridad internacional de muchos pueblos. De los que nos recibían en el exilio. De los que nos apoyaban en las denuncias.  Y vale hacer hoy, porque casi nunca se dice: porque hubo un pueblo que sostuvo su Revolución para que no perdiéramos la esperanza. Porque la Isla de la Libertad nunca capituló y porque su embajada se jugó por nosotros a pesar de que sus funcionarios eran secuestrados y desaparecidos.  los vencidos vencimos por muchas razones entre las que está la solidaridad internacional. Porque muchos entendieron que si la represión era continental y articulada hacía falta enfrentarla de manera solidaria y unida.

 

 

 

Y por eso, lo decimos acá y mañana lo diremos en Montevideo adonde viajará Graciela a decirlo: la impunidad de los represores uruguayos nos ofende como americanos  y como luchadores contra la impunidad, nos ofende como argentinos y como hermanos del pueblo uruguayo y nos comprometemos a luchar con todas las fuerzas para derrotarla. Para que los genocidas uruguayos vayan a la cárcel y la memoria no sea un objeto de cambio. Si Viglietti nos enseñó en los 70 a borrar las fronteras no van a ser los límites estatales los que nos frenen.

 

Y no crean que solo es un problema ético, y lo es.  No podríamos celebrar la condena de Riveros y Verplaetsen mientras sus pares uruguayos caminan por las calles.

 

Y no crean que solo es un problema de memoria o de reparación para las víctimas. Y por supuesto que lo es.

 

Lo haremos porque estamos convencidos que la Patria Grande, Nuestra América decía Martí, necesita de la Segunda y definitiva independencia, esa que soñaban los que lucharon desde siempre. Porque –permítanme decirlo- la ruptura de la dominación imperialista, el fin de la dominación burguesa que es el modo en que se expresa, la revolución socialista de liberación nacional, porque solo el socialismo puede conquistar la liberación nacional, no es un lujo que nos daremos si algunos quieren después de resolver la impunidad y la pobreza; la revolución no es un lujo pequeñoburgués que se inicia luego que se resuelven los problemas del pueblo.

 

Esa es la gran ilusión que nos ha frustrado doscientos años.

 

La ilusión de Alberdi en la Constitución liberal o la de Irigoyen en el régimen electoral ampliado.

 

La revolución, la segunda y definitiva independencia es el modo de resolver la impunidad y la violencia institucional, la desigualdad social y la concentración de la riqueza, el accionar de los grupos oligopólicos y todos los dolores que aún nos quedan, como decía en 1918 el Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria. Y fíjense que cité la Reforma Universitaria y no el Manifiesto Comunista.

 

Y si el Comandante Tomás Borge supo decir que no habrá democracia verdadera sin liberación nacional, cuando llamaba a no pagar la deuda externa que todavía seguimos pagando y que es una de las causales del blanqueo de capitales de estos días; en nombre de la Liga, de nuestros 75 años de compromiso con los derechos humanos, venimos a decir que sin democracia verdadera no habrá ni integración latinoamericana ni muchos menos la Segunda Independencia.

 

Y para esa lucha cuenten con nosotros

 

Y cuenten con Floreal. Con el Negrito y con el viejo que todavía nos guían

 

Porque cuando nadie se acuerde de los generales Rivero y Verplaetsen, cuando no quede ni polvo del polvo de sus huesos, por una calle de las barriadas pobres del oeste o el norte del conurbano, un niño correrá tras una pelota con una remera roja que diga en su corazón: el Negrito Vive y nosotros, los vencidos, venceremos.

 

Una y mil veces, venceremos con el Negrito en el corazón.

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