La expulsión de Eduardo Ramos y Mario Facino del Partido Justicialista se inscribe en el proceso de luchas populares por la Memoria, contra el olvido; por la Verdad, contra la instrumentación de la historia a favor de los poderosos y por la Justicia, contra la Impunidad.
No es para nada concesión graciosa o voluntaria de quienes en su momento propusieron a Brusa como Juez Federal, a Correa (nombrado por Obeid en 1996) y Bernhart (sostenido por Reutemann y Obeid) en la Secretaría de Seguridad de la Provincia a pesar de haber sido activos oficiales de Inteligencia, el sector más despiadado del Ejercito en la aplicación del Plan Sistemático de Terrorismo de Estado que se viene demostrando en los juicios en curso.
No hace demasiado tiempo que el stablishment santafecino defendía la honra del ex Juez Federal Víctor Brusa y del ex Obispo Eduardo Storni en solicitadas que han quedado como prueba del compromiso del Poder Real con los ejecutores del Genocidio.
Si el Pejota desestimó por más de trece años el pedido de sus propios afiliados, sobrevivientes del Terrorismo de Estado, y tardó casi un año en cumplir con una obligación democrática básica que es separar de toda institución comprometida con el orden constitucional a quienes lo quebraron en beneficio de un bloque social que ha defendido su impunidad desde entonces, aún después de la condena judicial; conviene valorar adecuadamente el efecto cultural que los Juicios están teniendo socialmente; y es que –como decía Foucault- el Derecho genera verdad y las condenas conseguidas colocan un piso de verdad socialmente aceptada que nos permite soñar con avanzar en la reconstrucción de la historia, y no solo de los hechos del 76 sino también del cómo fue que los represores terminaron siendo funcionarios gubernamentales o electos en cargos trascendentes como Bussi o Patti.
Que Reutemann de cuentas de por qué propuso y sostuvo a Brusa en el Juzgado Federal y por qué Obeid hizo lo mismo con Correa y Bernhart es un paso ineludible en la lucha contra la impunidad, y ésta, se sabe es el mejor camino contra las derechas y sus pretensiones de acabar con los Juicios y revertir todos los pasos positivos que se han dado a nivel nacional y provincial. No es un problema del pasado, es una cuestión del futuro porque para que haya democracia verdadera, en el sentido de todos los derechos para todos, es imprescindible terminar con las continuidades del Genocidio que son hoy amenazas para la democracia. No es un problema de peronismo/antiperonismo ni mucho menos acciones gorilas, sino todo lo contrario, el único camino para que la línea divisoria entre los argentinos sea entre los partidarios de la democracia verdadera y la liberación nacional efectiva, causa por la que tantos y tantos compañeros peronistas (y ahora pienso en Alicia López) fueron exterminados por personajes tales como Facino y Ramos. La pregunta que sigue sin contestar: es por qué los defienden los que se dicen peronistas como Reutemann y Obeid?