Carta abierta al movimiento de lucha por los derechos humanos,
al conjunto de fuerzas sociales y políticas
comprometidas con la conquista de espacios
de libertad y derechos para el pueblo.
Les escribo como ex preso político durante la última dictadura y como ex secretario y luego presidente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, una organización popular que actúa en el terreno de la lucha por los “derechos humanos” desde 1937; ochenta y ocho años de resistir persecuciones políticas, represión a la lucha popular, detenciones arbitrarias, torturas, causas armadas contra los militantes y detenciones por largos periodos de tiempo, algunas en penales muy lejanos como el de Rawson o Tierra del Fuego.
Hemos luchado y todavía luchamos por la libertad de las y los presos políticos, aunque no necesariamente coincidamos con los objetivos, modos y formas de bregar de todos ellos. Pero siempre defendemos el derecho que les cabe a tener tales objetivos y actuar como entiendan que sea más eficaz para alcanzar dichos objetivos. No somos nosotros censores del deseo de lucha de nadie y a nadie reconocemos capacidades de Santa Inquisición del campo popular, y mucho menos al Estado Argentino, harto de matarnos y torturarnos por dos siglos.
“Preso político” no es solo una categoría jurídica, es sobre todo una categoría política No es una categoría histórica, congelada de una vez y para siempre, sino una realidad condicionada por los proyectos de dominación y los modos de resistencia popular. Pero algo se mantiene en el tiempo: es el bloque de Poder, el Poder Político Real sustentado en el Poder Económico (en relación de dependencia subordinada al Imperialismo norteamericano), el que (nos) pone en el lugar de perseguidos políticos por nuestras ideas, por nuestras acciones y/o por pertenecer a un proyecto político (haya llegado al gobierno o no).
Y a los perseguidos políticos los difaman, los estigmatizan, los castigan de todos los modos posibles. Y les arman causas para encarcelarlos, incluso del modo más disparatado como algunas que hoy “prosperan”.
Cuando nació la Liga, el carácter político de los presos que defendíamos era casi transparente y sencillo de establecer.
Por décadas nos persiguieron por el compromiso explícito con proyectos de revolución y/o transformación social. Y la persecución tenía formato legal; la Ley 4144 (sancionada en 1902), llamada de Residencia, Explícitamente decía que había que expulsar a los acratas y comunistas libertarios, el nombre que se le daba a los anarquistas a comienzos del siglo XX. La ley 17401 (sancionada en 1971), típica ley del periodo de la guerra fría a nivel mundial y de la vigencia de la doctrina de seguridad nacional a nivel nacional, directamente castigaba como delito el “pensar” o pertenecer a estructuras políticas comprometidas con un ideario. Luego la 20840 (sancionada a finales de 1974), de represión a la subversión generó la justificación jurídica para una parte del genocidio perpetrado entre 1975/1982 contra nosotros.
Conviene reflexionar que en el siglo XXI no es así. Simon Trinidad fue comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y uno de los principales impulsores del Acuerdo de Paz firmado entre el Estado y la insurgencia, está preso la Cárcel de Colorado, en los EEUU. Lula, de nuevo presidente de Brasil estubo preso por un supuesto acto de corrupción (con la sola “prueba” de un testigo “arrepentido”, igual que Jorge Glass, ex vicepresidente de Ecuador que sigue preso en condiciones temibles de salud. Los Seis Campesinos paraguayos tienen condena mayor a treinta años por un crimen que no cometieron y del que no se aportó ni una prueba, solo la palabra de los famosos “arrepentidos” paraguayos, brasileros, ecuatorianos, colombianos y ahora argentinos . Y podríamos seguir con centenares de caso.
En las Américas ya hay cerca de dos mil quinientos presos políticos. Desde compañeros que participaron en las movilizaciones en Chile y Colombia del 2019 y 2020 hasta ex presidentas como Cristina y Pedro. Castillo condenados en juicios Lawfare
Claramente se ha abandonado el camino de juzgar los delitos por medio de investigaciones criminalísticas serias y autónomas para volver al método secular de arrancar “confesiones” bajo presión directa (cárcel para los que no colaboran) o indirecta (los medios hegemónicos “condenan” socialmente antes de que se haya escrito una línea en el proceso judicial)
La persecución, los actos represivos homicidas y de violencia extrema, las detenciones y aún las acciones pretendidamente judiciales constituyen todas ellas una parte muy contundente de un plan internacional de remodelación colonial de las periferias capitalistas del sur de América. No perdemos de vista que buscan amedrentar, disciplina, castigar y aun vengarse de agravios reales o imaginarios que sienten haber sufrido en el núcleo del Poder.
¿Quien ha decidido agrupar en el mismo espacio de presos políticos a gente tan diversa como Facundo Jones Huala y Milagro en Argentina?
Carmen Villalba en Paraguay, Mauricio Hernández en Chile, Víctor Polay en Perú son ejemplos de la venganza infinita contra los revolucionarios insurgentes o Julio de Vido, quien fue Ministro durante doce años.
Todos los compañeros están presos por decisión del Poder Imperial y sus Cipayos, a algunos les arman causas vinculadas a la lucha antiterrorista y a otros causas por delitos de malversación de fondos, corrupción o la causa Irán que supera muchos récords del absurdo.
Para nosotros la categoría de preso político es una categoría de dominación porque lo distintivo de la persecución política y el encierro es que siempre es una decisión arbitraria y autoritaria del Poder Real. Puede ser ejercida por los gobiernos (medidas administrativas) o el Poder Judicial (resoluciones judiciales, a veces legales a veces no, siempre ilegitimas) que castiga alguna acción, opinión, posición de apoyo o rechazo a tal o cual política que buscaba beneficiar a las clases subalternas y populares o lastimar al sector más concentrado del poder. Pero no nos corresponde a nosotros adivinar por que persiguen a tal o cual persona y/o compañero. La categoría preso político no puede derivarse de ninguna forma de pensamiento o lucha particular ya que siempre es una decisión del Poder; nada de lo que haga o haya hecho el preso político es la causa real de su detención sino que prevalece la motivación política de su opresor.
En esta etapa política se puede explicitar que se castiga la lucha de resistencia a las políticas de entrega y represión, el pensamiento crítico y revolucionario, el compromiso con algunas de las medidas de integración, redistribución o fortalecimiento de proyectos estatales populares que sostuvieron algunos funcionarios a los cuales se los encarcela por diversas razones.
Por ello luchamos por la libertad de todos los presos políticos y no avalamos falsas divisiones (entre los que fueron y los que no fueron funcionarios políticos, entre los que reconocen como luchadores y los que no se los supone luchadores, etc. etc.) .
Todos los que el Imperio persigue para consolidar el modelo colonial, desprestigiar algún sector popular, desmoralizar a los compañeras y compañeros, disciplinar, castigar, naturalizar la impunidad de ayer y de hoy, recibirán nuestra solidaridad por la violación de las garantías constitucionales y la persecución y estigmatización a los que lo someten.
En diversos contextos históricos hemos mantenido el mismo criterio de defender a todas y todos, esa es la tradición que hoy está en juego y la ética de resistir siempre a los que arrasan derechos y agravian a nuestro pueblo. La ética suprema de estar del lado del pueblo.
Consideramos que para el movimiento popular en su conjunto, la lucha por la libertad de todas y todos las y los presos políticos es una cuestión de principios, es una cuestión de identidad y es una cuestión fundamental de la política de confrontación con las derechas y su amo imperial.
Es una cuestión de principios porque la defensa de todos y cada uno de los compañeros agraviados y atacados por el Poder es constitutiva de la historia del movimiento popular a lo largo de su historia. Luchar por la Libertad de nuestras y nuestros presas y presos políticos es nuestra identidad.
Pero la lucha por la libertad de las y los presos políticos es también una cuestión de primerísimo orden político en tiempos en que el Poder apuesta a la desmoralización, la perdida de confianza en nuestras propias fuerzas y el abandono de cada quien a la suerte que el Poder elige para cada uno de nosotras y nosotros.
La solidaridad con las y los presos políticos, con todos ellos, por su condición de preso político es el piso de la conciencia política, de la subjetividad imprescindible para frenar la oleada fascista que nos amenaza. Y la solidaridad no puede ser solo con aquellos compañeros con los que coincidimos política y culturalmente, con los que tenemos lazos de afecto e historias comunes. Con ellos en primer lugar, pero la conciencia democrática antiimperialista solo emerge al solidarizarnos con el que no piensa como nosotros ni hemos coincidido siempre.
No estamos proponiendo un gesto de ternura hacia nuestros afectos, eso lo descontamos, sino un acto político de reconocer a los encarcelados por el Poder como nuestros hermanos de lucha y compañeros de causa por la liberación de nuestro pueblo.
Nada más y nada menos
Luchar por la libertad de las y los presas y presos políticos es luchar contra el individualismo egoísta que fomentan en la sociedad; es luchar contra el sectarismo suicida que nos acosa desde hace tantos años; es luchar contra la tentación de salvarse solas y solos o peor aun, contra la tentación de crecer a costa de las debilidades y/o errores de sectores del movimiento popular perdiendo de vista que solo la fortaleza de todas y todos los sectores del campo popular nos hará fuerte como para vencer a semejante enemigo, poderoso y cruel como pocos.
La consigna de Navidad sin Presos Políticos es una de las consignas más históricas del movimiento popular; tiene al menos noventa años puesto que ya se alzó contra la dictadura del 30 cuando levantó el reclamo de no pasar las fiestas de fin de año sin los presos políticos en la cárcel; la consigna se resignificó en cada oportunidad que hubo presos políticos y la ultima vez que tuvo una envergadura nacional e importante fue en ocasión de la huelga de hambre de los presos de “la Tablada”, los compañeros del Movimiento todos por la Patria, para finales de los ochenta.
Proponemos que este año sea el momento de un gran reclamo por la libertad de todas y de todos en contraste con la fiesta consumista y banal que ofrece el capitalismo in humano y sin otro Dios que el Dinero
Se dirá que es un objetivo enorme y fuera de nuestro alcance pero como decía Bolívar ¡Lo imposible es lo que nosotros tenemos que hacer, porque de lo posible se encargan los demás todos los demás.
en la foto del reverso de la postal por la Libertad de los Presos Políticos, la firma de algunos de los presos políticos de La Tablada, destacan el padre Antonio Puijane y Roberto Feliciti, sirce 1990

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