El proceso post dictatorial cubano y su justicia transicional resultó ser el más efectivo del mundo: garantizó juicio y castigo a los asesinos, reparación moral y política a las víctimas, respeto a las banderas y sueños de las víctimas y la no repetición de los brutales crímenes de Batista: veinte mil asesinatos y otros tantos torturados de diversos modos.
