La nueva moda de los defensores y beneficiarios de la impunidad: los que se sienten “violentados


La nueva moda de los defensores y beneficiarios de la  impunidad: los que se sienten “violentados”

¿Qué hay de común entre un torturador que declara en el juicio por el Negrito Avellaneda y un Juez que se niega a juzgar los genocidas?  Que ambos dicen sentirse “violentados”.

El policía y torturador Alberto Aneto, que fue reconocido por los familiares del Negrito como uno de los asaltantes a su casa el quince de abril de 1976 y por Iris Avellaneda, la mamá de Floreal, como uno de sus torturadores, exigió que se retire de la sala del Juzgado de San Martín a los padres del Negrito dado que su presencia lo “violentaba”. Y su pedido fue concedido en nombre de la legitimidad procesal.

El Dr. Martín Gutiérrez, electo como conjuez del Tribunal Oral Federal de Santa Fe, luego de la renuncia de todo los titulares e innumerables sustitutos, encargado de juzgar al Dr. Víctor Brusa, ex Juez Federal de Santa Fe hasta su destitución en el 2000, y otra serie de genocidas como el Curro Ramos o Mario Facino, ha pedido ser relevado de su responsabilidad porque dice sentirse “coaccionado” por los dichos de la Presidenta y otros funcionarios en procura de castigo al terrorismo de Estado y el Consejo de la Magistratura concedió su deseo porque “No se encuentra en condiciones espirituales de decidir libremente”.

Así, en nombre del Derecho se construye la impunidad y  el olvido, se agravia a las víctimas del terrorismo de Estado y se facilita su legitimación.  Que todos tomen nota de los extravíos en que se encuentra la Justicia argentina.

Para decirlo de una vez, el discurso de los defensores de la impunidad hoy es presentarse como violentados por el –más que modesto- avance de los Juicios contra el Genocidio, víctimas de una venganza que los priva de sus derechos humanos como acaba de fundamentar Mariano Grondona, teórico de todos los Golpes y el Menemismo, desde su tribuna de La Nación[1]:  “La aplicación de nuestra ley no es pareja. Unos son castigados más allá de las garantías que deberían procurarles los jueces, en tanto otros son exaltados a pesar de lo que hicieron. Si la aplicación de nuestra ley fuera pareja y superior a la venganza, como quería Adam Smith, entonces los responsables por las aberraciones de los años 70 habrían sido todos procesados o estarían todos libres” que es lo que busca el ilustre Profesor.

Violentados estamos los privados de Justicia por más de treinta y tres años, violentado está el pueblo todo que sigue sufriendo sus consecuencias, violentados estamos los que una y otra vez somos agraviados en nombre de un Derecho que se niega a reconocer que en la Argentina hubo un Genocidio, cometido bajo especiales condiciones que buscaban su ocultamiento y que a más de tres décadas no se puede pretender juzgar el Genocidio como si fuera el robo de una bicicleta en el verano: la incongruencia entre el fenómeno social que se debe analizar y el instrumento jurídico se pone en evidencia en estos casos extremos pero recorre toda la geografía de los juicios y está en el origen profundo del “atraso” en condenar los crímenes aberrantes y de lesa humanidad.

Hace falta lo que pedimos todos los que queremos Justicia: una verdadera estrategia estatal para juzgar el Genocidio que sea integral, que unifique las causas en manos de Jueces comprometidos con la democracia, que es el único modo de estar comprometido con la verdad y la garantía procesal para todos.

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